Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 7 de enero de 2014

PARÁSITOS, FARSANTES & LADRONES


Dicen que la hija menor de Juan Carlos Borbón y Battemberg (alias Juan Carlos I) se enamoró del bastquetbolista Urdangarín al verlo encestar balones en la red, tan joven y apuesto. Él tenía una novia, pero ello no fue obstáculo para iniciar juntos una relación paralela que se destapó el día aquel que, con gran pompa real, se casaron. Entrenada para manipular, Cristina, la Infanta, hoy en la picota, entrevió la debilidad personal de ese plebeyo, hijo de buena familia, y se lo llevó al huerto. Sembrando, mediante una empresa fundada junto a un hábil contable, millones de euros con dinero público, amparados por el intocable manto y el especial constante estímulo del poderoso progenitor. Colaboraron en la esquilma varios políticos, con muchos mirando para otro lado. 
Desde los años ´90, en plena era "socialista " de Felipe González, España ingresó en el listado de países castigados por la corrupción; acentuada desde el relevo del PP de José María Aznar, hasta estos aciagos años de crisis. 
Los que señalan que, al compás de esa melodía, la corona se transformó en un lobby comisionista, probablemente no se equivoquen. Es a era fue el caldo de cultivo para que Cristina de Borbón y Grecia edificara su ambición, grandiosa patológica, de acumular fortuna complementaria, exhibiéndola con prepotencia e impudicia en la mansión de Pedralbes; a la postre su perdición, y la del "duque empalmado". Un infeliz deportista que traicionó a su noviecita (ignorante del trío virtual que integraba) y cualquier valor moral, ofrendándose "para lo que hiciera falta". Según rezaba la leyenda, vivían felices con sus cuatro vástagos, consumiendo mucho más que perdices. Los millones saqueados al esfuerzo de sus compatriotas, con toda impunidad, posibilitaron eventos espectaculares. Incluso, el de fingir ayuda recaudatoria para discapacitados
Hoy pintan bastos para el matrimonio, sin que el ajado manto Real del también deportista (y cazador de especias varias), conjure la acción de la justicia, a pesar del auxilio que le prestan otras fuerzas corruptas y reaccionarias: entre ellas el gobierno, varios fiscales y alguna prensa de pago. 
Para colmo, este otrora héroe, hijo político de Franco, protecteur viejo, y mucho más enfermo que, cuando tras "pedir perdón" desgranó la famosa frase: "En España la justicia es para todos", asiste a la ruina de un mal ejemplo. El suyo, proyectado en su hija favorita; la luz de ojos que, a fuerza de descrédito ciudadano y la mala conciencia, van perdiendo hasta la capacidad de recorrer renglones en cualquier discurso. 
Mientras, muchos españoles se preguntan qué sentido tiene alimentar ricamente este nido de parásitos,farsantes y ladrones.

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