El juez Silva comete los mismos errores levitantes que en su momento perpetró Baltasar Garzón (y no me refiero a la causa de prevaricación que le cargaron para echarlo de la judicatura).
Se los proporciona su egolatría, tributo que la falta de equilibrio emocional destina a quienes se creen el eje de de la devoción ciudadana, portando en absoluto primer plano la llama votiva de la justicia. Le he bloqueado por esa razón, basamentada en una actitud hacia mi que en nada corresponde a quien con él tuvo atenciones y la mejor letra que le dedicaron en su vida.
Aquellos sinceros reglones, y mis llamados a apoyarle, ya no existen. Eso, sin perjuicio de respaldar su causa contra Blesa, solidarizándome ante los ataques canallescos que recibe de la fiscalía y los solapados del Partido gobernante. Pero un amigo de muro como él (asiduo visitante del mío, que no actúa con reciprocidad), no lo necesito ni lo quiero.
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