La inclusión de Ciudadanos en la solicitada de los demócratas acomodados, señala el desconocimiento intencional de su naturaleza. En un estado marcadamente plurinacional, Rivera y sus militantes de los bajos fondos del IBEX 35, señalan la virtud enriquecedora de la diversidad, como defecto de quienes "desean romper España".
Jordi Pujol y la burguesía catalana hicieron del sentimiento nacional catalán, de hondas raíces, un mero negocio de poder financiero y dominación, no muy distante de los practicados por el PP y el PSOE, desde el 78 en adelante y asociados a ellos. La corrupción familiar del jefe del clan y su cómplice nupcial, extendida tentacularmente a su numerosa prole, se cifra en miles de millones de Euros, acumulados durante décadas desde la Generalitat y sus contratistas favoritos, a base de mordidas suculentas evadidas a la Hacienda Pública, además del férreo control de los medios de prensa, radio y TV de sus aliados, encabezados por el Conde Godó & Cía. La excusa del Catalanismo barrió con las disidencias, asfixiando libertades a destajo. Es una forma de romper España, semejante a la empleada por el PP en estos años, y Aznar en los previos. El estilo de Rajoy es brutal, enancado en Merkel y esta UE de pesadilla. Ciudadanos nació como expresión del neofranquismo centralista, tras los desaguisados de Pujol, Mas y los suyos. Su momento de cénit se premió con votos disidentes de la corruptela local y el impulso mediático que desató la irrupción política de Podemos. Finalmente, el discurso falangista exaltando el mapa patrio, crítico a la vez con los dos grandes herederos de la Monarquía Constitucional que nadie votó coronada, ha desembocado en un respaldo servil a Rajoy y su banda genocida y corrupta. La inclusión en el "acuerdo patriótico" que los poco sensitivos e inteligentes conciliadores proponen de Rivera y su banda, intenta restaurar el centralismo, negando la plurinacionalidad. De hecho, son totalitarios y se aferran a cualquier cosa, con tal de que el régimen perviva y sus vidas no cambien, moral y económicamente. Con Rivera les une a estos desvergonzados un hondo lazo emocional. Es una herencia franquista no declarada, que expresa en detalle los espurios deseos de una coalición cada día más imposible, aunque le pongan rúbrica.