Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 31 de octubre de 2007

DE JUICIOS, FALLOS Y CONSPIRACIONES

Duras penas han caído sobre los culpables de la mayor masacre terrorista en la historia de la democracia española. El buen criterio de los jueces se ha extendido a las compensaciones económicas que recibirán las familias damnificadas y los sobrevivientes con secuelas físicas y psíquicas.


El otro juicio, sin penas manifiestas ni expediente alguno, radica en la condena moral a los que procuraron instrumentar el atentado integrándolo a una supuesta conspiración del PSOE, ocultando a los que supuestamente colocaron las bombas en el tren, para negociar con ellos el fin del terror. Me refiero a ETA, sindicada por el diario El Mundo y la cadena COPE como autora de la masacre. Soterradamente, sectores del Partido Popular han escampado esta versión, jaleando a los que públicamente la ventilaban.


Curiosamente, El Mundo y su director, Pedro José Ramírez, habían destapado varios escándalos financieros y algunos crímenes (los del GAL) perpetrados desde esferas gubernamentales en la era González. El PSOE de entonces, acusó a Ramírez y el fallecido Antonio Herrero, junto a una pleyade de notables periodistas y escritores, de conspirar contra el gobierno y la estabilidad democrática, favoreciendo de hecho al Partido Popular.


La realidad posterior demostró la falacia del señalamiento. José María Aznar acabó ganando las elecciones en buena lid. Los errores de González y el desgaste del PSOE precipitaron la alternancia.


Ocho años después, fue el desgaste de Aznar y los errores de su partido, los que invirtieron el proceso. La intervención de tropas españolas en Irak contraviniendo a la ONU y en desvergonzada alianza con el catastrófico Presidente de los EEUU, desempeñó sin duda un papel importante en el voto de los españoles. Pero no fue el único. La mayoría absoluta obtenida en el segundo turno había derechizado al gobierno de una formación que abandonó el centrismo inicial.


No pasó mucho tiempo sin que a Ramírez y a algunos capitostes del PP se les ocurriese maquinar la desafortunada teoría de la conspiración, propagandizada con gran ímpetu y manifiesto descaro por Federico Jiménez Losantos desde los micrófonos de la COPE.


El pequeño César decía que los magrebies encarcelados eran pelanas, incapaces de perpetrar semejante atentado. De nada le sirvieron la masacre de las Torres Gemelas y el claro auge mundial del integrismo terrorista islámico. Tampoco evaluó el sangriento atentado de la AMIA, perpetrado por agentes de la autocracia iraní en Buenos Aires hace algunos años; u otros tantos en varios puntos del planeta.


Por momentos, da la sensación de que Jiménez vive en aquella casita de Teruel, sitiada en crudos inviernos por metro y medio de nieve (tal como relató la otra mañana).


Su obsesión con ETA y el irrefrenable deseo de acabar con el Gobierno de Rodriguez Zapatero le estaban llevando al despeñadero; refrendado en fechas recientes por su Real aversión, y en la de hoy por la realidad.


A Felipe González y su brain trust de nada les sirvió en el pasado lanzar al vuelo la idea de una sucia trama, montada por sus rivales políticos. A pesar de que entonces contaban con el sostenido apoyo del diario El País, casi todas las radioemisoras y los canales de televisión, una mayoría de ciudadanos reaccionó dándoles la espalda.


Creo que ahora pasará lo mismo con las aspiraciones del PP. Pese al desmarque de Zaplana y Acebes ante el fallo de la Audiencia Nacional, es pública su sintonía política y espiritual con Ramirez y Jiménez. No fueron ellos, por cierto, quienes fabricaron el libreto que Casimiro García Abadillo (el sabueso Pinkerton de EL Mundo), y la COPE o Libertad Digital, detallaron con tal entusiasmo e imaginación. Pero tampoco le salieron al paso. Eso les descalifica.


Ellos seguirán tan tranquilos. Los platos rotos, como siempre, los pagará Mariano Rajoy.




martes, 30 de octubre de 2007

EL PENSAMIENTO ABSTRACTO

Ahí, en el trasero de El País de hoy descorcha Rosa Montero una disgresión sobra la pasividad de Daniel, el chico argentino del tren que pasó de intervenir cuando la niña ecuatoriana fue agredida por el monstruo.

Empieza Montero diciendo que no se puede sacar el chico de la cabeza. Y prosigue elaborando un ensayo sobre la cobardía y el valor, preguntándonos [y preguntándose, a la vez] si hubiéramos escondido a un judío en la Alemania de Hitler.

"Ojalá"-dice rematando la columna horizontal- "la vida no nos ponga en una de esas situaciones límite, porque podemos reaccionar como el chico del tren. Y no sé si el pobre será capaz de superarlo"


Daniel, homosexual y llegado no hace mucho de Argentina, sabe lo que es el horror desde mucho antes. El episodio del vagón no hizo otra cosa que recordarle, una vez más, que el mundo es un lugar peligroso.


La señora Montero no ha vivido en esta Argentina, pese a haberla visitado en más de una ocasión. Claro. Una cosa es hacer turismo de escritora consagrada, y la otra haber nacido y crecido allí, en la peor época. No en la comparativamente mejor que yo viví, desde 1948 hasta 1982. Y eso que padecí las contínuas dictaduras y casi toda la última, que fue de lejos la peor, para los que teníamos o no antecedentes políticos.


Sin embargo, la implantación social del crimen (realizada en la democracia) inició la peor de todas las épocas y la de más larga duración. Diez millones de pobres y una gran legión de parásitos y aprovechados, no son moco de pavo, y las redes del delito, enraizadas en la vida cotidiana, escalan las alturas de las finanzas, la política y la maldita policía (tal como se la conoce popularmente).


No hace falta pisar Ezeiza para oler el peligro en las calles. Bastará consultar los periódicos argentinos en la red o las webs que encaran la inseguridad ciudadana. La muerte violenta está hoy en cualquier parte. Con un caño en la mano, los que asaltan y secuestran, estornudan o te matan.


Daniel vio la luz bajo ese cielo tan parecido al infierno, y en vista de que las cosas no cambiaban viajó hasta nosotros, en busca de cierta paz. Su periplo en el vagón del tren le demostró que los paraísos no existen.

Ahora, cuando menos le recomiendo, que aprenda Karate y sepa defenderse. Si yo tuviera sus años lo haría sin duda.


El Primer Mundo no es lo que parece. La globalización nace en él y a él retorna como implacable boomerang.


Artículos pretenciosos como el de Rosa Montero, proyectando su angustia existencial sobre otro pobre inmigrante, para de paso lucir prosa, lo demuestran palmariamente.


El valor o su ausencia no siempre se miden con la misma vara. Median las circunstancias y lo que cada uno carga en las alforjas. Si el terror cotidiano va con ellas hay que entenderlo. Y a Daniel hay que ayudarle a superarlo. No dejarlo solo leyendo el suelto ofensivo que alguien escribió una mala tarde.


lunes, 29 de octubre de 2007

LA MAFIA

Cuando un partido político se organiza en base a una premisa totalitaria, su realización práctica es mafiosa.

El peronismo empezó a corromperse desde el poder, en el curso de 1946. Su verticalidad, soportada en el jefe tribal, se nutrió de dos vertientes. Una sindical, la otra militar. Desde el Estado, el primer gobierno de Perón fue articulando una estructura prebendaria que de hecho benefició a las elites de sus dos patas de banco. Pronto se agregó una tercera con los contratistas del Estado y las obras públicas. La cuarta tuvo bases propias en el creciente poder de su mujer y la absorción de los medios, junto al encumbramiento del corrompido Miguel Miranda y luego con Jorge Antonio, más sujeto a Perón que el otro.

Hacia 1955 el grado de corrupción del mafioso Estado Peronista era de aupa y aquí te espero. Su ignominiosa caída no suprimió el sedimento descompuesto que la dictadura y sus manejos dejaron en la sociedad.


Arturo Frondizi pactó el poder de los votos con Perón, autorizando el desarrollo de una burocracia sindical formalmente fiel al dictador; aunque servidora de los burgueses contratistas y los jefes militares. Antes funcionarios del peronismo; luego integrados a las sociedades anónimas de grandes empresas.


La veda electoral impidió el desarrollo de una nueva burocracia política. De hecho, fueron los grandes sindicatos, agrupados en las 62 Organizaciones, los que jugaron destacado papel en tejes y manejes con encumbrados miembros de las FFAA, que culminaron en la caída de los civiles Frondizi y Arturo Umberto Illia. A los sindicalistas les convenían los militares autoritarios, no políticos que pudieran desplazarlos del escenario y sus ágapes.


La estructura económica del país era en el fondo la que Perón legó. De manera que, con muchos menos beneficios sociales que antes para sus representados, pero con el cierto margen de maniobra otorgado por la Ley de Asociaciones Profesionales, y una economía que, con sus altos y bajos aún podía garantizar cierto nivel de salarios y beneficios sociales, los jefazos sindicales fueron co estrellas de la función.


El retorno del viejo Líder, en medio de una seria crisis política y social, conmovió parcialmente las viejas reglas de juego. Sin embargo, el ala política del peronismo pronto reveló su debilidad. No es casual que hayan sido los sindicatos quienes tras la muerte del Líder acabaran con López Rega, condicionando a la viuda, en ejercicio de la Presidencia.


El Golpe de Estado del 24 de marzo del 76, puso el sistema patas arriba.
Junto a la feroz represión sine die, empezó la tarea de desindustrializar el país. La misma no fue completada por el gobierno democrático de Alfonsín, sino por Menem y la globalización.


La muerte del viejo Estado, contratista y prebendario, llegó junto al colapso del poder sindical y la ruina fabril. A las FFAA, desacreditadas y poco útiles en la nueva etapa como factor de poder mediador, les ocurrió otro tanto.
Hoy, sus viejos matarifes son los cabezas de turco, cuya escabechina ejemplar, tan aplaudida por la mamma Bonafini, pretende ocultar el libre albedrío del que goza la nueva casta de asesinos y ladrones que el Estado ampara.

Gracias a Menem y Duhalde, el poder del peronismo político, afincado como nunca y sin socios molestos ni rivales en el Estado, alcanzó su cenit. La transferencia de los viejos hábitos mafiosos, patrimonio casi exclusivo de los difuntos jefes gremiales y los raquíticos sindicatos del presente, se realizó en esta esfera. Agregándoseles los servicios todo terreno de la Policía Federal y la de la Provincia de Buenos Aires (una de las más corruptas y violentas del mundo), como garantía armada del mercadeo.
En el punto, los discípulos de Perón, siguen las tradiciones del maestro y su debilidad por los suboficiales.


Hoy, la Argentina de Kirchner, más próspera que la de Menem, cobija en su entraña estatal una elevada cota de corrupción. Los hechos que la prensa ha venido comentando cantan; la reciente elección lo confirma en su naturaleza.


Basada en la miseria estructural, la delincuencia que esta genera y la tradición criminal -manifestada a grueso trazo por la descomposición de los militares en el poder- prosiguen contaminando la vida de los argentinos.

Las formas democráticas, sin duda existentes, no garantizan de por sí la transparencia de los que mandan. Lo ha denunciado sistemáticamente, entre muchos otros, Elisa Carrió, y lleva razón.


De hecho lo confirma este nepotismo vergonzoso, amparado en tradiciones de cepa mafiosa, travestidas de romance familiar e ideal feminista. Tales eran, en última instancia los vínculos entre Perón y sus dos últimas mujeres; y así siguen siendo los de aquellos que ambicionan perpetuarse en el poder.
Por irrefrenable adicción y para seguir haciendo negocios.
Sucios, desde luego.


EL TRIUNFO DE LA CORPORACIÓN FAMILIAR

No acaparó el 50% de los sufragios pero le anduvo cerca. Y le bastaron para descartar la prueba del ballotage. Aparcada a 20 puntos largos de distancia, Elisa Carrió triunfó sin embargo en la Capital Federal; un feudo liberal y antiperonista.


A esa carta había apostado Elisa, distanciándose de una campaña de izquierdas, que en las elecciones pasadas le restó los diez puntos que ayer ganó. La mutación le permitió sumar algunos votos de derecha, arrancados a la agrupación del gobernador capitalino y Presidente del Club Boca Juniors, Mauricio Macri (no encabezada por él), y al desdichado López Murphy, acaparador del 1% de las papeletas.


Sin pelos en la lengua, el comentarista político Jorge Lanata sostiene que Cristina Kirchner no tiene un programa propio ni sabe lo que va a hacer. Su marido tampoco. Por instinto y tradición se distanció de Carlos Menem, adoptando medidas opuestas, con la ventaja de no verse atenazado por una dolarización económica que frenaba las exportaciones; en auge gracias a grandes mercados y sostenida alza de precios. Además, contó con Roberto Lavagna, una herencia a todas luces benéfica en el area económica. Lo demás, fue matizar subvenciones en el mercado interno, combinándolas con su respaldo a veinte grandes empresas (entre ellas, varias son españolas). De cara a los agentes sociales invirtió la ruta conciliadora con el pasado, ensayada por el último Alfonsín y durante toda la década menemista.

Es un peronista en el método, que regula su oportunismo y se adapta a cualquier circunstancia.

En algunas cosas es de izquierda y en muchas más de derecha. Su chance se agranda al no existir, como en épocas de Perón, un fuerte proletariado industrial ni un Ejército hegemónico.

En cierto modo lo tiene fácil. Se lo debe a Menem y la globalización.

El artilugio de situar a su dama reinando en el tablero es forzosa. Los Kirchner son una pequeña corporación propietaria de pisos, terrenos, con tradición en el manejo de la cosa pública y por ahora alquilan Casa Rosada. La tradición peronista de mover la dama, creada por el padre de Perón en las chacras patagónicas y reproducida por el hijo en el campo político en dos controvertidas ocasiones, permanece vigente en la tradición y el imaginario social.

Fomenta además el amor por la familia corporativa y voraz, sumándole el toque de equidad para con la mujer.


Con sueldos bajos y algunos trabajos que se agregan para llegar a final de mes, el 40 % de los argentinos "va tirando". El 20% supera holgadamente el listón, y el 10% vive en countries o en torres vigiladas. Son los ricos, y en ocasiones famosos. El 30% restante, come mal y vive peor, o en la lisa y llana indigencia. En cualquier caso, los Kirchner han conseguido erigirse en símbolos del combate contra el desempleo y de una cierta estabilidad económica. Si a ello sumamos el seguro respaldo de los más pobres y atrasados (los ricos y ellos fueron el respaldo de Menem), la ecuación ofrece la victoria de esta mujer sin importancia; al menos en sí misma.


En la esfera internacional, la posición de Argentina como país deudor ha mejorado sustancialmente. Crece sostenidamente y el superávit fiscal, unido a las exportaciones, aseguran un buen colchón de divisas y planificar con calma los pagos de su enorme deuda externa.


Los coqueteos con Chávez, así como las tibias relaciones con George Bush no sitúan la política internacional del país en un área de liderazgo en Latinoamérica, como de la que hoy presume el Brasil de Lula. Pero a Kirchner, no le interesa parecer un estadista ni liderar a sus vecinos. En éso, es más corto que Menem y bastante más patagónico que Juan Perón.


Poco importa. Mientras fluyan algunas inversiones, se exporte y se cuente con superávit le alcanza a los Kirchner; al fin de cuentas provincianos, metidos a gobernar un país por las circunstancias.


En el correo de mi portátil recojo un mensaje girado desde Buenos Aires. En él, una querida amiga, me dice.


"No estoy contenta. Yo quería llegar al ballotage. Es demasiado lo que se le entregó hoy a esta mujer. Pero en fin, ya estoy resignada. Este es un pueblo sin memoria y le falta educación."




domingo, 28 de octubre de 2007

EL PLEBISCITO AUSTRAL. CIFRAS Y CONTENIDOS AL BORDE DEL RESULTADO

Al gobierno de Néstor Kirchner lo caracterizó el cesarismo, desarrollado en un marco democrático de graves carencias. A su potestad de elegir miembros del Poder Judicial, según la reforma por él inspirada, sumó poderes que le autorizaron a emitir un total de 249 decretos de necesidad y urgencia.

En vista de la crisis heredada y el atasco social de imprevisibles consecuencias, manejó el timón del Estado con guante de hierro, y el viento a favor de los precios internacionales favoreciendo los rubros exportables y la expansión económica puertas adentro.

La creación de 3.200.000 empleos durante su mandato redujo la pobreza extrema, sin eliminarla para 10.000.000; cerca de un tercio de la población. En paralelo creó pequeñas subvenciones familiares, agregándoles una política de subvención en ciertos artículos de primera necesidad, ya mencionados en el previo artículo. El disparadero de la inflación, como consecuencia de tales medidas, roza este año el 6% según cifras oficiales, que la realidad supera.

El déficit energético y el de infraestructuras crece sin paliativos. El educacional no ofrece variantes pese a anuncios gubernamentales de destinar nuevas y más abultadas partidas. La mortalidad infantil, el desamparo familiar y las altas cotas de delincuencia y corrupción en todos los estamentos, desvelan que, si bien pasó lo peor de la crisis, permanecen intactas muchas de sus consecuencias.

Argentina ya no es un país de fuerte clase media influenciado por la cultura europea. La división social entre ricos y pobres registra un enorme foso más, entre los países de Latinoamérica.

El centro capitalino. otrora blanco y europeo, pertenece al mestizaje. Han llegado del interior del país y los países limítrofes en busca de porvenir, trayendo sus rudimentos e inevitable precariedad.
El deterioro en la vía pública del sector, alcanza todas la aceras, de baldosas que escupen fango de lluvias recientes y orines de perro cuando los pisas. La mendicidad y el vagabundaje, menores que las tan frecuentes del bienio 2001/2002, conserva rasgos de identidad en las ochavas y veredas de los edificios viejos y destartalados.

La Avenida de Mayo, otrora castiza y acogedora, es hoy paradigma de la dejadez, y depende a qué horas, de la inseguridad. Lo mismo ocurre con Lavalle, emporio de salas de cine, hoy convertidas en templos de exóticas religiones o comercios del Soho tercermundista. Florida es peatonal, pero poco tiene que ver con lo que era hace treinta años. En las dos se dejan oír atronadores compases de salsa o ritmos de bailanta, mezclando aires tropicales y percusión de tango.

Corrientes, calle de teatros y emporio tanguero, repleto de pizzerías, librerías y grandes estrenos, conserva su aire, aunque proverbialmente sucio y bastante más envejecido.

Las fachadas de Buenos Aires no se pintan ni adornan hace décadas. Las calles que rodean un casco céntrico, que va desde el bajo hasta Plaza Constitución y la Estación Once tampoco son recomendables al caer la noche.

Las ventanas y escaparates enrejados en negocios y viviendas particulares señalan la inseguridad ante el atraco; más violento del que en España conocemos.

El desamparo de una niñez desescolarizada, y rotosa, a menudo enferma, y que en bandadas ingresa a confiterías, bares al paso o restaurantes, en busca de una moneda o para venderte alguna estampita de la Virgen, integra el sombrío paisaje cotidiano.

En estas vias céntricas, la prostitución y el pase de droga son permanentes. Así como los delitos de toda índole.

El último viaje y sobre las doce de un mediodía soleado, fui testigo de uno frente al obelisco. Todo ocurrió a gran velocidad. De pronto, entre viandantes que circulaban sobre la avenida 9 de Julio veo derrumbarse en la acera a un hombre corpulento, y a otro saltar sobre el asiento trasero de una moto de cilindrada que un compinche comanda motor en marcha. El caído pide auxilio, alertando sobre el ladrón que huye, tras robarle la billetera, mientras la briosa máquina sale pitando a gran velocidad en dirección desconocida.

Los argentinos dicen que la policía nunca está dónde debe. O a lo mejor sí, por que allí no apareció.

Cuando el último atardecer va asomando, llegan con él los cartoneros, con sus improvisados carritos. Son parte de un contingente más amplio, que hurga en los cubos de basura y los containers vecinos a restaurantes. Son familias enteras, con niños pequeños y las mascotas. No se meten con nadie y amontonan sus cartones y periódicos sobre el carro, de grandes asas. Junto a ellos cenan improvisadas bocatas o frutas pasadas.

En zonas alejadas, donde anida el privilegio, están los countries. Urbanizaciones de lujo, vigiladas por guardias armados.

Confieso no haber visitado ninguno de los muchos que hay, durante los siete viajes que realicé a esta otra Argentina. Tan distinta de aquella que pisé en 1948 con mi familia inmigrante, a los cuatro años.

Lo dice a las claras el destartalado tren que me condujo varias veces a Quilmes; el pueblo de mi niñez. La estación de esa villa, un emporio cervecero aún hoy, semeja la de un tren fantasma.
De los viejos, mugrosos y sin pintar del antíguo Parque de diversiones del Retiro, demolido hace años.

La crónica que nos llega de las provincias testimonia más de lo mismo, con menos gente y mayor atraso.

A pesar de que alguna avenida -por ejemplo, la Pavón, que cruza Avellaneda rumbo a las poblaciones vecinas- se ha recuperado extraordinariamente, el rezago del País es el que aún heredará -previsiblemente- Cristina Fernández de Kirchner.

Abogada y ambiciosa, esta madre de dos hijos (una adolescente y otro de 31 años) no ha dado las convenientes señales de humo que permitan adivinar cambios apreciables en la política desplegada por su consorte.

Seguramente intentará prolongar la desarrollada hasta hoy. Yo no creo que haga un mandato independiente del actual mandatario. Los Kirchner han prosperado tanto en los negocios privados, como gobernando Santa Cruz y ahora la nación.

Favorita en las encuestas, a ella le observé a fondo en la TV argentina, en febrero de este año. No me impresionó. Sin embargo, es senadora por el voto popular. Ella y Néstor se han alzado con la mayoría de los cuadros peronistas, jibarizando el antiguo feudo de Duhalde y su mujer, el matrimonio peronista más tradicional, que con ellos rivalizó en vano tiempo atrás.

A diferencia de la más calma "Chiche" Duhalde y haciendo gala de una supuesta modernidad, Cristina enfatiza las frases, dotándolas de un dramatismo innecesario. Su falta de talento y provervbial insinceridad son patentes. Sólo a alguien que hace de la vacuidad un deporte se le ocurre soltar a Hebe de Bonafini: "tú te reinventas todos los días". Es problable que quien en realidad proceda a su reinvención periódica sea esta mujer, menos elegante de lo que cree y mucho menos inteligente de lo que reza la publicidad oficial; con sus labios achorizados por el colágeno, y unos ojos estáticos que carecen de brillo.
La virtual Presidenta no tiene nada especial; como sí acredita su rival, Elisa Carrió; dama que a pesar del sobrepeso es hermosa y maneja un discurso brillante, rico en lenguaje y conceptos.


El tercer puesto de las encuestas lo ocupa el economista Lavagna. La derecha de Ricardo López Murphy tiene pocas perspectivas, y Mauricio Macri no se presenta, en espera de mejores tiempos. De seguro, vendrán; aunque sin la certeza de que le favorezcan.


La crisis, aún reciente en las cabezas y el bombeo público de adrenalina, ha impedido que la oposición al peronismo kirchnerista -más propio del segundo que del primero- articule una propuesta más atractiva que la realidad ofrece hoy mediante el matrimonio y su manejo del Estado.


Diez más hacen tanda, con ninguna chance, como no sea alguna diputación, nacional o provincial.


Sobre 27.037.234 obligados votantes, quien de las dos salga elegida 48 Presidente/a, de la República Argentina, deberá alcanzar el 45% de voto positivo, o bien un 40%, guardando una ventaja de diez puntos sobre su oponente.


El Ballotage (francés) está previsto si en la primera vuelta nadie cumplimenta estos porcentajes.


Dudo que no gane Cristina Fernández en la primera vuelta. Dadas las circunstancias, ésta, más que elección, es un plebiscito de seguro ganador.


Como en el hipódromo, cuando un caballo o una yegua son los favoritos.




EL PLEBISCITO AUSTRAL. ANTECEDENTES.

Plebiscito. Éso es ni más ni menos la mentada elección de hoy en la República Argentina.

En esta tierra de caudillos de pobre tradición democrática, fórmula republicana nominal y un ejercicio de poder presidencial abrumador, las formas consultivas del voto se corresponden al arcaicismo defondo.

Desde la fundación territorial de 1816 hasta 1914, en el país imperaron la dictadura abierta (de Juan Manuel de Rosas) y el voto cantado o fraudulento. Desde allí hasta 1930 se ensayó un experimento democrático sustentado en las clases medias; aunque la figura de otro caudillo (el krausista radical Hipólito Yrigoyen) marcara gran parte de su ritmo. Derrocado por la crisis económica, su previa vejez y un feroz general admirador del fascismo, se abrió un periodo de falsa democracia, tutelada por el Ejército y otro general, menos fascista, aunque tan autoritario como el otro.

Dos gobiernos conservadores mediando civiles de tal calibre, culminaron en el abierto golpe de Estado del Ejército, en el que su figura dominante terminó siendo el coronel Juan Perón; admirador de Mussolini y bastante influenciado por su Carta del Lavoro, merced a una estancia de dos años en Italia al borde de la Segunda Guerra Mundial.

Al Igual que el estanciero Juan Manuel de Rosas, el oficial de Inteligencia castrense Juan Domingo Perón se apoyó en los sectores populares (en especial la joven clase obrera) desarrollando medidas de protección social inéditas hasta entonces, estimulando el combate popular contra la oligarquía vernácula y el Imperialismo norteamericano.

Descabalgado y puesto en la cárcel unos días por el ala liberal (y fraudulenta) de sus camaradas, aliados a los viejos partidos políticos y la embajada de los EEUU, fue liberado el 17 de octubre de 1945 por la movilización obrera, asociada al apoyo del sector militar obrerista y los efectivos policiales, sumados en gran número durante su gestión bienal como Secretario de Trabajo, Ministro de la Guerra y Vicepresidente de la República.

Una vez ganadas las elecciones con toda limpieza, el flamante General montó una democracia de fondo quebradizo y gran apoyo popular, soportada en nuevos beneficios sociales y una imponente marejada de obras públicas. Su segunda esposa y ex amante (Eva Duarte), a la postre su mejor discípula, reveló grandes dotes de mando e iniciativas de beneficencia, destinadas a los sectores más postergados.

El respaldo de gremios fortalecidos y controlados desde el gobierno peronista, desempeñó un importante papel, junto al soporte del Ejército, parcialmente depurado de efectivos liberales.

Así, enancado en estos dos pilares fácticos, desarrollaron Perón y Evita su dictadura populista en la Argentina.

Las divisas acumuladas durante la Guerra financiaron, junto a las exportaciones de carne y cereales, el control absoluto del país; debilitando a una oposición política y congresual, amedrentada por persecuciones, ceses compulsivos en las cámaras y clamorosas zancadillas que no cayeron en saco roto, ante las barbas remojadas de un Poder Judicial obediente. Con la prensa y los medios, fue implacable el voraz gobierno. Suprimió la independencia de las emisoras radiales empleando el chantaje y compró casi todos los periódicos importantes a golpe de talón, engullendo al penúltimo y más peligroso mediante la fuerza en 1952.

El peronismo, debilitado por la agonía de Evita, volvió a ganar las elecciones de ese año. Pero tras su muerte, la decadencia del régimen y su Líder se hicieron patentes. La bonanza económica llegaba a su fin, por más parches que intentaran el dictador y sus obsecuentes secuaces. Los que no lo eran tanto, ya habían sido apartados del poder por esas fechas.

En medio de una rampante corrupción, los malos números y ataques sin precedentes a los opositores y la Iglesia (su aliada de ayer), cayó el régimen en octubre de 1955. Perón, el prepotente caudillo nacionalista y enemigo del Imperio, había desestimado pelear, acatando la decisión de sus rivales, minoritarios en el Ejército.

De ahí en más, la azarosa peripecia del bello y próspero país austral, acentuó su sesgo trágico, protagonizado por antiperonistas civiles jaqueados y derribados por el omnipresente estamento militar, y sus nuevos caudillos.

Como se sabe, desde Aramburu y Rojas hasta Lanusse, pasando por Onganía y Levingston, fracasaron uno tras otro. También lo hizo Perón al retornar forzosamente al país tras 18 años de exilio, en medio de una serie crisis política, el acsos guerrillero y grandes movilizaciones. Falleciendo tras un año de mandato mediando el rocambolesco enroque con Héctor Cámpora, se salvó del total descrédito, como consecuencia de planes económicos que hacían aguas por todas partes.

No tuvo tanta suerte su malvada y torpe esposa número tres(María Estela Martínez Cartas /Alias "Isabelita"), secundada por el torvo mucamo matrimonial (José López Rega), operando una catastrófica gestión.

El nuevo turno militar fue inevitable, y a ciencia cierta constituyó el peor de todos los habidos. Los crímenes de Estado e inéditos campos de exterminio, extrapolados del modelo nazi, apto para eliminar 30.000 opositores en siete terroríficos años, se unieron al pésimo manejo económico y la corrupción generalizada del estamento militar y sus cómplices.

La frustración que invadía la sociedad criolla en esos años de plomo, se exacerbó con el fracaso militar en la llamada Guerra de las Malvinas, abriendo inevitable paso a la democracia.

Elegido por mayoría absoluta, el radical Raúl Ricardo Alfonsín, uno de los pocos políticos argentinos que enfrentó a los militares durante el terrible ciclo, derrotó por vez primera a los candidatos de un peronismo escoradoi a la derecha que los votantes identificaban con la dictadura militar.

Pero la democracia del valeroso Alfonsín, jaqueada por la mala gestión de una economía inflacionaria y el sabotaje sindical del peronismo, debió irse meses antes de concluir su mandato sexenal; despejando el horizonte para el triunfo del peronista Carlos Saúl Menem.

Este ejemplar de provincias, hijo de sirio libaneses y oportunista en extremo, probó hasta qué punto el peronismo era un instrumento pragmático y adaptable a cualquier solución política y económica. Para frenar la inflación dolarizó a los pocos meses de gestión la economía, y se lanzó a rematar las empresas estatales. Su política liberal polarizó las clases, devastando enormes franjas de la clase media, prendidas en una forma u otra a la teta del Estado; a la vez que recortaba, tanto el poder militar (rebajando sueldos y restándole reequipamiento) como el sindical (al hundirse la producción industrial y cerrar las fábricas medianas y pequeñas).

La marcha del mundo y el odio público a los privilegios militares y sindicales favorecían la estrategia de poder global del ambicioso "turco".

Los dos periodos del exhibicionista y farandulero mamarracho (tan parecido al Perón, viudo de 1953/55), se caracterizaron por el crecimiento desorbitado de la deuda externa y una corrupción muy superior a la de los gobiernos del susodicho.

Sucedido por una alianza electoral de radicales de centro y peronistas de centro izquierda, al país le aguardaba el desastre de la nueva pesificación y el tristemente célebre corralito, saqueando de facto los ahorros bancarios en dólares de la clase media, sobrevivida a la nefasta era de Menem. De golpe y porrazo, los sueldos de 1.000 dólares devinieron en 1.000 pesos moneda nacional, con el dólar tres a uno y un costo de la vida que mantenía los precios de antes, aumentándolos.

O sea, nuestra miseria presente en el pasaje de la Peseta al Euro, multiplicada por tres, con tarifas por las nubes y sin cobertura social ni previsional.

La revuelta popular, de gran magnitud ante la evidente quiebra estatal, fue inevitable, y el incompetente De la Rúa, el Presidente radical de la coalición en el poder, debió marcharse; no sin que antes la represión ordenada dejase un tendal de víctimas en las calles de Buenos Aires.

Pude ver las consecuencias de la pesificación en el 2001, durante mi segundo viaje a Buenos Aires tras 18 años de ausencia (el primero lo realicé en 1999, cuando los viandantes en las calles comentaban su hartazgo de Menem y su apaño liberal y globalizador). El casco céntrico y los pueblos del conurbano provincial presentaban un aspecto lamentable, de chabola gigantesca y definitiva

Entonces, familias enteras alfombraban las aceras en las principales avenidas en la Capital Federal. No tenían trabajo, ni casa, ni comida. Eran miles y miles de manos tendidas a tu paso. Si en el ´99 ya se te cruzaban "mangando un dolar", propina entonces del cafelito, ahora la multitud se contentaba con unos pocos céntimos pesificados.
Aquél año yo procuraba material bibliográfico a mi segundo tomo de Perón. Luz y Sombras, y cuando ingresé a una librería céntrica, preguntando "dónde estaba la Historia Argentina" (me refería al anaquel correspondiente) la propietaria, una madura e inteligente dama, me respondió: "En el cubo de la basura."

Una vez expulsado el odiado De la Rúa, gobernaba el senador peronista de centro derecha Eduardo Duhalde (elección congresual forzada en pocas horas ante la incompetencia de Adolfo Rodríguez Saá, llamando a no pagar la deuda externa), capeando el temporal, auxiliado por el economista Roberto Lavagna; a la postre verdadero artífice de la recuperación económica que hoy se observa.

La elección final de Nestor Kirchner, elegido por un 25% de los sufragios, no significó la supresión del presidencialismo absorbente y los manejos caudillistas en la política local. La pueblada que acabó con De la Rúa exigía "que se fueran todos[los políticos]". Pero en los hechos no había con quién reemplazarlos y la realidad se impuso, una vez más. Muy pragmáticos, los ejemplares sobrevividos de la política criolla cedieron paso a la triunfal candidatura de un populista, perteneciente a la generación juvenil que respaldó la lucha armada para reinstalar al viejo Perón en el poder, y que después había gestionado con acierto su provincia en los años de gobernación.

Cierto es que el crecimiento sostenido del país en los últimos años (a un promedio de casi el 9 % anual, y con superávit en la balanza de pagos a corto plazo, gracias al ingreso fiscal) permitió remontar la crisis como tal.

Pero la depresión salarial sigue incólume, y con ella diez millones de argentinos viven sumergidos en la pobreza, mientras el delito y el crimen -ya existentes durante el decenio de Menem- se articulan con la corrupción de la policía al estilo mexicano, y en las esfera de poder florecen las comisiones ilegales y los tratos de favor.

El paliativo, típicamente populista, ha consistido en subvencionar productos de consumo popular como las gasolinas y en especial la carne, detrayéndolos a la exportación (los productos cárnicos, de consumo masivo y tradicional, son el más palmario ejemplo); gravando con impuestos aquellos exportables. Ello explica la permanente enemistad -semejante a la habida entre estos sectores y Perón- de los productores agrarios con el Gobierno. También cierto auge inflacionario de cifras que oculta el Gobierno.

En paralelo, el comercio de soja con los chinos ha funcionado reemplazando lo que en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX, constituyó la base del progreso argentino.

Los antecedentes patagónicos de Kirchner y su mujer, la senadora Cristina Fernández, revelan aparte de la aceptable gestión, fuertes trazos de caudillismo nepotista en la Gobernación provincial de Santa Cruz. Ellos se han transmutado a la Casa Rosada, y su enérgico control (persupuestario y por ende político) de las provincias.

En el mejor estilo del Líder, Kirchner decide los asuntos de Estado por cuenta propia, prescindiendo de aglomerar ministros. El trato con la prensa fue áspero desde el comienzo, y aunque no llegue a los extremos practicados por su maestro político, la presión sobre los medios se deja sentir hoy, siendo a menudo aplastante o cuando menos molesto.

Quizá la clara baza a favor, en términos democráticos, que pueda concedérsele este caudillo de floja oratoria y poco carisma, con veleidades centroizquierdistas (respaldadas por el diario Página 12 y el ex montonero de los servicios de inteligencia de la organización, Horacio Verbitsky), sea la derogación de las leyes de Punto Final, que tras los juicios a los miembros de las juntas militares que asaltaron el poder en marzo de 1976, decretó un Alfonsín ya jaqueado por amenazas de golpe de Estado, y presiones del peronismo más derechista, en boga entonces.

Sin embargo, la alianza de Kirchner con poderosos monopolios económicos, el ala radical de las Madres de Plaza de Mayo (encabezada por la siniestra Hebe de Bonafini, fervorosa de la ETA) y el piquetero D´Elía, o los llamados gordos del sindicalismo peronista (dirigidos por el transportista Hugo Moyano, a falta de una industria pujante que torne a aupar sindicalistas del metal o textiles) revela aspectos menos felices en su gestión social; carente además de medidas innovadoras que reduzcan la abultada franja de pobreza en esta nación de 34 millones de habitantes.

En materia de política internacional, cabe apuntar los lazos de Argentina con Hugo Chávez(matizadas por varios negocios) y las distancias con EEUU; mitigadas por el odio del Presidente hacia Irán (cuyos agentes secretos precipitaron la masacre judía de la AMIA) y a punto de ser acortadas, al parecer, por Cristina Fernández, menos populista que su consorte.

A ella, poco clara en su programa de Gobierno. destinaremos el siguiente apunte.



sábado, 27 de octubre de 2007

DE PESCA 3

Leo a Javier Pradera rindiendo homenaje a los 14 años de la Era González, calificando su estertor, precipitado por el GAL y la clamorosa corrupción (atribuida por él a la turbia financiación de los Partidos, excluyendo los tan frecuentes saqueos cuentapropistas de Roldán, Vera & cía) como la tragedia que se cierne sobre el final de los reyes Shakespearianos.

De paso se advierte una cierta reconvención al actual Gobierno Socialista por no respetar debidamente al prócer que, según Pradera "modernizó la España de las autonomías, integrándola a Europa."


Al respecto, matizo el comentario de un ex mandatario siempre enérgico aunque algo envejecido, oponiéndose a que la Memoria Histórica sea convertida en Ley. ¿No será, digo yo, por el temor a que la Ley que oficialice esta Memoria alcance en algún tramo del porvenir su arrogante gestión gubernativa?


ABC reproduce el discurso de Amos Oz al recibir el Premio Príncipe de Asturias.

Estamos frente a un escritor que sabe del dolor y el sufrimiento humanos. De su intervención transcribo algunos párrafos; los que mejor sintetizan su legado de reflexión moral ante el conflicto árabe israelí.


"Los judíos y los árabes tienen algo en común: ambos han sufrido en el pasado, bajo la pesada y violenta mano de Europa. Los árabes han sido víctimas del imperialismo, del colonialismo, de la explotación y humillación. Los judíos han sido víctimas de persecuciones, discriminación y, al final, el asesinato de un tercio del pueblo judío.

Cabría suponer que dos víctimas, y sobre todo dos víctimas de un mismo perseguidor desarrollaran cierta solidaridad entre ellas. Desgraciadamente no son así las cosas, ni en las novelas ni en la vida real. Por el contrario, algunos de los conflictos más terribles son aquellos que se producen entre dos víctimas de un mismo perseguidor. Los dos hijos de un perseguidor violento no tienen por qué amarse necesariamente. Con frecuencia ven reflejada el uno en el otro la imagen del cruel progenitor."


Oz no cree que los libros vayan a cambiar el mundo, pero ayudan a entenderlo. Lo difícil es resolver la complejidad del conflicto señalado. Uno de los grandes desafíos del siglo que comienza.

DE PESCA 2

Los resultados del debate asambleario en el interior de Esquerra Republicana de Catalunya convalidan el tándem Carod-Puigcercós; aunque también a sus opositores bicéfalos, situados a corta distancia. El replanteo del pacto Tripartit apretando el torniquete de exigencias no es cosa nueva. Forma parte de la estrategia de esta zigzagueante formación que presume de izquierdas, siendo en realidad de derechas.

No me refiero a ciertas reivindicaciones autonomistas muy caras al sentimiento nacional catalán -sin duda existente, mal que pese al nacionalismo español- sino a extremismos que se hacen patentes en la penosa comparecencia de Carod y su comentado discurso mediático ante Milá y sus huéspedes.

Los extremos se unen y hasta se aparean en ocasiones. Fanfarronadas humillantes como las de el jefe esquerrista estimulan ataques simétricos lanzados desde el PP y sus mamporreros, posicionados en El Mundo, La Cadena COPE, y el gabinete de Ángel Acebes, manejado por la estirada Cayetana Álvarez de Toledo.

Los límites aceptables del nacionalismo democrático son difíciles de respetar. Demasiado a menudo se trasgreden en nombre de la Patria, emblema sagrado y absorbente, sembrando el campo de minas emocionales que en un momento u otro deflagran.

Por fortuna, hemos soslayado en Catalunya la difícil encrucijada de Euskadi y la existencia de una izquierda abertzale de ala terrorista.

Tampoco la derecha española cruza los márgenes de la polémica, matizada por las tenebrosas fantasías del señor Ramírez y su "conspiración", torpemente esgrimida contra el PSOE y su triunfo electoral, o las provocaciones matinales de Jiménez (Losantos), extendidas a Libertad Digital.

Así las cosas, señalo un comentario del periodista y eurodiputado del PP, Luís Herrero deslizado el viernes último, llamando imbécil a Al Gore. El patronazgo radiofónico de Federico, devoto de George Bush y presente en la tertulia, era un estímulo para la afrenta.

Recordamos que en el pasado, era frecuente que Herrero empleara el término imbécil para definirse a sí mismo (está en las hemerotecas). Seguramente lo hacía a guisa de broma liberal con su propia condición; aunque en ocasiones diera la impresión de tomárselo en serio.

Se lo aplicaran o no en la más tierna infancia sus mayores o los críos del barrio, el viernes pasado se lo encajó a Gore, ex vice de Clinton y reciente ganador del Nobel por su entrega activa a temas ecológicos.

A Luís Herrero, autor de un texto sobre Adolfo Suárez (criticado a fondo por uno de sus hijos) no le darán siquiera el Planeta, tan devaluado en estos tiempos.

Así será, aunque hoy venda ejemplares; mientras muchos españoles le sigan votando, y todos contribuyamos, según manda la democracia, a pagarle los sueldos y las dietas.


DE PESCA (1)

Caña en ristre pesco algunas noticias que me tocan

La señora Esperanza Aguirre compara la pasiva actitud del testigo argentino que presenció, sin reaccionar, la agresión de la chavala ecuatoriana en el vagón de tren, con los que permanecieron mansos ante el desarrollo nazi en la Alemania de Weimar.
Ella, muy activa tironeando el Manto Real de Juan Carlos I, en demanda de "humanidad" para el xenófobo de la COPE (me refiero al matinal, en concreto), se permite criticar a un joven argentino (y homosexual) residente en Catalunya.
El que, convengamos, podría haberse metido en un lío mayor, de terciar.
Del agresor, ducho en practicar la xenofobia de género en los vagones ferroviarios (según consta en otra denuncia, realizada horas atrás en el programa de Señiz e Izaguirre) ya me he referido en previos artículos.
Tampoco abundaré en la cuestión del valor y el coraje (o su ausencia) en la actitud del inmigrante hacia la víctima del predador. Me interesa más evaluar la desvergüenza de Aguirre, cabeza de Gobierno de una importante comunidad y destacada amazona mayor del PP (concretamente posicionada en su ala derecha).
Acusar a un chaval argentino de cobardía ante nuestros nazis comporta una temeridad rayana, justamente, en la xenofobia que de la boca para afuera se insiste en combatir.
Aunque resida entre nosotros y tenga papeles, un inmigrante será más vulnerable que cualquiera de nosotros ante el incidente mayúsculo.
Viene a ser, pese a lo que acrediten los papeles, un ciudadano de segunda clase.
Lo sabemos todos. Y el que Aguirre acusa también. Pero ella, súbitamente antinazi de pro amparada en la arrogancia, parece no darse por enterada.
A la hora de comparar la tolerancia ajena con una agresión xenófoba (y de género), debiera fustigar con vara de igual rigor a algunos ejemplares de su patio trasero.
Y de paso, diferenciarse claramente de la actitud que habilitan peligrosos compadres nostalgiosos del franquismo (Mayor Oreja, Jiménez Losantos), con los que fraterniza, o a los que intenta proteger, de iras reales y Reales iras.

jueves, 25 de octubre de 2007

¿FALLO O FALLA?

No me refiero a la falla valenciana, sino a la otra acepción del término.

El juez interviniente en el caso reseñado, ha decretado la libertad sin fianza del delincuente. Entre tanto, seguirán las diligencias del juicio, en procura del probable fallo procesal y sus posteriores alternativas.

No voy a discutir la potestad de un juez; aunque no pueda menos que poner en duda el equilibrio en el fiel de su balanza.

La única libertad posible de este agresor, probadamente exhibicionista y que no da muestra alguna de arrepentimiento, es la de volver a agredir.

A su reciente víctima, o a cualquier otra que se le cruce en el camino y la compulsión.

La medida deja suelta a una fiera. Como ciudadano, me cabe protestar. Espero que lo hagan masivamente los actores sociales que repudian al inadaptado y su delito.

Ello me conduce a no alterar una sola coma en el previo post.

Es más, me dan ganas de ponerle un mástil para izarlo como una bandera. Recordándome que al racismo y la xenofobia hay que combatirlos allá donde se manifiesten.

También por cierto, en el secreto cubil que tan a menudo nos resguarda los serpenteantes prejuicios agazapados en el inconsciente.

LA SERPIENTE Y EL HUEVO

El reciente caso de agresión de una joven inmigrante ecuatoriana por un chaval de Santa Coloma de Cervelló en un vagón de tren ha conmovido a nuestra opinión pública. La falta de celeridad y precisión en un procedimiento judicial que debió administrar inmediata justicia, revela la debilidad que aqueja a la propia conmoción.
Por naturaleza, cualquier sociedad opulenta anida elementos xenófobos y racistas, que emergen a la superficie cuando siente amenazados sus valores clasistas.
No es que los españoles vivamos ricamente. Nuestro promedio salarial, golpeado con rudeza por el €uro, ya era el más bajo de los nueve países desarrollados antes del funeral de la peseta. Ahora, tocamos fondo llorando a la difunta antes de final de mes.
Es lógico. Lo que antes costaba 100 pesetas hoy vale 1 €uro. La relación se reproduce en todos los órdenes (o desórdenes, como se quiera llamarlos).
De ahí que con una nómina o propiedad mediante nos tiren créditos al consumo por la cabeza.
A medida que de ellos echamos mano, seguimos forjando nuestra ruina
Sin embargo, ante la ola de inmigrantes en fuga que nos llegan cruzando mares y fronteras, somos privilegiados. En vista de la desgarradora invasión, la teoría de la relatividad nos vuelve defensivos en extremo. Entonces es cuando el racismo y la xenofobia se vuelven una suerte de válvula de escape del miedo ancestral y la frustración cotidiana, mientras un segmento de nuestros compatriotas se aprovecha de ello, contratando a precio de saldo la fuerza de trabajo de quienes no tienen papeles.
En El País de la fecha, un periodista (David Fleta) describe con pelos y señales la reacción del vecindario en Santa Coloma de Cervelló. En su conjunto exculpan o casi a Sergi Xavier Martínez.
"¿No os da vergüenza grabar esto, con los problemas que hay?"-, señala un hombre de edad avanzada ante Fleta.
"Hay muchas más agresiones por aquí y no se ha formado tanto revuelo"-le dice otra mujer desde una terraza.
"Está mal lo que hizo, pero no es para tanto. Si llega a querer pegarle una paliza, se la pega. Para mi que la patada ni le llegó a dar"- sostiene otro, olvidando que la patada era el golpe de karate, digno de un encargado de gimnasio (tal era hasta hace no mucho la ocupación del agresor).
Nuevas exculpaciones suavizan el antiguo robo de un móvil (causal de los antecedentes de este chaval de 21 años, abandonado por una madre y a cargo de su abuela), o su práctico desconocimiento de Hitler.
Como si las raíces psicológicas de una conducta nazi y su violencia racial no fueran un hecho, extrapolable del Tercer Reich.
La reacción de este vecindario barcelonés no es aislada, en vista de la pereza procesual. La chulería mediática de este desclasado tampoco. Se siente arropado. Nadie se atreve a confesarlo, pero la percepción de muchos establece que el canalla -un manifiesto terrorista social- es un catalán de piel blanca que apenas dañó a una mugrosa india ecuatoriana de 16 abriles, que se rascaba las pulgas en un vagón de tren.
Algo está podrido en Dinamarca, diría Hamlet, de vivir entre nosotros.
Que no quepan dudas.
El huevo de nuestra serpiente cuenta con el clima social apto para reproducirse, rompiendo el cascarón.

martes, 23 de octubre de 2007

MATAR EL TIEMPO

No hablaré de ese estado bobo y sin norte que significa matar el tiempo. Matarlo por pereza o estulticia es cosa de cada uno. Que te lo maten es otra cosa.


Por ejemplo, te lo matan en estos días si vas a la Estación Cercanías, en busca del transporte habitual que te lleva al trabajo. El desastre barcelonés, causado por la imprevisión oficial ante las obras subterráneas del AVE, conmociona la conciencia pública.


Aún está fresca la otra imprevisión, que autorizó torrentes de agua pluviosa arrastrando montañas de residuo forestal el taponar los desagües en una localidad, provocando su inundación, y con ella el virtual desahucio de muchos pobladores.


La destrucción de viviendas, mobiliario y mercancías, pulverizó el esfuerzo que significó crearlos.

A la rabia y el dolor se sumarán otros, que deberán optimizar las autoridades evitando que nuevos diluvios precipiten la consiguiente tragedia.


Otra forma menos comentada de que te maten el tiempo se consigue haciendo la tanda en los cajeros de La Caixa de Pensions.

Si te lo miras bien, es un secuestro técnico. Atarte al palenque por necesidad es éso.


Hablo de sucursales grandes y medianas; aunque también sucede en las pequeñas.


En lo posible, intento resolver trámites bancarios mediante el cajero automático. Así lo procuran casi todos los clientes. Sin embargo, hay circunstancias que fuerzan diálogo con el personal. No me refiero a la entrevista con el delegado o el interventor, procedimiento que requiere cierta espera en cualquier entidad.
Un cobro indebido o dudoso, el pago realizado con retraso, el involuntario descubierto o el detalle de un listado de debe y haberes en créditos o comisiones, determinan la casi obligada tanda ante los cajeros; hoy sin rejas y abiertos al público.


Mediando la penosa circunstancia, te tiras media hora o tres cuartos aguardando turno. En vez de colocar más personal en estas bocas de expendio y trámite, la entidad sobrecarga de trabajo a sus empleados y secuestra parte de tu tiempo. El productivo o el que dedicas al ocio.

Si lo miras bien, eres un virtual rehén, capturado por medios civilizados y hasta legales.


Justamente, en estos días se emite por la tele un rimbombante y galáctico spot de la entidad. Se gastaron la pasta realizándolo. Y no sólo lo hacen con su dinero, o el que te cobran por la hipoteca, las tarjetas de crédito o los talones que llegan de otra entidad.


Es con el nuestro, contante y sonante.


Me refiero al que nos resta; al que podríamos ganar y no ganamos por causa del fatigoso turno en las tandas. Para que ellos le agreguen el que, a nuestra costa ahorran en nóminas, prestaciones sociales, y en no atendernos como es debido. De paso, en la suerte de gulag, esperamos turno matando el tiempo, por narices. Los jubilados y nosotros; aquellos que aún no lo estamos. O las madres con sus hijos pequeños.

Yo, más que matar el tiempo, confieso masticar rabia, manifestándola a menudo en voz alta. Lo hago en forma civilizada y desde luego resonante. Ello me ha convertido en un cliente molesto. Y doblemente mal atendido.

Iam sorry, gentlemen, mi antigua hipoteca me impide romper lazos con vosotros. Por desgracia, es el caso de la mayoría de los sufridos tanderos.


Estimo que la relación calidad-precio de la prestación se ha degradado en los últimos años, a punto tal, que las oficinas de la entidad son lo más parecido a una mala oficina de correos (la que hay en mi pueblo es buena) o la pésima atención que uno recibe de Telefónica.


Ya viene siendo hora que el Banco de España, la OCU o quién sea, tome cartas en el asunto.


¿Qué derecho tiene una entidad financiera, a matar nuestro tiempo sin conmiseración, crispándonos junto a su propio personal, sobrecargado de trabajo y estrés?


La optimización del plusvalor y la cuenta de beneficios no justifican la penuria de nadie.

Y menos la de los dueños de la pasta que, al fin y al cabo, disponiendo de poco o mucho, somos nosotros, sus clientes.


Lo seremos hasta que dejemos de serlo, uno de estos días. Antes de morir del todo encolumnando la tanda...






lunes, 22 de octubre de 2007

LA CENA DE LOS ACUSADOS

Gran escandalete montó Ernesto Ekáizer desvelando los entremeses verbales de la cena nocturna en Palacio, celebrada la víspera del 12 de Octubre.

Junto al Rey y la Reina, se sentaron en la round table ocho comensales; incluídos el Presidente, su ministro de Exteriores, el glorioso longevo Francisco Ayala acompañado de su mujer, y el embajador argentino, Carlos Bettini, íntimo de Nestor Kirchner y su otra mujer, mandataria inminente según cifran los encuestadores y el desencanto resignado de sus votantes.

El primer acusado fue un ausente; Jiménez (Losantos). Su Majestad lo tiene entre ceja y ceja desde que le pidió, ante varios millones de escuchantes, la abdicación.

El pequeño César se atrevió a lo que nadie; al menos no en los medios. Y allí, masticando sobriamente alguna pieza entre cuchillo y tenedor, a la verita suya, Esperanza Aguirre Gil de Biedma; hoy Gobernadora de la Comunidad Madrileña, mañana o quizá pasado, presidenciable por un Partido de flojos líderes, le rogó piedad para su osito de peluche.

Al parecer, desea llevarlo a Telemadrid, para que desde allí siga haciendo de las suyas. El impenitente madrugador ha conseguido, con la ayuda inefable de Ramírez y su pliego amarillento, montar un chiringuito al que concurren varios ex izquierdistas como él.

Desde la COPE y Libertad Digital, este nutrido pelotón de tránsfugas ha hecho realidad el sueño de la derecha; aquél que Irving Thalberg plasmó desde la Metro Goldwyn Mayer en los años ´30: un equipo propio de guionistas trabajando en un solo guión.

A alguno con faldas, de orígen porteño y acento pijo del Barrio Norte, se lo ha cedido al task force de Ángel Acebes.

Al frente de estos obedientes repetidores de su pensamiento vivo, desarrolla Jiménez la teoría catastrofista de la España rota, enfrentada al proverbial oficialismo de El País, y el zapaterismo que despuntaron los moderados y plurales izquierdistas de Público.

Esperanza, rígida cuando perora, tose o carraspea, cruza o descruza las piernas, mira o baja los parpados, manduca o sonríe, defiende a Jiménez con el vigor de Agustina de Aragón, correspondiendo el amor que le profesa desde el eter su juguete rabioso.

Molesto, su Majestad señala a sus patrocinadores eclesiásticos como responsables de la provocación. Tierna como una mariposa de hierro, ella insiste en obtener para el osito "un trato humano".

O sea, más humano que el otorgado por el aludido déspota a sus blancos móviles.

Harto ante la insistencia de la dama, el Monarca da el carpetazo al asunto, hablando de la montaña y Mahoma.

Está en los periódicos y no cabe repetirlo.

Tras el apunte de Ekáizer recogiendo el soplo de algún infidente comensal, la Casa Real manifestó su protesta. Los chismes que antes afectaron al hijo y su nuera, se ceban con él gracias a la quema de retratos, y los fuegos más peligrosos que enciende Jiménez desde el micrófono.


Hoy, desde las 6 y diez de la mañana, disparó varias salvas sobre Ekáizer (último acusado de la cena, desde su nota reseñándola), destacando su condición de argentino (0 austral) y su proverbial inutilidad. Dijo más cosas, pero las he olvidado. Sus catilinarias de molde, en las que en forma continua cuela al Presidente, se adaptan a varios objetos basura.

Del Olmo, Gabilondo, "Muñoz cuando era Muñoz", Francino y hoy ¡qué más da!, le toca a Ekáizer.

Leo a este periodista y autor de libros desde hace muchos años, en Buenos Aires (mediante su columna en Clarín) y luego aquí. Escribe mejor que Jiménez y sobre todo, está más a tono con la convivencia democrática.
Eso basta y sobra.



sábado, 20 de octubre de 2007

ALZHEIMER

Del Parkinson pasamos a un Alzheimer: el de Pasqual Maragall.

Le han diagnosticado su inicio y él lo lo hace público, sincerándose.

El anuncio me conmovió. Está dispuesto a luchar contra el flagelo, demostrando su valentía. Dice que "no perderá su identidad por completo, pues en la calle le reconocerán y se la harán recordar". La broma optimista no deja de ser éso. Por más que te recuerden quién eres, la enfermedad hace que te dure un segundo.


La niebla que te separa del pasado identitario te acompañará hasta el final del viaje, sin vuelta de hoja.


En este honesto hombre público, un nacionalista de izquierdas que supo gestionar los asuntos de Barcelona mucho mejor que otros alcaldes -y aquellos que le sucedieron en el cargo-, la pérdida de la identidad política, previa a la más cruel que hoy le acosa, se inició durante el gobierno socialista de Felipe González.



La realización de buena parte del programa social partidario sucumbió pronto ante la realidad. No fue la única formación de izquierdas en el poder que debió cambiar para permanecer.



Los sueños, sueños eran y quedaron aparcados en el recuerdo. Las leyes económicas determinan pocas opciones al ensayo social.


El Estado benefactor no cesa de retroceder en Europa desde la década de los noventa. Las vecinas convulsiones de hoy no hacen más que reiterarlas. Francia, sobrada de burócratas prendidos a la ubre estatal, carente de los empresarios que precisa, y con ventajas sociales que gravan el erario público, no crece. Sarkozy, en representación de la mayoría que le votó, adopta medidas que siguen el rastro de Margaret Tatcher y el ajuste económico. Los sindicatos y diversos agentes sociales, triunfantes años atrás ante tentativas semejantes, resisten de nuevo.


Pero la crisis es ya insostenible y no hay otro camino que amputar el miembro para detener la gangrena del cuerpo.


Los iniciales turnos socialistas aplicaron esta política realista, evitando lo que no se evitó en Francia. Maragall debió asimilar el cambio de tercio, junto a fatales trasgresiones del Estado de derecho (Léase GAL) y graves casos de corrupción en la esfera gubernamental. También el triunfo permanente de CIU y Jordi Pujol durante muchos años.



Ya dije ayer que Maragall tuvo, para mantener posiciones en el PSC y la alcaldía, que tragarse muchos sapos.


Entonces se volvió contestatario y cargó contra su vieja formación; la de sus amores en los últimos 30 años.


Los póstumos sapos, muy mal digeridos, se atrevió a regurjitarlos horas atrás.


En cierto sentido, Pasqual había ido perdiendo identidad política y personal, junto al poder menguado. Su abandono de la Alcaldía y las vacances en Italia revelaban fatiga. También su largo silencio. Una vez quebrado, tras anunciar su candidatura por el PSC en las Autonómicas, su gran prestigio volvió a generar expectativas.


Pero el pequeño mundo de su querida tierra había cambiado.


A su presentación electoral como President le faltaron los votos que esperaba. La consecuencia fue una gestión personal, menguada por la fórmula tripartita, y las cargas subterráneas de ERC; heredera parcial de los sufragios que aguardaba reunir el ex alcalde.


Tras el albur y su fatigoso trajín, no llegó otra oportunidad. Y ahí quedó; aparcado y echándose puñados de tierra, como un nuevo Job, solitario y amargo.



Ahora nos anuncia su Alzheimer. Es la última y peor de las desgracias, que este caballero de la política debe soportar en el ocaso. No es el único en padecer la desmemoria y el extrañamiento. Adolfo Suárez, otro servidor público de buena voluntad -aunque prefiramos a Pasqual por trayectoria coherente y afinidad política- vive la etapa terminal de una tragedia semejante.



Desde Barcelona, su ciudad y la nuestra, debemos arroparle, y en lo posible atenderle.


Nuestro Alcalde, el mejor de todos, no debe quedar solo...








DEBORAH

Con 86 años partió Deborah Kerr. Más conocida como estrella de Hollywood, inició carrera en su país de origen; Gran Bretaña.

Escocesa y pelirroja, esta hija de un militar de rango se inició en la radio y el teatro, franqueando los estudios cinematográficos gracias al director Gabriel Pascal. De ella se prendó poco después otro regisseur, el maduro Michael Powell, a quien con Emeric Pressburguer debe el cine inglés cintas notables. Deborah intervino en dos de ellas : Coronel Blimp y Narciso negro.
Gracias a su desempeño en la última componiendo a una atractiva monja, llamó la atención de la Metro Goldwyn Mayer.
Su debut en la compañía se produjo en Los vendedores, un melodrama sobre el mundo de la publicidad montado para Clark Gable. Luego en otro, servido para Spencer Tracy. En ambos era una suerte de comparsa mayor sin especial lucimiento; salvando el que desprendía su sello característico, marcado por sobriedad y contención dramática.
Mayor lucimiento tuvo Deborah en Las minas del Rey Salomón, un clásico de aventuras bien filmado (por segunda vez) en Technicolor, junto a Stewart Granger; un compatriota muy apuesto que le gustaba montones, pero que entonces era el marido fiel de Jean Simmons.
Amante de Powell unos pocos años, se casó con Tony Bartley en 1945, y aparte de su confesa atracción por Granger, no se le conocieron romances en el extrarradio.
La presencia cinematográfica de la Kerr, muy agradecida en el maquillaje y por la cámara, sirvió luego para emplearla en superproducciones tan caras como El prisionero de Zenda, Julio César o Quo Vadis. En De aquí a la eternidad reveló a fondo sus dotes dramáticas junto a Burt Lancaster.
La escena de la playa y el tórrido clinch amoroso entre la mujer infiel y su amante, bañado por las olas de Pearl Harbor, a punto de ataque por la aviación japonesa, devino clásico en la mitología del romance.
En El rey y yo, Té y simpatía (representada con ella en Broadway con muy buena crítica) y Tú y yo (nueva versión de otro clásico que nos gustó mas que ésta), siguió encantando la pelirroja a los espectadores. Su emparejamiento estelar, iniciado a medias con Gable y Spencer Tracy, se prolongaba en lo más alto con Granger, Robert Taylor, Lancaster, Yul Brynner, Cary Grant o David Niven.
De nuevo monja gracias a John Huston, compartió cartel con Robert Mitchum en Sólo Dios lo sabe y Vidas herrantes.
Para sus compañeros de rodaje era una amiga. Con productores y directores no hubo mayores problemas.
La muchacha escocesa obraba con seriedad en cualquier set, porque así era en la vida.
Madre de dos hijas, en 1959 se divorció, iniciando un breve periodo de soltería.
En esa época llegan su tour de force en Suspense, de Jack Clayton, un fotógrafo extraordinario y meritorio director británico, y La noche de la iguana (otra vez con John Huston).
En 1965 se enamora del escritor Peter Viertel (amigo de John) y se casan. Poco después abandona el cine.
Confesó detestar los desnudos de la nueva era, a pesar de que alcanzó a deleitarnos con uno en cierto filme algo olvidado de Elia Kazán, componiendo a otra esposa infiel (para el caso de Kirk Douglas).
Viertel cuenta que se instalaron con su mujer en Marbella bajo el patrocinio de Luís Miguel Dominguín. Allí residieron, hasta que los primeros síntomas del Mal de Parkinson aconsejaron el translado de la Kerr a Gran Bretaña.
De ella, aparte de imágenes cálidas y de apreciable fuerza dramática, nos queda una calle en un barrio marbellí.
Fue la actriz más veces nominada para un Oscar (en total seis), que recién se llevó a título honorifico cuando ya no era joven ni se ocupaba de ella la prensa.
Su leyenda, comparable en rango a la de Olivia de Havilland o Maureen O´Hara (otra pelirroja sensible y maravillosa), se funde al cine que, en los años cincuenta y el despuntar de los sesenta alcanzó a brindarnos la industria de Hollywood, ya superada la época de los grandes Estudios.
Deborah llegó a integrar su último capítulo; el de las superproducciones a color que competían con la televisión.
Su talento dramático y algunos directores le permitieron sobrevivir a ese momento, coincidente con su madurez artística, y la plenitud de una belleza realzada en matices por el paso del tiempo.
En este campo, el de las películas habidas en una filmografía variada aunque siempre digna, su permanencia supera con holgura el límite que la vida impuso a su tránsito por este mundo.

viernes, 19 de octubre de 2007

LA MEMORIA

La memoria del pasado histórico nos ayuda a mejorar el presente.

Siendo a todas luces positiva, la Ley que impulsa el Gobierno debiera llegar hasta el fondo de esa memoria, reparando lo que la Historia escrita e impuesta durante décadas por los vencedores de la Guerra Civil, determinó.
Lamentablemente, no será así.

Una penosa característica de este turno socialista, es dejar varios asuntos a medias. A otros se suma éste, reclamado por jóvenes generaciones a las que no afectan los voluntarios olvidos o absoluciones de la Transición.
El PP, desplazado a la derecha y con nostalgias del franquismo, verificables en algunos de sus barones, aprovecha los temores oficiales, aprobando algunas cláusulas del proyecto de Ley. Izquierda Unida va más lejos que el PSOE. Pero más allá de los lamentos y quejas, no osa poner en riesgo la alianza oficialista que, en las Cortes, los gobiernos autónomos y ayuntamientos le autorizan gestión e influencias, superando su modesta cosecha de votos.

Quien de verdad alcanza las cotas de exigencia que, a mi juicio debiera guardar el Proyecto de Ley, es para el caso, Esquerra Republicana de Catalunya, a quien se le han vetado 50 enmiendas.
Sin la menor vergüenza.

EL CHIVATAZO

La nueva denuncia de Pasqual Maragall sobre la traición perpetrada por Rodríguez Zapatero a su respaldo frente a la candidatura de José Bono, se suma a las denuncias sobre las comisiones del 3% cobradas por Corvergencia i Unió durante su hegemónica gestión en la Generalitat, y la forzada sutitución por Montilla al frente del Govern.

Silencia Maragall su larga complicidad con los desastres y corruptelas del PSOE durante la larga gestión de Felipe González.

Entonces Alcalde (notable, por cierto), este culto y enjundioso compatriota que desciende de notables, vivía en su mundo modernizador, cristalizado por las Olimpíadas barcelonesas, un verdadero hito de trascendencia universal.

Sustituido luego por el pilis milis Joan Clos, se fue a Italia una temporada, para retornar, soñando con una rentrée triunfal en la Generalitat; suerte de nueva olimpiada personal para este fondista; uno de los más emblemáticos y prestigiosos miembros del PCS y el PSOE, desde la Transición.

Como se sabe, la declinación de Convergencia i Unió, paralela al retiro del Virrey (Pujol) no le benefició tal cual aguardaba. La consecuencia fue una debilitada honorabilidad al frente del primer Tripartit. El magno Alcalde era un President empequeñecido por las travesuras de sus socios de Esquerra (pese a la manumisión proverbial de Pilar Rahola) y las murallas alzadas desde La Moncloa.

Haberse tomado unas llargas vacances sabáticas en la tierra del Dante [y Maquiavelo] no le había dado ideas. Es que desde la posguerra, los peninsulares hacen política entre gobiernos inestables y una corrupción tan generalizada de la cosa pública, que la durabilidad en el poder o su extrarradio son representadas hoy con toda claridad por las figuras de Silvio Berlusconi o Romano Prodi.

Mejor hubiese asegurado su meditación, observando atentamente el funcionamiento de las modernas democracias, en Finlandia, Suecia o incluso Irlanda. En aquellos territorios, a diferencia de Italia; Grecia, Portugal o nosotros mismos, se prioriza la cultura; la única base firme, a ciencia cierta, del progreso democrático.

Ahora, con el casco capilar blanqueado por las nieves del tiempo, las viejas ideas marchitándose bajo el mismo y un viejo rencor, reavivado por los desdoros y el ocaso, el Maragall destapa el tarro de las componendas y las traiciones que anidan en su amada formación de otrora.

Lo malo, Pasqual, es que tú, viejo zorro de la política vernácula, conociendo muchas más faltas ajenas de las que confiesas, participaste en todas y cada una. El espíritu de cuerpo y la disciplina partidaria te llamaron a silencio; y el que cede, concede, aunque su intervención no sea activa.

El nuevo chivatazo señalando ingratitudes, seguido por tu definitivo abandono del Partido, no te salva del ocaso. A lo sumo, el testimonio quedará en las hemerotecas y la historia pequeña de los arrepentidos en política. Creo que de acompañarte el brío juvenil o la circunstancia histórica lo propiciase, tendrías, ya liberado de incómodos lazos, una oportunidad.

Mira sino el derrotero de Adolfo Suárez, Manuel Fraga Iribarne o incluso el de Santiago Carrillo; quizá el menos rutilante de todos.

Pero cerrar bajo llave tu tránsito no significa eliminarte como símbolo viviente. A diferencia de la siempre elegante e intrépida Rosa Díez (hay que ver lo bien que le caen sus cazadoras de piel), tu larga trayectoria te habilita para equiparar al llegendari Heribert Barrera en la cantera del nacionalismo catalanista. Quizá puedas, en ERC, formación siempre abierta a los valores con seny (que tanta falta le hacen, a la luz de la vulgaridad macarrónica que proyecta Josep Lluís Carod Rovira), o cualquier otra que se constituya, en esta época de innovaciones grupales minúsculas.

Más allá del símbolo, o el refugio mediático tipo Santiago Carrillo, no te auguro gran porvenir.

Si crees que miento, consulta el espejo. Verás que refleja en gesto y crispación tus amargas confesiones del presente, mientras va dibujándote el futuro.

El de alguien que fue y ya no será. A menos que se te ocurra escribir tus memorias; pese a quien pese y caiga quién caiga.














miércoles, 17 de octubre de 2007

EL SÍNDROME DE LA ARROGANCIA

Hételo aquí, entre colérico y desafiante al mandón Carod.



Se llama Josep Lluís, no José Luís. Lo dejó bien claro ante los cien asistentes a su parada de arrogancia y desprecio.


Con gente de este talante, los españoles de Madrid, Sevilla o Valencia -por sólo mencionar compatriotas de algunas regiones- escupirán a nuestro paso. El haber hundido al Cava fue sólo el comienzo.

En ese mazo sobran peores barajas.

La falta de este charnego -aclaro que yo también lo soy- es doble. Lo hizo ayer noche en calidad de jefe de una formación política que acepta intervenir en el fair play democrático, y mediando el cargo ostentado en el Tripartit y la Generalitat.

Verlo matonear al estudiante y las damas que le interrogaban (casi todas lo hicieron con respeto) me llenó de ira. ¿Cómo se puede ser tan grosero e insensible? ¿A guisa de qué, tan falso y retorcido?
En nombre de Catalunya no se puede validar tanto desprecio por el prójimo.

El contraste con la sobriedad de Antoni Durán i Lleida, apenas quebrada en el desafortunado enfoque religioso (él es católico) ante la dama magrebí del velo y su hijo, es notable.

La expresión de Lorenzo Milá ante uno y otro resultó contrastante.

También la mía. El enojoso remache del descendiente de guardia civil y estanquera, atribuyéndose el mérito de aplacar a ETA gracias a su clandestino coloquio de Perpingan, me indignó más aún. La banda terrorista no se apaciguó. En todo caso perdió gas ante la fuerza combinada del manifiesto repudio popular, las acciones de nuestros órganos de seguridad y la colaboración de Chirac.
Nada tuvo que ver Carod ni su dudoso empeño pacifista.

Entreveo un grave complejo de pequeñez en este sujeto que dice representar las ansias de profundizar la democracia en el Mediterráneo, circunscribiendo su uso al dominio de una nacionalidad.

Carod Rovira no se siente español. Hitler tampoco se sentía austríaco. El primero entregó su corazón a un ideal claustrofóbico. El segundo a otro; genocida e invasor.

Nacido entre las cumbres de los Urales y las agresivas borracheras de su padre, Stalin se atribuía la virtud global del pueblo ruso, desde los Estados Bálticos (secuestrados por su Ejército) hasta el último confín de la Siberia (donde destinaba a los que sobrevivían un tiempo a sus sangrientas purgas).

Más cercano está -así lo sugiere vía idiomática este preclaro normalizador- de Gran Bretaña o los países árabes.

En lo primero, la identificación es aristocrática. Ya lo dijo el tarragoní ante sus pares de Fráncfort, los que descienden de caballeros teutones. Para él y sus compadres, los españolitos venimos a ser turcos.

Él, con esa planta de supernumerario algo cabreado de La Caixa de Pensions, es el dueño y señor del seny.

Lo demostró sintiéndose acosado ante su auditorio de gente sencilla, y para peor nutrida de savia castellana.

Yo, catalán y confeso español, al que da lo mismo que le llamen Joan o Juan, sería un seguro candidato al exilio o al más seguro combate frontal, de prosperar las tesis despóticas del secesionista y su proyectada República Popular (así denominó ayer el segundo del complaciente Montilla, al inmenso país oprimido por los mandarines rojos).

La contradicción aparente en la simbiosis con ingleses y alemanes -los futuros aliados de su sueño y nuestra pesadilla- es su afición por el desierto arábigo. En ella desvela la esencia de un carácter poco civilizado.

Son conocidas sus simpatías por estas nacionalidades (a las que identifica con Catalunya) y su encono hacia Israel (asimilado en la región a la tiranía de España).

Inconscientemente, debe desear un destino semejante al de los árabes, para su tan amada tierra. Que en lo posible quede ella convertida en un desierto, equivalente al seminario repleto de libros catalanes en el que argamasó su tenebroso patriotismo. Y que de paso él, nuevo jeque constitucional, amigo de los pueblos que desean liberarse del Imperio fracasado y su lengua amenazante, gobierne a los que permanezcan obedientes a las consignas patrióticas de su paraiso aisacionista, junto al Llobregat, Los Pirineos, el Vallés o La Franja.

Sostenía este Carod, tan poco parecido al Pereira del gran escritor lusitano, que España debe salir del armario, proyectando sobre los que no pensamos como él, su propia actitud política.

Lo peor de todo este asunto radica en su negativa a asumir que lleva sangre española en las venas, perpetuando la huella totalitaria de Franco y sus aliados en su almita; oscura y violenta.

Es eso; aunque diga que por ninguna causa merezca derramarse una sola gota de sangre.

Sabemos que el despuntar de la violencia no siempre amanece derramándola. Pero al final consigue hacerlo. Quemar retratos es un comienzo.

Curándose en salud, este ejemplar de provincias y ego continental, señaló mediante grave gesto, que expulsó del Partido a los que lo hicieron, refiriéndose a los del Rey; agregando, que también incineraron su vera efigie, sin que a él le importase un pimiento (y equiparándose de paso al Monarca, como quién no quiere la cosa).

Me lo creo a medias. Nada de lo que diga un tipo vanidoso y arrogante de gesto teatral, es palabra santa. Vendrán otros que nos consideran turcos y lo harán, sin ser expulsados.

Por ahora, ante los castellano hablantes y/o escribientes, cabe el destierro comercial, el funcionarial, y el sostenido en aquellos medios controlados por su xenófobo gabinete cultural, excluyendo el uso oral o escrito del castellano.

De prosperar sus propósitos, el ajuste de cuentas no tardará en extenderse a todos los ámbitos de la vida cotidiana. De esta manera, el cigarrillo, el castellano y la prohibición que pesa sobre la venta de bebidas alcohólicas a los menores de edad, quedarían nivelados.

La prédica del odio y la expresa xenofibia, no conducen a otra cosa.

Y por lo que ayer se observó, al señor Carod Rovira, untuosa víctima del síndrome de la arrogancia, odio es lo que le sobra.















lunes, 15 de octubre de 2007

NADA QUE AGREGAR

Leo que Carme Chacón, Ministra de Vivienda, embiste contra el eurodiputado Jaime Mayor Oreja por su tácita defensa de las dos Españas, sosteniendo que "Franco era apoyado por gran parte de la población" y la resolución gubernamental de implementar la Ley de Memoria Histórica.






No te gastes Carme; Mayor Oreja, templado Ministro de Interior durante el gobierno centrista de José María Aznar, respeta a Franco. Lo hizo hasta hoy a escondidas, como la actual dirección del PP, al equiparar malamente a los vencidos con los alzados en armas contra el gobierno constitucional republicano, valiéndose de las que obraban en su poder, sumándoles las que suministraban desde el aire y la tierra, Hitler, Mussolini y sus entrenados carniceros de elite.
Al fin, el circunspecto Mayor Oreja se ha quitado la careta, sin importarle un pimiento la naturaleza del Régimen y su largo historial represivo.




Lo de las dos Españas es poco creíble. La Transición lo dio por verdadero, pero en realidad nunca lo fue. Si las viejas generaciones pactaron leyes de olvido, los jóvenes de hoy quieren saber qué pasó y cómo quedaron los vencidos hoy sobrevividos.


El Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero está integrado por jóvenes. Él mismo contaba trece años cuando moría el dictador y agonizaba su régimen.




La verdad histórica no es la que una ambigua Transición decreta, por más útil que haya sido. Reconociendo el mérito de entonces, hay que avanzar. Examinar a fondo la realidad del pasado nos ayuda a edificar el porvenir sobre bases más sólidas. Para el caso, profundizando esta democracia sin negar la diversidad de un mapa español que siempre lo fue.
Con o sin Franco.




Los que en 1936 respaldaron con votos al Frente Popular, eran mayoría. Sin el concurso faccioso del Ejército y sus mandos africanistas, templados en masacres, las minorías de derechas se hubieran resignado a aceptar las leyes sociales que implementaba la República, y también su emergente diversidad regional.




No les quedaba otra.




De no ser por la reacción de obreros y campesinos en Catalunya, Madrid, Valencia y otras comunidades, la sublevación hubiese triunfado. No pudo, al ganar los resistentes a una parte del Ejército y la marinería.


El combate entre republicanos y fascistas (autodenominados Nacionales) se prolongó durante tres largos años.


Al fin, ante un bando republicano de mapa aislado y sin suficientes recursos, ganaron los señoritos y sus guardias pretorianos, bendecidos por la Iglesia de entonces.






El odio popular contra la Curia antes de la sublevación facciosa no era gratuito. Desde sus púlpitos saboteaban todas las leyes sociales y culturales del Frente popular. Era inequívoca su posición. Querían la sublevación militar y la consiguieron.




¿Legitima ello la masacre de clérigos durante la contienda? No, sin duda. Nada justifica masacre alguna.


Las que el régimen triunfante perpetró durante cuatro décadas, sumadas a las cárceles, la miseria y el hambre que las masas populares sufrieron, bendecidas de hecho por la Curia, no deben olvidarse. Son las más canallescas por realizarse contra civiles inermes, hambrientos y rotosos.




Los vencidos no eran otra cosa.




Hoy España ha cambiado. Por eso mismo las autonomías exigen ajustes. Los gallegos resuelven afirmar su lengua de origen tal como nosotros y los vascos venimos haciéndolo.


Somos naciones dentro de una nación que compendia a varios pueblos; algunos bilingües.




Ya lo he dicho. Resulta lógico potenciar la lengua gallega o cualquier otra, en tanto se refuercen los contenidos. Uno de ellos es justamente la Memoria Histórica, cumplimentada por sus reparacíones. De la primera a la última deben realizarse.




Nada de esto incluye la venganza ni represalia alguna.




Se trata de poner la casa en orden. Así lo entiende Carme Chacón.
Mayor Oreja, la Plana mayor del PP, la Conferencia Episcopal y sus servidores mediáticos, resisten con dientes y uñas la asunción de una realidad que la democracia eleva a un primer plano..

Consideran que España, la que ellos desean, y nunca existió más que en su imaginario, se desgarra ante cualquier polémica que cuestione la unidad que les apetece.


¡Vamos, hombre! ¡La única verdad, es que nos queréis obedientes y de rodillas!


Rezando. Como anhelan los dueños de la COPE, su diminuto paje y el William Randolph Hearst de andar por casa; tan aprovechado sustrayendo al talento ajeno, conceptos y frases que no le pertenecen...