El valor del juez Castro, imputando finalmente a la real consorte del mafioso Urdangarín, ha prevalecido sobre las enormes presiones recibidas para que archivara el caso. Es una muy buena noticia para el Estado de Derecho, y muy mala para la moranquía y el gobierno. Horas antes, durante la celebración de la Pascua militar, el padre de la imputada exhibió su mala salud, pese al photoshop de "Hola", mientras el careto de Rajoy, allí presente, trasuntaba aflicción. La misma no obedecía a un sentimiento humanitario del que carece. En instantes de tremenda impopularidad del personaje y su gobierno, la decrepitud del también impopular "Jefe del Estado" anuncia fúnebres instancias, que debilitan aún más un sistema político e institucional a todas luces perverso.
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