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miércoles, 22 de enero de 2014

MUTANTES DE OCASIÓN


En su columna de "El Mundo", Lucía Méndez, a tenor de la publicitada entrevista presidencial en Antena 3, y sus respuestas, eludiendo temas tan sangrantes como la pobreza y el paro, desvelaba su pasmo ante la excluyente obsesión de Mariano Rajoy por la supuesta economía boyante, parangonando sus añejas glorias como parlamentario de temible efecto en las cargas dialécticas destinadas a sus rivales políticos, con su discurso plano y carente de toda emoción. 
Méndez es jefa de Opinión en el periódico que dirige Ramirez. Desde su lanzamiento editorial pertenece a su plantilla, salvando un breve período, y experta en los entresijos políticos, conoce perfectamente a Rajoy, porque además es votante del PP. Cuesta creer luego que no capte a fondo la entraña mutante del inquilino de La Moncloa. Más o menos lo mismo que a su director, y a la mayoría de los dirigentes políticos en este país.
Los avatares del tiempo generan mutaciones de apariencia sorprendente en los seres humanos; aunque no sean de tal calibre, ni mucho menos, al analizar su antes, comparándolo con el después.
La matriz ideológica del partido Popular se edificó sobre una base
franquista, adaptada a la mal llamada Transición Democrática.
La derecha local conoce ese referente político, basado en la derrota republicana y el odio cerril por las reivindicaciones populares. La formación de sus dirigentes amaneció en medio de la currupción organizada y sistemática, solventada por el dinero público y la conexión con empresas privadas y bancos, base de negocios y prebendas para los grandes partidos políticos y dichos estamentos.
El desarrollo económico español se basó en este capitalismo de amigos, práctica forzosa, alimentada durante cuarenta años por la dictadura. La nefasta Transición Democrática preservó esa esencia.
El sistema de elección popular, activado por listas cerradas y un funcionamiento interno caciquil, favoreció la tendencia a buscar desde el encapsulamiento la riqueza personal, desestimando cualquier ideal social previamente enunciado.
La carrera política de Mariano Rajoy se cimentó sobre esas bases, desarrollando funciones ministeriales durante los turnos de Aznar, en épocas de aparente prosperidad. Por entonces, no eran necesarias medidas draconianas de confiscación social; pese a iniciarse un proceso desnacionalizador de empresas públicas, acompañado de minimización industrial y destrucción parcial de la agricultura ni bien ingresara el país en la Eurozona.
La crisis cambió ese tan aparente estado de gracia, si bien, y esto debe quedar claro, en ningún instante en las filas del PSOE (caso ERES, antes Filesa y etc), CiU y sobre todo el PP, cesaron los saqueos a las arcas públicas, el enriquecimiento entre sus filas, y los negociados de favor con empresas y bancos.
Los cambios que tanto pasman a Lucía Méndez pegaron un salto cualitativo desde la presidencia Rajoy, pero también lo habían hecho antes durante los turnos de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodriguez Zapatero (su última providencia fue amnistiar a un banquero condenado por la justicia). 

Si en el planeta los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres, eso significa que el desarrollo capitalista, esencialmente basado en la producción de bienes y la extensión social del consumo a todas las clases, ha llegado a tal extremo de salvajismo que pone en peligro la propia existencia de la raza humana.
El derrumbe del comunismo y sus satélites europeos eliminó un rival peligroso para el capital. Con el factor, se abrió para los sindicatos y la izquierda en el sur del continente un período de retroceso, desmoralización y quiebra ideológica en todos los frentes. Fuera del capitalismo, parecía no existir nada que valiese la pena. Los grandes capitanes de la industria, el comercio y las finanzas se lo tomaron en serio, empleándose a fondo en la tarea de enriquecerse sin medida, favorecidos por la emergencia de paraísos fiscales, ya abolidos los controles de la posguerra.
Entre tanto, la unificación alemana cambiaba, asimismo, la relación de fuerzas en la Unión Europea.
Si en el pasado la República Federal, fundada por Konrad Adenauer y la socialdemocracia, lideraba el conglomerado de naciones que a la CEE se sumaban (entre ellos España), respetando el viejo sueño fundador de bienestar social y crecimiento económico, con calidad de vida para todos, el fenómeno globalizador y la absorción de la RDA, reavivaron en los polííticos teutones y su gran buerguesía el viejo sueño de dominación paneuropeo, fracasado tras las dos terribles guerras mundiales del siglo XX.
La emergencia conservadora de Merkel significó para Alemania y el continente lo que Margaret Tatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en los EEUU (reforzado luego brutalmente por el insuperable George Walker Bush). O sea, capitalismo puro y duro, recorte del espacio social, y precarización de salarios. Esgrimiendo la perversa moneda asimétrica, un anzuelo para los codiciosos burgueses del sur, los atiborraron de euros, fabricando burbujas inmobiliarias, mientras la currupción de orígen seguía avanzando en sus economías, preparando una gigantesca transferencia de recursos desde el polo más rezagado, al más próspero.
Durante este proceso, los más ricos endurecieron su vieja ideología cavernaria, echando mano de políticos locales en España, Grecia, Portugal, Italia e Irlanda, incorporando, cómo no, a los ex comunistas de Polonia, Hungría, Rumania, la ex checoeslovaquia, Bulgaria y Letonia.
Esta es la historia actual. Rajoy no cambió jamás, salvo de calzoncillos. Es el mismo crápula de siempre, ahora en la presidencia del fallido Reino de España. Es el único cambio, y a la postre el determinante que acusa la Méndez, sin evaluar lo que ocurre en su periódico, plagado de tipos tan miserables como Jiménez Losantos, Salvador Sostres, Arcadi Espada, Raúl del Pozo, Luis Maria Anson, Eduardo Inda, y otros felones varios que, ella misma convalida como encargada sui géneris de Opinión.
Todos ellos respaldan a Rajoy o a Aznar, Wert, Gallardón y Esperanza Aguirrre, siguiendo las directrices del decadente Pedro. J. Ramirez.
No es el único Dr Jekyll convertido en Hyde. Los arrepentidos del comunismo y el socialismo son legión en la prensa escrita y el grueso de los medios.
Nuestros burgueses españoles, a los que la pasmada Mendez y sus columnistas sirven, no se desmarcan del macartismo imperante en Europa y los EEUU. Allí, el Tea Party, eje hoy del Partido Republicano, casi provoca el hundimiento nacional saboteando el modelo sanitario de Obama. Aquí, Rajoy, con la tolerancia poco disimulada de Rubalcaba, lo está consiguendo. Al menos, eso creen estos mutantes de ocasión. Veremos hasta cuándo...

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