ACUARELA DE RIO

En Rio, los colores africanos de piel y lienzos se deslizan por calles, aceras y avenidas estimulando la aventura visual. Negros, mulatos y blancos de todas las edades los lucen en ropas ligeras, de pantalón corto o faldón de suave acrílico. Este universo multicromático convive con altas temperaturas y sensaciones térmicas de miedo, como si tal cosa. Por ello, el agua helada, los zumos de fruta bien fríos o la cerveza, se beben en cantidades siderales desde bares siempre abiertos, tiendas y shoppings. Yo me he aficionado a estas bebidas, sobre todo a los zumos de fruta, que son excelentes. Paradojalmente, la fruta, salvo la uva Crimson (pequeña, dulcísima y negra), Italia (blanca) y las sandías, melones o guayabas, no es buena en Rio. Razones? Dos bastan y sobran. Las buenas piezas de fruta se exportan o colocan para su diversa elaboración en zumo. En el primer caso, los hacendados la envían al exterior desde sus aeropuertos privados. El resto la acaparan empresas como Coca Cola (que produce versiones frutales óptimas de la marca Fanta), y otras que enlatan o embotellan piezas de calidad. Acondicionadores de aire y ventiladores de techo (éstos muy empleados aventando el sofoco), alivian las jornadas de calor intenso en los pisos, casas y edificios, todos enrejados, y algunos con cuchillas semejantes a las instaladas por Rajoy y su banda  en Melilla, en prevención de robos y asaltos. En brasil, el factor multirracial acabó fortaleciendo, eso se palpa a la legua, un ser nacional diverso y muy fuerte. El brasileño medio, cualquiera sea su clase social o color de piel, se sabe ciudadano de un gran país, capaz de convivir democráticamente, acortando las aún hondas distancias sociales, con perspectivas de futuro.
En eso, y otras cosas de las que luego iré contando, esta nación-continente, donde los colores nacionales, verde, y amarillo de la bandera asoman de continuo en las ruas, se parece muy poco a la Europa actual.