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sábado, 1 de marzo de 2014

LA BARBARIE Y EL "FASCISMO DEMOCRÁTICO"


La barbarie se ha instalado en Europa. Y lo hace para quedarse. El poder actual de las finanzas en el mundo globalizado reduce el desarrollo de la humanidad a los números. 
El modelo paneuropeo actual hunde sus raíces en la política de Ronald Reagan y Margaret Tatcher, ejecutada en los EEUU y Gran Bretaña. El caso de España es penoso y desgarrador. La magna tragedia de un país civilizado que retrocede décadas en breve lapso de tiempo. Un suicidio económico, político y social al aire libre; lo único que va quedando libre en este país. Hoy por hoy, el más desigual del continente en materia social. El no haber aprovechado los años de crecimiento para desarrollar una industria más o menos sólida y competitiva, ha dejado a millones de ciudadanos a los pies de los caballos. Los antecedentes históricos de este país que se saltó la ilustración y la Revolución Industrial, entregando su futuro al sol y el clima, favorables al turismo, ni siquiera ha sabido potenciarlo, modernizándolo acorde los tiempos. La puesta del ladrillo, un sector que no precisa mano de obra muy cualificada, ha deparado un creciente endeudamiento y el estallido final de la burbuja, camuflada en previas instancias por la voracidad bancaria concediendo préstamos a destajo, y los ciertos avances sociales del gobierno Zapatero. Ahora todo se vino abajo, arrastrando parcelas del modesto Estado de Bienestar, el previo nivel de los salarios, con la estabilidad en el empleo y los derechos sindicales tácitamente abolidos, elevando el paro hasta los seis millones de almas. Serían siete, si no hubiésemos emigrado ante la actual precariedad y la suba asfixiante de tarifas de luz, agua y etc, jóvenes y no tanto. Complementando este desbande, y padecimiento para los que permanecen en ese infierno kafkiano con pocos recursos, deflagran por la vía oficial de una caducada mayoría absoluta y la potestad espuria de un gobierno criminal, síntomas acusados de fascismo. Basta leer los cinco grandes periódicos, o sintonizar tertulias radiales o televisivas, para ver y oir bestialidades y mentiras constantes, escritas, dichas y gestualizadas con el mayor de los desparpajos, empezando por el señor Rajoy y cualquiera de sus ministros, secretarios de Estado, parlamentarios "absolutistas", alcaldes, consejeros de ayuntamiento o ediles; cuando no, miembros activos del corrompido aparato partidario, y propagandistas de pago de todas las edades, empleando en el fondo el mismo discurso.
En buen romance, el "Qué se jodan!". Sabemos a quienes va dirigido, porque a menudo lo explicitan, con pelos y señales sin rubor alguno.
El reciente asesinato de quince inmigrantes "ilegales" en la costa de Ceuta, concuerda con el paulatino y sistemático de miles de ciudadanos "legales". Familias enteras desahuciadas, sin atención sanitaria efectiva ni prestación por desempleo, expuestas a la degradación, la enfermedad y la muerte. La proyectada Ley antiabortista, un tenebroso presente del siglo XXI, amplía dicho ataque a las mujeres, especialmente las de condición humilde, acrecentando la sensación para muchos, de estar viviendo en un campo de concentración, donde la caridad hacia el pobre y algún draconiano apaño laboral, brindan algún alimento temporal para muchos hambrientos, niños, jóvenes y viejos.
Esta perversa operativa, elogiada por todos los medios, puede durar un tiempo, pero a todas luces carece de futuro. Lo que resulta alarmante, es la tendencia generalizada por parte de sectores de sobrevividos de la clase media-fieles al modelo burgués-, a consolidar esta fractura social, aceptando de oficio y sin rechistar, las reglas del juego impuestas por el IV Reich y sus compadres; abanico que comprende a países ricos y entidades financieras bendecidas por el FMI, el Banco Mundial y las grandes corporaciones. Entre tanto, la apariencia "democrática" que se ejerce sobre una sociadad desvertebrada, instrumenta a su gusto el Estado de Derecho, retrotrayéndolo al medioevo en asuntos clave. El Consejo Europeo pondrá los gritos en el cielo sobre ciertos procedimientos genocidas del gobierno español. Ello no obsta para que sean puntuales consecuencias de las heridas que Berlín, Bruselas y todo su aparato burocrático, causan a los países del sur, apretando las tuercas que sangran a los deudores, en nombre sus propios intereses.
Proceden como cualquier gran prestamista del siglo XIX, según Charles Dickens. Ese gran europeo de origen inglés, que retrató, mediante el arte literario, las miserias sociales de su tiempo, tan parecido en forma y fondo al actual, que atravesamos desde las naciones más vulnerables de nuestro viejo Continente.

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