Brasil
es un país continente, dentro de otro, con países menos grandes. La
dominación de Washington y su política exterior de saqueo y explotación
lastraron el escenario continental durante el siglo XX, poniendo y
sacando gobiernos. La Era de Getulio Vargas mitigó parcialmente esta
sujeción. Su suicidio anticipó lo que sucedería con el gobierno de Jango
Goulart. Los militares, que habían respaldado
a Vargas durante quince años, retomaron el poder en forma directa,
ensayando una política combinada de desarrollo económico y represión. La
democracia posible fue consecuencia de lo primero. Dilma adecentó la
performance de Lula, conservando distancias con Washington, al igual que
otros gobiernos de área. Y esto es más que bueno. Aunque siendo tan
extenso el territorio, y tantas las necesidades a cubrir tras décadas de
retraso, que debe observarse aquello pasible de ser realizado hoy. Creo
en el futuro de Brasil. La gente acredita consciencia de pertenecer a
un gran país. Tiene materias primas en abundancia y ello garantiza un
crecimiento sostenido, aunque la economía mundial y sus crisis cíclicas
produzcan retrasos. Y todo eso lo notamos quienes, residiendo en Brasil,
vivimos en otros países del continente, o del europeo. Ahora bien, ser
europeísta en Francia o Alemania no es serlo en Portugal, Grecia,
Irlanda o España. Me explico?
lunes, 17 de marzo de 2014
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