El
reajuste fiscal del señor Montoro y sus chacales es otro saqueo a las
clases medias, para que sean más bajas. La voracidad gubernamental no
conoce fronteras. Una verdad palpable, a tenor de una política económica
y social dictada desde exterior por nuestros acreedores, de las que
nuestros corrompidos y logreros burgueses del chiquero político
empresarial se llevan algunas gabelas.
Dar voces negando la suba del IVA, mientras se suben sus cotas mínimas,
gravando muchos otros consumos, es mentir. Una especialidad que viene de
lejos en España, elevada en los últimos tres años a política de Estado
ante nuestras chamuscadas narices.
Suma y sigue lo que impunemente y a diario van restando en trabajo, salarios, salud y educación a golpe de decretos y absolutismo. La estrategia radica en transferir recursos compulsivamente, desde los flancos sociales más debiles hasta las arcas de los poderosos, antes de que los votos les echen. Luego, a no engañarse, vendrán otros mentirosos fabricando nubes de humo, en medio de la tormenta y los pobres generalizados. De momento, por acción u omisión somos el país más desigual en Europa. Del triunfalismo aquel de octava potencia mundial, somos hoy este epítome de la vergüenza en materia de derechos humanos y rezago integral. Una ruina ejemplar.
Ellos y nosotros lo hemos conseguido. Unos porque nos mienten. Otros, porque nos mentimos, según la tradición de mirar para otro lado mientras las desgracias ajenas pasen de largo, sin rozar nuestra puta miseria de la calma chicha.
Suma y sigue lo que impunemente y a diario van restando en trabajo, salarios, salud y educación a golpe de decretos y absolutismo. La estrategia radica en transferir recursos compulsivamente, desde los flancos sociales más debiles hasta las arcas de los poderosos, antes de que los votos les echen. Luego, a no engañarse, vendrán otros mentirosos fabricando nubes de humo, en medio de la tormenta y los pobres generalizados. De momento, por acción u omisión somos el país más desigual en Europa. Del triunfalismo aquel de octava potencia mundial, somos hoy este epítome de la vergüenza en materia de derechos humanos y rezago integral. Una ruina ejemplar.
Ellos y nosotros lo hemos conseguido. Unos porque nos mienten. Otros, porque nos mentimos, según la tradición de mirar para otro lado mientras las desgracias ajenas pasen de largo, sin rozar nuestra puta miseria de la calma chicha.
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