Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 18 de marzo de 2014

EL EJEMPLO LATINOAMERICANO

    Dilma Rousseff encabeza, desde la presidencia democrática del gigante brasileño, una clara política latinoamericanista.

Sostengo algo que molestará a muchos de mis lectores. Soy un enemigo de este capitalismo financiero que hoy gobierna el planeta pero, de momento, creo posible su regeneración partiendo de otras bases, políticas y sociales. Salvando territorios que permanecen bajo el dominio neoliberal de Washington y sus propios oligarcas (como México, Colombia, Honduras, Paraguay y Costa Rica), América Latina está demostrando que mi aserto es posible. Se me dirá que el populismo tiene las patas cortas, pero, a diferencia de un pasado autoritario, este nuevo populismo regional ensaya formas democráticas que combinan la iniciativa privada con el avance social, tras las décadas perdidas en los años ´60,´70 y ´80 (e incluso los ´90 en la Argentina de Menem).
Ante la probable objeción que se me hará, frente al respeto de estos países por la Cuba de los hermanos Castro, la observo inevitable por causas históricas. La Revolución Cubana, pese a su frustrante deriva, continúa siendo la piedra en el zapato del "amigo americano". No es un modelo a seguir, desde luego; aunque opera como símbolo latino de resistencia antiimperialista ante las masas de otros países emergentes. Algo parecido ocurre con Venezuela, que no es Cuba, pero tampoco México o Colombia son modelos plausibles de libertad y democracia, ni el inmóvil Chile de Piñera es el flamante de Bachelet. Esto último preocupa seriamente a Washington. Así lo refleja su agente periodístico Andrés Oppenheimer-un argentino coptado por el imperio años ha-, en un bando que hoy publica el diario "La Nación" de Buenos Aires.
Creo que la única salida social y económica posible es un keynesianismo moderno, que priorice la cultura y los espacios públicos, controlando especialmente el desarrollo y evolución del capital privado, hoy liberado de barreras financieras y oligopólicas, para mal del planeta y su estabilidad en todos los campos.
El fracaso del comunismo es una realidad, pero la de esta fórmula capitalista conduce a la pobreza, el dolor universal, la muerte para miles de millones de seres humanos y las especies vivientes. Lo peor de todo, no es que esté fracasando-palpable asunto-, sino que el fracaso se prolongue indefinidamente, llevándose por delante a muchas sociedades que fueron prósperas. Las del sur europeo, están de momento en la UVI, y lo que es peor, sin atención médica.
En Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Uruguay, y ahora Chile, se ha puesto un freno a los apetitos del FMI, el Banco Mundial y Washington. Por desgracia no ocurre otro tanto en Europa respecto de Alemania, el viejo dragón insaciable y prepotente.
Lenin sostuvo que el imperialismo era la fase superior del capitalismo. Se equivocó en un montón de asuntos, menos en éste. Cierto es, sin duda alguna, que la iniciativa privada es necesaria; siempre, claro, que sea compatible con el desarrollo social de un país bajo normas democráticas, amparadas por el Estado de Derecho. La actual polarización entre enormes riquezas en manos de unos pocos, realizada a costa de la pobreza de muchos, conduce al despeñadero de las guerras, junto al retorno del fascismo y el comunismo, desarrollados bajo nuevos formatos. Pasó con el franquismo, a través de la llamada "Transición" en España. Y está pasando en Europa con la emergencia despótica de un IV Reich insaciable.
La potente maquinaria propagandística del capitalismo financiero, mediante el eje USA-Bruselas-Berlín-FMI, no vacila en desacreditar al nuevo bloque latinoamericano que escapa a su control -centrándose especialmente en Venezuela y Ecuador-, señal inequívoca de su importancia como ejemplo a seguir.

No hay comentarios: