Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 23 de marzo de 2014

DIEGO Y LA AGONÍA DE LOS VERDUGOS



El discurso más conmovedor ayer en Madrid fue el de Diego Cañamero. Nacido en el ´57 y temprano sindicalista del campo, fue detenido por la Guardia Civil a los veinte años. Este andaluz de sonrisa franca y manos de jornalero es hoy el actual Buenaventura Durruti, ajustado a estos tiempos. Adscrito a la izquierda, responde a sus representados desde el Sindicato Agrario Andaluz. Al igual que su amigo y camarada Manuel Sáchez Gordillo, Alcalde de Marinaleda, es ante todo un luchador social, crítico con quien se tercie. Nada en él es convencional y, a diferencia de los miembros intelectuales del sector, antepone el sentimiento de clase ante cualquier acción reivindicativa, a la cabeza de sus compañeros del campo. 

Ayer volvió a demostrarlo hablando claro y llano, con la pasión en la voz enronquecida por el uso continuo de las cuerdas vocales en estos días de lucha. Me refiero en concreto a los de la Marcha por la Dignidad, porque sus días de combate son los de siempre desde hace décadas, resistiendo leyes injustas, e injusticias de todo calibre en los últimos treinta y siete años.
A lo largo y ancho de sus calendarios, sobre Diego han caído arrestos, multas y juicios varios. Pero también el cariño fraterno de muchos compañeros. Para los hombres de temple, eso vale mucho más. Y ahí está, combativo e indómito como siempre, con la humildad del que trabaja en la recogida de olivos o lo que haga falta, mientras no afloja un tranco el combate. 
De él y sus camaradas, debieran aprender esos burócratas Fernández Toxo, Méndez y compañía, compartiendo galanterías con Rajoy y Rosell días atrás, lo que es la dignidad de un dirigente sindical verdadero. 
Y también los miembros ilustrados de la izquierda parlamentaria. Porque en esta España, manifiestamente injusta hoy, se llega a las víctimas sociales en el camino reparador, poniendo el corazón, no los discursos técnicos y bonitos del manual académico. 
Los últimos han servido para conservar un sistema político, económico y social, enemigo de la equidad y la justicia, arropado en una democracia formal, torticera, desmemoriada y quebradiza. Encima coronada por un genocida, y naturalmente falsa, que hoy desnuda la descompuesta entraña ante el mundo.
Diego y los suyos son precursores de la movilización mucho antes. Lo de ayer fue anticipado por sus continuas acciones en el pasado inmediato desde el campo andaluz. 
De estos hijos de la tierra y su valor aprendemos todos los que bregamos por un mundo mejor. También de entre ellos, los que no nacimos pobres pero odiamos la pobreza y aquellos que la provocan; a diferencia de quienes odian a los pobres, sujetos de mera explotación; aunque no precisamente la pobreza. 
Son los últimos y sus representantes quienes ordenan y mandan hoy en Europa, y por ende en España, mediante nobles corruptos y miserables virreyes de papel maché.
Mientras las fracciones comunistas y los barones del PSOE discuten quienes serán sus candidatos a esa jaula de grillos y lobystas de luxe, que es el parlamento Europeo, Diego, Manuel y muchos combatientes sociales prefieren continuar movilizándose, a sabiendas de que los auténticos líderes sociales se forjan en la batalla incesante que luego cristaliza en formas superiores de organización, desde la disputa por el poder y los destinos de España. Lo de ayer tarde va bien encaminado. Las cifras falsas de la reacción pretenden esconder su enorme trascendencia de masas. Fueron millones, no decenas o centenas de miles. La burda patraña inventando números irrisorios ampara mal ese miedo, de frío sudor argamasado en rabia, tan visible en los medios que controlan. 
Todo llega en la vida. Aunque por ahora agonicen, la Historia demuestra que los verdugos también mueren.

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