Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 2 de marzo de 2014

EL HARTAZGO


Anoche me harté de ver "La Sexta" y esa ronda de tertulianos que riza el rizo. Algunos son mejores que otros, o no alcanzan a ser tan malos, pero la veda que impone el señor José Manuel Lara, alcanza a opinantes más audaces en el pasado que los de su actual márgen izquierda.
Incluso, hasta Pablo Iglesias llega a ser cordial y "educado" con el grotesco Francisco Marhuenda, doble servidor del amo, allí, y desde "La Razón", profesando su mórbida pasión canalla por Mariano Rajoy.
En puntas de pie intentando no romper ningún huevo sagrado, el economista de turno se refugió en didácticas neutralidades del montón, mientras los de la márgen derecha, en la persona de mamarrachos tan indignos como el sicópata Alfonso Rojo, Eduardo Inda y Antonio Martín Beumont, defendían lo indefendible, y carga sobre sus dobladas espaldas el pueblo español.
El virtual espectáculo circense ensaya el número "democrático" de siempre, en las tertulias de esta cadena y "La Cuatro". Una fórmula que se repite cambiando las caras y los roles de siempre, sin alterar esa cortesía tan repugnante, forzada en unos por la paga y el temor a un juicio penal, y en otros por su abierto mercantilismo sin guardar escrúpulos. Cuando aterrizó en el plató la vieja Cristina Almeida me fuí a repasar "Humoresque", un inteligente melodrama de Curtis Bernhardt. Luego, abordé, como postre del genuino banquete, la transmisión en directo por la Red O Globo del Carnaval de Rio, mucho más colorido y sincero. Admito que quizá la curiosidad me pueda y visione alguna tertulia matutina en La Sexta o La Cuatro. Las demás son tóxicas. Aunque el desfile patibulario de incesantes defensores del gobierno y la cierta resignación de sus críticos no presagie mi mayor interés.
Llegados a este punto, la cruel verdad de España, país vasallo, señala su estado de descomposición política, económica y social. Lo peor no es eso, sino la tardanza en ponerle fin.

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