Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 7 de marzo de 2014

DOS EJEMPLOS CONTINENTALES DE INDUSTRIA CONFORMISTA Y LOGRERA, SIN NORTE ARTÍSTICO


Quizá alguno achaque mi odio por los editores españoles, al hecho de que mis experiencias con ellos no fueron buenas. No podían serlo por razones obvias de país y circunstancias. Esto comprende también a la Argentina actual y sus editores, escritores, politicos, etc. Hay naciones cosmopolitas donde el pensamiento débil se ha generalizado por la vía del silencio forzoso de los sepulcros (España), o la muerte y desfallecimiento de gente talentosa, de gran sensibilidad y oficio, por la devestación dictatorial y secuelas globales aún no superadas (Argentina). El tejido cultural se ha visto afectado, como reflejo de ese profundo deterioro social, pese al cierto equilibrio español, muy aparente, entre sociedad, economía e industria editorial. La apariencia quedó actualmente en cueros. Una sociedad civil débil y sin conciencia política no puede generar una cultura de calidad. La de la Transición y sus representantes reflejó ese estado de cosas. Los últimos treinta y cinco años España exportó muchos libros. Consumió pocos; mierda en su abrumadora mayoría. Me lo dijo la fallecida Ana María Moix, mitad rebelde, mitad cómplice de todo aquello, verbalmente, y en un mensaje que conservo. Decía la verdad. El caso argentino es diferente. Hoy, casi el 50% de esa sociedad está carenciada, y sus estamentos intelectuales de clase media, viejos y jóvenes, navegan en la desorientación, tendiendo a refugiarse en su pobre torre de papel, evocando sumisamente a Borges y Cortázar. Glorias del pasado sin descendientes a la vista. El finado Fogwill es un ejemplo de los primeros, Roque Larraquy de los segundos. Sobre los editores  no cabe extenderse. Son gerentes de multinacionales del libro.
Otro tanto sucede en otro país que, con seis millones de parados y ocho millones de pobres enfila en la misma dirección; la España actual, pese a que José Manuel Lara, presidente del grupo Planeta, es español. Aunque parafascista, claro. Igual que los grandes empresarios locales y el papá fundador, intimo del Caudillo.
Ambos comparten desde hace tiempo sendas parcelas en el infierno. Pero el caso es que, en ese mismo fuego, arden hoy buena parte de los ensayos, poemas, novelas, cuentos y otros géneneros, nacionales o importados, bastante degenerados. Muchnick y la señora Ramirez (puestos en página más abajo) comparten, junto a otros, gerentes de multinacionales, la responsabilidad, pasada o actual de editar basura, erigida en castillo amurallado sin puente levadizo. Edificado logreramente piedra sobre piedra sobre el puro beneficio, y resguardado por cañones, para impedir cualquier vecindad del pensamiento social avanzado y, naturalmente inconformista.

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