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sábado, 29 de marzo de 2014

ANESTESIA EMOCIONAL


Es un fenómeno que azota al otrora próspero mundo occidental, sentando sus reales en Europa; y especialmente, de un modo perverso en España. Desde la tierra del Quijote pocas emociones destina su clase política al área social. Ninguna desde el poder y aledaños. La tragedia nace en la historia contemporánea de su sociedad civil, entrenada en la desmemoria y una sumisión fatalista hacia el Estado Monárquico y su tinglado posfranquista, articulado en dos grandes partidos. Uno de extrema derecha (PP), y el otro de derecha moderada (PSOE). Supuestamente democráticos, según las reglas del juego, han gobernado el país a su antojo en épocas de aparente prosperidad, bloqueando cualquier democratización real en sus propias filas, bajo el amparo de leyes complacientes con el caciquismo y las baronías, organizándose mediante listas cerradas con generosa financiación bancaria para el voto aborregado. El nido de la serpiente autoritaria y corrupta, legado de la Transición, alumbró huevos varios de criaturas reptantes y voraces. Durante el último sexenio, en especial los años correspondientes al partido Popular, la descomposición del sistema se generalizó, asumiendo su auténtica naturaleza parafascista. El rasgo esencial del fenómeno comporta la anestesia emocional. Una patología generalizada abarcando una nación.
A tenor de su efecto, las dos formaciones y sus sucedáneos pasan absolutamente de los millones de ciudadanos empobrecidos por el paro, los recortes y la crisis. Unos por brutal acción desde el gobierno/basura, otros por omisión cómplice de oposición "light", con medias voces que se pierden en los predios parlamentarios y las hemerotecas.
Este chiquero clientelar de capitalismo dependiente, no se cocina en pocos años. Nació de la derrota republicana en la Guerra Civil, y la represión sine die de generaciones enteras de españoles por el régimen de Franco, secundado por matarifes y oligarcas bendecidos por la curia.
Lo que caracteriza a aquella horda salvaje y sus descendientes contemporáneos es la deliberada ignorancia de los seres humanos como tales, con todos sus derechos económicos, políticos y sociales. Para todos ellos, sólo deberes deben cumplimentar los gobernados. En primer término el de obedecer, "para bien de España" , dicen, cuando en realidad es para el de ellos en particular.
En la estrategia, mentir con descaro ha sido siempre un punto capital, de continuo ejercitado entre gallos y medianoche. Hoy es una política de Estado impuesta a la luz del día. De ahí que en los discursos de los políticos locales, se validen, grosso modo, procederes criminales sin mención de los millones de víctimas y sus padecimientos en el último sexenio.
Los conocemos por el PAH, las redes sociales y lo que vemos a diario en calles y plazas, jamás desde estos núcleos, como no sea derramando lágrimas de cocodrilo, o desgarrando la ropa vieja en desuso.
La anestesia social de este tinglado bochornoso, funciona sobre una base objetiva. La aludida desmemoria es una, que agravan muchas otras. La crisis enfrenta, de hecho, a los que tienen trabajo y los que no. A quienes pagan, o dejan de pagar la hipoteca y las facturas; aquellos que comen caliente a diario, o a salto de mata; diferenciando cruelmente a sanos y enfermos; prósperos y mandigos, o parias. etc. Un paraíso de la inequidad, largamente articulado, que la indefensión de un país sin industria ni élite patriótica, auténticamente emprendedora, administrando escasa cultura y encima desmemoriado, ha pillado en esta esquina del tiempo.
Por todas esas razones y las que nacen del dolor popular y su rabia contenida, la anestesia emocional deshumanizadora no sólo afecta a políticos tramposos, empresarios venales y sindicalistas acomodaticios -cuadro del que se alimenta a fondo el gobierno actual implementando incesantes acciones criminales-, sino al corazón mismo de una sociedad en retroceso y a la deriva.

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