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jueves, 13 de marzo de 2014

LAS PATAS CORTAS DEL PATRIOTISMO OLIGÁRQUICO


 Horas atrás dije que el sistema educativo español no graduaba patriotas, y en parte me equivoqué, porque la naturaleza atonómica lo promueve, en tres regiones. Galicia, el País Vasco y, en especial Catalunya. La última destacó, históricamente, por encima de las otras en importancia territorial y productiva. También por el empleo a fondo del nacionalismo folclórico, y el lingüístico en especial.
La actualidad de la pugna independentista con el centralismo español eleva el caso a un primer plano incuestionable. Ya sostuve en otro artículo que, la única independencia viable representaba la que, partiendo de una construcción política realizase el Estado social y, que para ello era indispensable independizarse de la oligarquía catalana y sus colaterales pequeño burguesas de CiU y ERC. Sólo así se justificaría una escisión territorial del mapa conjunto, en beneficio de una República Catalana. Asimismo, sostuve que dicha escisión, dividiría fuerzas entre asalariados de todas las regiones, reforzando a la oligarquía empresarial en su conjunto. Sigo pensando lo mismo. De paso, defiendo el derecho a referendo vinculante que asiste a los ciudadanos catalanes resolviendo su futuro. Los ejemplos de Quebec y Escocia, desarrollados en países más avanzados, y por ende democráticos, sientan claro precedente al respecto.
En términos nada pacíficos, asistimos estos días al tenso y violento drama que comparten Kiev y Ucrania, bajo la amenaza de intervención rusa. No es por cierto extrapolable. Sin embargo, la manipulación de intereses espurios existe en ambos casos. El actual drama nuestro es que somos un país globalmente sujeto a las decisiones del IV Reich, Bruselas, el brazo ejecutor de la Troika, y el FMI. A todos ellos les interesa negociar condiciones draconianas con un sólo interlocutor.
Concebir en esta situación de gravosa dependencia, una salida independentista para Catalunya, proyecta luego una quimera. Otra estafa, tan común en este invierno de la desgracia que viven las grandes mayorías.
Aunque formalmente se realizase la ruptura, los hechos probarían lo contrario, porque el tacito pacto entre los oligarcas pujolistas y los jóvenes asamblearios de la pequeño burguesía comprende ese supremo dogal.
Todos y cada uno son odedientes paneuropeístas. La política económica y los recortes en educación y sanidad se hacen en catalán, faltaría más, pero son idénticos a los practicados en el resto de España. Algunos, como el gravamen medicamentario local y la drástica reducción presupuestaria, fueron punta de lanza en la erosión de la salud de muchos catalanes. Nada separa a Montoro y Guindos o Mas Colell, de una visión aurocéntrica, ruinosa para las grandes mayorías. En educación, la Generalitat reaccionaria de los pujol y su "ninot" hizo los deberes exigidos, aunque oponiéndose a la Logse de Wert. En las presentes circunstancias de paro, subempleo y miseria generalizados, la lengua importa bastante menos que sus contenidos y variantes folclóricas. Salvo los izquierdistas locales de la C.U.P, al menos parcialmente, atacan este contubernio entre pujolistas, republicanistas, socialistas disidentes y comunistas de IU, más propio de un juego de abalorios, entregado al chantaje y la negociación, que de auténticos patriotas.
Porque la patria, término que deviene de "Patrimonio", es bastante menos patrimonial que antes de la crisis, para parados y deshauciados al borde de la miseria, sean catalanes o españoles. Son cientos de miles de familias enteras alimentadas por la caridad, con parientes de toda edad en paro y niños desnutridos que, en ocasiones no tienen vigor ni para llegar a la escuela caminando.
En estas penosas condiciones de flagrante inequidad social, el tira y afloja entre burgueses y políticos, satisfechos o avariciosos, desde las dolientes entrañas del Estado Español, es más propio del juego de abalorios, ensayado para repartirse los tributos ciudadanos, que otra cosa. El Estado de las autonomías lo favoreció ampliamente en el pasado, dividiendo a los asalariados. Ahora es un estorbo.
Aunque el imaginario lo registre como un combate territorial por principios históricos, democráticos o constitucionales, la realidad avecina el pleito a una grotesca riña de gallos

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