Lo
cierto es que, los agresivos juegos de marras que asaltan los muros en
Facebook, ocupan los espacios vacíos cedidos por "amigos" de vieja y
nueva data, antaño algo más activos. La ausencia de aprobados y
comentarios llega a extremos que hacen pensar en la inutilidad de
articular un muro cultural de intercambio.
El nuevo protocolo ensayado por doquier, incluye espacios propios sobre temas diversos. Es una forma democrática e independiente intervenir, con la condición de que incorporen nuevos y atrayentes contenidos. De momento, no es así en la mayoría de los casos. La multitud de ocurrencias dan la impresión de ser calcadas en la intención de atraerse un público de amigos o conocidos, sin mucha innovación. Porque para innovar hay que tener con qué. No bastan las ganas ni las buenas intenciones.
Ante el potente aglomerado de renglones e imágenes que descarto, y las escasas visitas que recibo, declaro escribir para mi propia satisfacción, y compromiso con la realidad, política y social de dónde sea. Dejando que cualquiera me invite a clickar un "me gusta", para permitrme ignorar el envite, de no reunir el "amigo de muro" los niveles de excepcionalidad que requiere mi brújula o test de calidad, evaluando lo diferente de aquello vulgar. Deseo que mi procedimiento no desanime a nadie. El talento se consolida a base de esfuerzo, y la misma exigencia que destino a mis textos, seleccionando los pocos autores de la prensa o los medios que la cumplimentan para su publicación en este espacio.
Por esa labor de rastreo y puesta en página, o la de cepa propia, no cobro un céntimo, a diferencia de otros que ganan dinero escribiendo tonterías, marranadas de alquiler; o bien sofismas, virtuales e impresos de bajo calibre.
Las opiniones que cuelgo en este muro desde la importación, sean de firmas que valoro o notas de la prensa, son invariablemente acompañados por un breve o extenso comentario. Eso significa el respeto por mis lectores.
Es el que tengo por mi persona, y no empañan los comprensibles defectos. Sin esa doble consideración, lo que cualquiera conciba, diga, haga o escriba, vale poco, o nada.
El nuevo protocolo ensayado por doquier, incluye espacios propios sobre temas diversos. Es una forma democrática e independiente intervenir, con la condición de que incorporen nuevos y atrayentes contenidos. De momento, no es así en la mayoría de los casos. La multitud de ocurrencias dan la impresión de ser calcadas en la intención de atraerse un público de amigos o conocidos, sin mucha innovación. Porque para innovar hay que tener con qué. No bastan las ganas ni las buenas intenciones.
Ante el potente aglomerado de renglones e imágenes que descarto, y las escasas visitas que recibo, declaro escribir para mi propia satisfacción, y compromiso con la realidad, política y social de dónde sea. Dejando que cualquiera me invite a clickar un "me gusta", para permitrme ignorar el envite, de no reunir el "amigo de muro" los niveles de excepcionalidad que requiere mi brújula o test de calidad, evaluando lo diferente de aquello vulgar. Deseo que mi procedimiento no desanime a nadie. El talento se consolida a base de esfuerzo, y la misma exigencia que destino a mis textos, seleccionando los pocos autores de la prensa o los medios que la cumplimentan para su publicación en este espacio.
Por esa labor de rastreo y puesta en página, o la de cepa propia, no cobro un céntimo, a diferencia de otros que ganan dinero escribiendo tonterías, marranadas de alquiler; o bien sofismas, virtuales e impresos de bajo calibre.
Las opiniones que cuelgo en este muro desde la importación, sean de firmas que valoro o notas de la prensa, son invariablemente acompañados por un breve o extenso comentario. Eso significa el respeto por mis lectores.
Es el que tengo por mi persona, y no empañan los comprensibles defectos. Sin esa doble consideración, lo que cualquiera conciba, diga, haga o escriba, vale poco, o nada.
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