El fantasma de Pinochet aún sobrevuela Chile.
Pese a las constantes enmiendas a su antidemocrática Ley Fundamental, ni
la sanidad ni la educación son bienes públicos. En su previo mandato,
Bachelet no resolvió ésta, ni otras
cuestiones fundamentales, entre ellas los grandes bolsones de pobreza
que afectan a muchos chilenos, parejos a la mayor riqueza de unos pocos.
Hubo, es cierto, una transición. Pero los resultados palpables de
conciliar el pasado dictatorial con el Estado de Derecho los tenemos en
España. Sencillamente no funciona. Y lo que no funciona hay que
cambiarlo, a menos que se prefieran las dramáticas consecuencias de que
casi todo continúe siendo igual, o peor.
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