"Queréis
volver a las dos Españas!" era el disuasorio adagio esgrimido como
maza, con el que la derecha española bloqueaba la memoria histórica y el
ejuiciamiento del franquismo durante los años de la Transición, ante
cualquier intento por revisar el pasado, afectando el presente de Pax.
Ahora ya no lo arguyen, temerosos de que muchos ciudadanos caigan en la
cuenta, del retorno por fuerza mayor de las
dos españas actuales, dibujando el pasado social, político y económico que
condujo al golpe de Estado fascista/clerical de los militares, saliendo
al paso del Frente Popular y su gobierno reformista, que intentaba mejorar, bajo presión constante de obreros y campesinos,
la performance republicana. En la España del´36 abundaban la miseria de las masas, y
la riqueza extrema de unas cuantas familias confesionales y oligárquicas. Eran dos
mapas sociales en un mismo territorio. Hoy vamos rondando el cuadro
pretérito. Por ahora, la precariedad extrema y su indefensión alcanzan al 30% de la
población. Un camino transitado en los últimos cinco años, y acelerado
bruscamente en los últimos dos. A diferencia del pasado, no gobierna un
inexistente Frente Popular que, en vez de ahondar la crisis busque
soluciones en la mayor equidad social. A cambio, el elenco más corrupto y
miserable de la historia impone su mayoría absoluta en las cámaras,
ejecutando planes y estrategias organizadas fuera de nuestras fronteras.
En consecuencia, no es ya necesario el Ejército para poner las cosas en el aconsejable
orden burgués. El miedo a otra guerra civil se une al de abandonar la Unión
Europea por parte de muchos españoles de clase media. Porque, a pesar
que este sector menguó sus contingentes, aún existe, con sus sueldos
pactados y ciertas "prebendas" que los parados o precarizados ya no
disfrutan. Por ejemplo, la sanidad y educación públicas, en francos procesos
de demolición, sustituidas en el caso de este otro sector, por las de
pago.
Todavía muchos se lo pueden permitir. Por eso los partidos de centro y derecha, nacionales y regionales, suman mayoría de votos, mientras la izquierda, aunque avance, no termina de levantar cabeza. Son seis millones de parados, en minoría respecto de diesciséis millones de asalariados, temerosos de perder empleo y status. En el sur europeo, y muy en especial desde su ejemplo español, se registra una movilidad social declinante, junto a una caida brutal de salarios y derechos laborales.
Ayer se hicieron públicas las cifras de empleo y afiliación a la Seguridad Social. Son engañosamente veraces, aunque mande el truco de la contratación parcial, de números amañados y sueldos bajísimos. No constan las deserciones a las listas de empleo por desánimo, ni los que emigramos, en cifra superior al millón, desde esa, y otras razones. Pese al inmovilismo de las grandes mayorías, el prestigio del presidente, el gobierno y su partido están por los suelos. Pero en la realidad de las encuestas de voto, el desgaste de unos es compensado por el avance de sus rivales del sector. En ese conglomerado conservador incluyo al PSOE, y a CiU, ERC, o el PNV y Bildu desde el nacionalismo.
De hecho, la mención de las dos españas desapareció del lenguaje oficial, y el de la oposición. No habrá guerra civil, ni golpe, ni nada. Salvo que, parte de esa clase media sobrevivida a los recortes y la precariedad, vea peligrar bajo la guadaña de nuevas medidas oficiales-ordenadas bajo palio por Berlín, la Troika y el FMI-, las migajas del festín que aún quedan sobre el mantel deshilachado de la Transición.
Todavía muchos se lo pueden permitir. Por eso los partidos de centro y derecha, nacionales y regionales, suman mayoría de votos, mientras la izquierda, aunque avance, no termina de levantar cabeza. Son seis millones de parados, en minoría respecto de diesciséis millones de asalariados, temerosos de perder empleo y status. En el sur europeo, y muy en especial desde su ejemplo español, se registra una movilidad social declinante, junto a una caida brutal de salarios y derechos laborales.
Ayer se hicieron públicas las cifras de empleo y afiliación a la Seguridad Social. Son engañosamente veraces, aunque mande el truco de la contratación parcial, de números amañados y sueldos bajísimos. No constan las deserciones a las listas de empleo por desánimo, ni los que emigramos, en cifra superior al millón, desde esa, y otras razones. Pese al inmovilismo de las grandes mayorías, el prestigio del presidente, el gobierno y su partido están por los suelos. Pero en la realidad de las encuestas de voto, el desgaste de unos es compensado por el avance de sus rivales del sector. En ese conglomerado conservador incluyo al PSOE, y a CiU, ERC, o el PNV y Bildu desde el nacionalismo.
De hecho, la mención de las dos españas desapareció del lenguaje oficial, y el de la oposición. No habrá guerra civil, ni golpe, ni nada. Salvo que, parte de esa clase media sobrevivida a los recortes y la precariedad, vea peligrar bajo la guadaña de nuevas medidas oficiales-ordenadas bajo palio por Berlín, la Troika y el FMI-, las migajas del festín que aún quedan sobre el mantel deshilachado de la Transición.
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