Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 16 de marzo de 2014

EDIFICAR OTRA ESPAÑA SOBRE LAS RUINAS DEL PRESENTE


A los políticos electos, de derecha a izquierda, les pagamos un sueldo para que obedezcan el mandato popular comprometido en cada gestión. La mayoría de ellos cree que somos nosotros quienes debemos obedecer a la chita callando sus dislates. En su perversa visión de la realidad, creen sacrificarse para que los ciudadanos hagamos nuestra vida con el apaño posible, cada vez mayor. Desde luego, mienten.
Y mienten tanto, que han oficializado la providencia infame como moneda de cambio, emparejando las otras mentiras del euro, la deuda soberana espuria que debe pagarse sangrando a medio país, y la dudosa condición de patriotas que gastan.
La patria de ellos es un porquero anegado de absolutismo, corrupción y maldades, autosuficiente y descarado. La patria de millones de españoles es otra cosa bien distinta. Por ahora mandan los peores cerdos en esta granja orwelliana bendecida por la curia, sin necesidad de las bayonetas; pero el despotismo es tan palpable como si así fuera, aunque lo vistan de seda. Bajo su azote mueren muchos, no sólo de hambre. El asco prolongado, la impotencia y su alta cuota de desespero, también matan. Es la peor forma de morir, amparada en el silencio de la vida aislada, y el cierto anonimato. Millones de familias viven hoy ese drama de paro y mendicidad. Por eso España es hoy el país más desigual de Europa. El de chulos y señoritos; sirvientes y mendigos. Esa es la democracia, argamasada en años de voto aborregado y negocios sucios. El legado de la Transición, ese invento espurio de la desmemoria acrítica, se erigió en franquismo maquillado como una meretriz disfrazada de gran vedette.
No es el único origen torcido de esta falsa democracia. En especial Alemania, aunque también Italia y Francia, acumulan en sus entrañas nacionales taras genocidas del pasado reciente, al igual que otros miembros de esta UE.
La matriz criminal del nazismo, el fascismo y Vichy tampoco se borran de golpe. El largo aliento totalitario sobrevivió en cuarteles de invierno sin desaparecer, contaminando la atmósfera posterior a la última guerra mundial bajo el patrocinio interesado de Washington, su soldadesca y dineros. Algo semejante vivió el conglomerado de países del Este bajo la férula del Kremlin. En todos ellos imperaban feroces dictaduras, y tras la renovada opresión estalinista, volvieron por sus fueros, ahora "democratizados".
De ahí esta deriva generalizada de otras falsas fórmulas, en la que cada cual termina recogiendo su ADN histórico, adaptándolo al mundo global.
El nuestro es especialmente tenebroso, por el efecto de la derrota republicana y el largo reinado del franquismo. Los partidos de centro y derecha arrastran el colgajo del pacto aquél, ente los viejos servidores del régimen y sus cachorros "democráticos".
Empero, la izquierda también está comprometida con el contubernio, sellado con la monarquía constitucional, vía Carrillo, por la aceptación del juego parlamentario, la repugnante ley de partidos y los tratos con empresarios logreros.
Calcando los usos y abusos de la clase política, los últimos son herederos beneficiarios del franquismo.
La necesidad imperiosa de un nuevo Frente Social, políticamente articulado, es lo único que puede sacar a la izquierda y los combatientes sociales de un rol subordinado o válvula de escape, como oposición que jamás llegará al poder. Ese poder soñado, el que cínica o tontamente muchos llaman "Utopía", cuando es una real y apremiante necesidad.
Lo que debe quedar claro, es que la España actual no tiene remedio ni rescate posible. Hay que construir otra, donde la equidad social y el patriotismo republicano sean el objetivo. Sobre el mismo deben girar todos los debates y polémicas.
Que sean bienvenidas.

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