Ayer la emprendió con José Antonio Zarzalejos, el director de ABC. Fue en represalia (otra respuesta no apunta más alto) por el titular del ejemplar del domingo "Pinza radical contra el Rey".
Se refería el periódico a "sectores del nacionalismo radical, la extrema izquierda y la derecha republicana". El logo de la Cadena COPE asomaba en páginas interiores bajo otro titular:"Fuego graneado sobre la familia Real". La nota, firmada por J. Albiol, sindicaba claramente "al locutor Federico Jiménez" como principal artillero.
Lo menos que soltó Jiménez -sin el Losantos y rebajado a alturas de un simple locutor por el artículo de marras- es que Zarzalejos era un pobre anciano alopécico.
Hoy, casi sobre el Ángelus, quizá malhumorado por tener que soltar el micrófono, mencionó al gran Luciano Pavarotti, como "el gordo Pavarotti".
Señalamos que a Jiménez le sobra pelo y le faltan grasas, por lo que concluimos, se burla de aquello que otros no poseen, o les sobra; envejeciendo o degradando la apariencia.
La ruindad no podía ser mayor. Ni siquiera los graciosillos mindundis de "El Jueves" osan xoder con estas cosas. Lo endilgado a Zarzalejos es una befa infantil que revela impotencia. ABC es el periódico serio de la derecha responsable. Las mejores plumas del sector están ahí y en La Vanguardia; no en Libertad Digital o El Mundo.
La otra befa, relacionada con una de las mejores voces del siglo XX, no se la escuché o leí a nadie.
Que tome nota César Vidal. Seguro que el Totem le trata bien de la boca para afuera. Pero si opina eso de Luciano, mejor será que el magno historiador de andar por casa -la de Jiménez, of course- ponga las barbas en remojo.
El mecanismo de la burla física hunde sus raíces en propios complejos. Es de dominio público que de mensurar la estatura de Jiménez comparándole a Gullivier, no le situaríamos en el País de los Enanos.
Quizá siendo una tierna criatura -tan distante de lo que hoy es- sus compañeros de escuela se burlasen de él, endilgándole el denigrante epíteto. No sólo por la corta estatura, sino por la mala uva que debió gastar al prójimo desde las primeras luces.
Las chanzas tabernarias que administra crecidito ante millones de escuchantes reconocen ese probable origen. Por eso son de naturaleza infantil dentro de su carácter perverso. Echar mano de la calva o la obesidad para inferiorizar al otro es moneda común en los espíritus primitivos. Jiménez se licenció en psicología y ejerció la docencia antes de entregarse de lleno a estos afanes.
Pero cuando las llagas de la infancia permanecen abiertas, lo esencial de la cultura no se asimila.
Donde manda la patología no brillan el equilibrio y la templanza. Mas bien se impone el resentimiento, y con él amanece el odio.
El delirio del paranoico descarga su angustia febril en el prójimo. Jiménez ha escogido blancos políticos que perturban su psique. Su estilo provocador atrae a millones de escuchantes. A veces critica con justeza fallos y mala fariña de sus rivales. Antonio Herrero lo hacía con mayor altura. Hoy es Carlos Herrera y no él quien da continuidad a la tradición crítica con el poder desde las ondas herzianas. Tiene menos audiencia; pero es tan serio, constructivo y dialogante como el ABC.
En cambio, Jiménez no tiene remedio.
El ninguneo a Pavarotti indica que su fuego graneado desarrolla otro alcance. Hoy su víctima al pasar es una gloria operística, de cadáver tibio aún. Mañana puede ser cualquiera. Incluso, el esbirro que no haya captado sus clarividencias será victimizado por una chanza cruel. Ante el micro o fuera.
¡Ojo al tanto, chavales! ¡Las furias de Orlando son una bagatela al lado de lo que os espera si pifiáis un acento o una coma en las textuales directivas del fóbico comunicador!
Reconozcamos empero, que para fundar un estilo semejante pintando el mundo político y sus costumbres, hay que ser un reputado canalla de cierto genio.
Genio del peor emplearon los que embadurnaron de rojo la entrada de la COPE en Barcelona. A éstos hay que combatirlos con la Ley en la mano y la remisión al juzgado de guardia.
Más allá del tono gracioso y alguna que otra onomatopeya verbal, las burlas de Jiménez son ante todo pesadas. A su lado o en su contra, somos todos objetos basura, como para el caso ha explicado el francés Recamier analizando el comportamiento paranoide y sus fobias.
¡Ah, me olvidaba! Por si las dudas, el azote de la progresía, los izquierdistas, el PSOE y ahora Juan Carlos I, también apuntó que odia a los franceses, y que de Italia, sólo le gustan las italianas...
¡A quién no!
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