Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 22 de octubre de 2007

LA CENA DE LOS ACUSADOS

Gran escandalete montó Ernesto Ekáizer desvelando los entremeses verbales de la cena nocturna en Palacio, celebrada la víspera del 12 de Octubre.

Junto al Rey y la Reina, se sentaron en la round table ocho comensales; incluídos el Presidente, su ministro de Exteriores, el glorioso longevo Francisco Ayala acompañado de su mujer, y el embajador argentino, Carlos Bettini, íntimo de Nestor Kirchner y su otra mujer, mandataria inminente según cifran los encuestadores y el desencanto resignado de sus votantes.

El primer acusado fue un ausente; Jiménez (Losantos). Su Majestad lo tiene entre ceja y ceja desde que le pidió, ante varios millones de escuchantes, la abdicación.

El pequeño César se atrevió a lo que nadie; al menos no en los medios. Y allí, masticando sobriamente alguna pieza entre cuchillo y tenedor, a la verita suya, Esperanza Aguirre Gil de Biedma; hoy Gobernadora de la Comunidad Madrileña, mañana o quizá pasado, presidenciable por un Partido de flojos líderes, le rogó piedad para su osito de peluche.

Al parecer, desea llevarlo a Telemadrid, para que desde allí siga haciendo de las suyas. El impenitente madrugador ha conseguido, con la ayuda inefable de Ramírez y su pliego amarillento, montar un chiringuito al que concurren varios ex izquierdistas como él.

Desde la COPE y Libertad Digital, este nutrido pelotón de tránsfugas ha hecho realidad el sueño de la derecha; aquél que Irving Thalberg plasmó desde la Metro Goldwyn Mayer en los años ´30: un equipo propio de guionistas trabajando en un solo guión.

A alguno con faldas, de orígen porteño y acento pijo del Barrio Norte, se lo ha cedido al task force de Ángel Acebes.

Al frente de estos obedientes repetidores de su pensamiento vivo, desarrolla Jiménez la teoría catastrofista de la España rota, enfrentada al proverbial oficialismo de El País, y el zapaterismo que despuntaron los moderados y plurales izquierdistas de Público.

Esperanza, rígida cuando perora, tose o carraspea, cruza o descruza las piernas, mira o baja los parpados, manduca o sonríe, defiende a Jiménez con el vigor de Agustina de Aragón, correspondiendo el amor que le profesa desde el eter su juguete rabioso.

Molesto, su Majestad señala a sus patrocinadores eclesiásticos como responsables de la provocación. Tierna como una mariposa de hierro, ella insiste en obtener para el osito "un trato humano".

O sea, más humano que el otorgado por el aludido déspota a sus blancos móviles.

Harto ante la insistencia de la dama, el Monarca da el carpetazo al asunto, hablando de la montaña y Mahoma.

Está en los periódicos y no cabe repetirlo.

Tras el apunte de Ekáizer recogiendo el soplo de algún infidente comensal, la Casa Real manifestó su protesta. Los chismes que antes afectaron al hijo y su nuera, se ceban con él gracias a la quema de retratos, y los fuegos más peligrosos que enciende Jiménez desde el micrófono.


Hoy, desde las 6 y diez de la mañana, disparó varias salvas sobre Ekáizer (último acusado de la cena, desde su nota reseñándola), destacando su condición de argentino (0 austral) y su proverbial inutilidad. Dijo más cosas, pero las he olvidado. Sus catilinarias de molde, en las que en forma continua cuela al Presidente, se adaptan a varios objetos basura.

Del Olmo, Gabilondo, "Muñoz cuando era Muñoz", Francino y hoy ¡qué más da!, le toca a Ekáizer.

Leo a este periodista y autor de libros desde hace muchos años, en Buenos Aires (mediante su columna en Clarín) y luego aquí. Escribe mejor que Jiménez y sobre todo, está más a tono con la convivencia democrática.
Eso basta y sobra.



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