Sus fábulas optimistas partían de una propia experiencia en la sociedad norteamericana de principios de siglo (me refiero al número XX). Su esforzado ascenso en la escala social, dejando atrás el estigma "macarroni" que la Mafia de ese origen estrelló en sangre durante muchas décadas en la historia contemporánea de los EEUU, lo desmintió. Frank fue un narrador de primera, comparable a los mejores talentos de importación, representados por Chaplin, Lubitsch, Von Stroheim, von Sternberg o Fritz Lang (para citar unos pocos).
Leyendo la nueva columna firmada por Cristina Peri Rossi en "El Mundo" de la fecha, revivo a Capra y sus fábulas. Sobre todo en los ejemplos citados y el final feliz que comporta su adhesión a ellos.
Cristina despunta su relato acudiendo a un supermercado de precios bajos.
Económica en su sencillez de escritora, que gana con esfuerzo los garbanzos, nos remite a la viejecita algo maltratada por una joven cajera (sevillana que habla catalán). El semi operístico final de la secuencia, con Peri Rossi y la solitaria viejecilla (probable desdoblamiento del inmediato futuro de la escritora) entonando alguna estrofa de La Boheme, nos revela su especial fraternidad, preñada de optimismo y Bel Canto.
La misma se extiende hasta un vecino, alarmado por lo sucedido con su concurso en Catalunya Radio.
Luego aparecen el portero de la vivienda y su mascota yorkshire. A más de amar a los animales como si fueran familiares, el buen hombre es gay, aclarando que, tras ganar un pleito a otro vecino discriminatorio, asegura "que no se puede disciminar a nadie por ser diferente."
La columna se salda con ambos, extasiados ante un "negro muy negro"(sic) y una dama "teñida de rubio" manducando -a diario- en el restaurante del mercado.
"Él habla inglés, ella, catalán, pero cuando sonríen o se miran, la expresión de felicidad y amor es en la lengua universal del afecto".
"La vida"- agrega Cristina- "puede ser muy amable; basta con querer al prójimo, a pesar de las diferencias."
Nadie negará lo Capriano del mensaje. A él encadenamos otro apunte, esta vez real, y coincidente con el concreto relato de "Dama por un día"(Lady for a day), cinta dos veces rodada por el director, mediando tres décadas y el technicolor.
Antes, explicamos quienes protagonizaron el filme y su línea argumental.
En la segunda versión Bette Davis reemplazó a May Robson, y Glenn Ford a Warren William.
La anécdota, arrancada de un relato de Damon Runyon, presenta a una vieja alcoholizada que vende manzanas en la calle, quién, auxiliada por un simpático gangster que pone ingentes medios materiales a su disposición, resuelve el pleito que se le presenta, cuando su hija, educada por su esfuerzo en costosos y remotos colegios, quiere presentar su madre (casi desconocida para ella) al novio adinerado.
"Ana, la manzanera" se transforma entonces en la gran dama por un día, el necesario para que esta fábula -impresa por vez primera en plena depresión, y cuando los que vendían manzanas en la acera inundaban las calles-, termine como Dios manda.
Ahora abordamos el apunte vinculante.
Esta digna madurez de Peri Rossi la aleja del tambaleante arquetipo trazado por Runyon y Capra; salvo en un aspecto. De no ser por su valiente denuncia, y el impensado auxilio de Pedro J. Ramírez, no tendría una columna en su periódico.
De golpe, la fondista de segunda fila en la izquierda, pasa a jugar en la liga superior de la derecha. Creo que por su denuncia y otros méritos, se merece el reconocimiento popular. El mismo reemplaza con holgura una esforzada labor de tantos años vendiendo manzanas literarias.
A alguien con años, que vive de algo tan resbaladizo como la letra escrita y la opinión independiente, no le hubieran quedado muchas alternativas, de no mediar el torpe despido. Desenvainar el coraje proyecta al público llano su obra de años.
El caso es que, para bien o mal y según se mire, Bette Davis encontró a Glenn Ford, y Peri Rossi al señor Ramírez...
One moment, please.
De las fábulas de Frank Capra me quedo con "La locura del dolar"(American Madness); aquella anécdota en la que un banquero honesto aunque poco interesado en su mujer casi se arruina por culpa de su mal escogida mano derecha, un jugador y truhán que se compincha con asaltantes de banco que lo desfondan, provocando en la institución una crisis financiera de magnitud, y de paso casi hace cornudo al jefe. Igual que la otra todo acaba bien. Pero desvela mucho más la compleja naturaleza humana que Dama por un día, y la parábola que Peri Rossi describe en "El país en el que me gustaría vivir".
Decía que la Davis encontró a Ford y ella a Ramírez.
Por ahora escribe en su hoja. ¿Refleja la misma el país en el que le gustaría vivir?
Espero que se lo esté replanteando. De no hacerlo, pronto tendrá un espacio en la COPE.
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