LA HERENCIA TRIBAL

Las tribus más antiguas se han organizado jaráquicamente. La obediencia al jefe y la cierta sujeción de éste al chamán, así como la sumisión del resto alzaban una muralla defensiva contra tribus rivales y cargas invasoras.
En la política española de los últimos 35 años la organización tribal de las formaciones políticas colsionó gravemente con los principios de la Constitución. El fruto caciquil propició listas cerradas, resguardando la cohesión interior, al tiempo que estimulaba la corrupción.
No sólo el voto aborregado de una débil sociedad civil favoreció el perverso desarrollo del sistema. También el aborregamiento abarcó las filas partidarias, en la defensa de los ataques lanzados por otras formaciones.
La concentración masiva del sufragio en dos partidos resultó inevitable. Pero aún en esta crisis, de abierta descomposición del sistema, proyectada por los destrozos políticos y sociales del PP en el Gobierno, y la debilidad opositora desde el PSOE, las pequeñas formaciones, nacionales o regionales revelan los fallos, las taras y el primitivismo de las otras.
UPyD tributa la jefatura indisputable de Rosa Díez. Ciudadanos la de Albert Rivera. CiU pertenece en cuerpo y alma al clan Pujol. El PNV y ERC a un enfoque excluyente y ombliguista de la sociedad. Las restantes formaciones en provincias y municipios recogen la nefasta  tradición. En cuanto a IU, prisionera de los viejos dogmas de la izquierda parlamentaria, esgrime discutibles estrategias de organización.
Herencia milenaria trasvasada a los tiempos modernos, la tribu podrá superarse en la medida que España se democratice, de abajo hacia arriba, y no a la inversa. Por que las superestructuras, siempre dependerán de estructuras, partiendo de una base social concreta.
En nuestro caso, a base de dolor, consciencia y rebelión, la mutación, esa larga marcha que reclama la equidad social y el progreso, puede decirse que ha comenzado...