El figurón plasmado
Los
autores del desastre actual pretenden judicializar la opinión pública en
relación con la presunción de inocencia, sobre delitos de los que son
responsables. Así lo creemos la mayoría de los ciudadanos, a medida que
las actuaciones delictivas se manifiestan en medio de contradicciones
culposas y pruebas documentales. A la estafa política que significó aplicar el programa
contrario a aquel que les otorgó mayoría absoluta en las cámaras, se suman lacras intolerables en cualquier gobierno de un país civilizado.
Es evidente que la justicia opera a trancas y barrancas, cuando muchos
magistrados responden a una designación política, y no judicial.
Los fallos de este coronado sistema, paternalista y clientelar, alimentado desde
el saqueo de los tributos, y las consiguientes prebendas de quienes los
administran, revela en la presente crisis todo su entraña
antidemocrática como modelo de Estado y gestión.
No sólo afecta al
PP y su grotesco figurón novecentista al frente del Poder Ejecutivo.
Los ejemplares de pesadilla y manifiesta complicidad con los que mandan no escasean en otras formaciones, pero es en la que hoy gobierna a
golpe de reales decretos donde se manifiestan con mayor arrogancia,
descaro y honda corrupción.
Parten de una base desbordada por
las circunstancias, sin calibrar que la sociedad civil no es la que era.
Han desestimado la caída del PSOE como expresión de hartazgo ante las
mentiras económicas y los recortes sociales, repitiendo en forma
ampliada y mechada de autoritarismo el procedimiento, suicida y
criminal, agravando así los peores guarismos de paro y pobreza hasta
extremos imposibles de soportar.
Por ahora subsisten negando en forma levitante la realidad, eligiendo encapsularse en el Partido y las cámaras.
Habrá que ver hasta cuándo la estrategia de negar la propia,
de mayoría absoluta que pulveriza el tiempo, les autoriza la
supervivencia.
El problema radica en que, mientras tanto, la de ellos tampoco garantiza la nuestra.
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