Bárcenas y su marca de fábrica
Luis Bárcenas Gutierrez sabe que la cárcel no es un paraíso fiscal. Ante la perspectiva de que lo eliminen físicamente, su estrategia, partiendo del vídeo que dejó a buen recaudo notarial, es rodearse de aliados más desvalidos que le protejan, a base de regalos y una actitud amistosa, tirando a fraterna desde un gesto paternal. La base de su relativo éxito pasó desde siempre, por la habilidad probada sumando cómplices y sirvientes menos inteligentes y firmes que él mediante la creativa administración del soborno.
Hasta ahora, en los asuntos políticos mafiosos de este mapa no hubo violencia, ni sangre o pólvora. Pero siempre hay una primera vez, y no me sorprendería, por ejemplo, un inesperado suicidio de esta celebridad en Soto del Real, desatando presiones sobre la viuda frágil y desesperada del también deportista de riesgo y exquisito gourmet, dama que no podría sino colaborar con los verdugos.
Yo novelo asuntos criminales, y desde pequeño me apasiona el género, casi siempre vinculado al poder, el dinero, la política y sus arrabales.
Hay demasiados millones en juego, la mayoría bloqueados y otros desaparecidos para siempre o por descubrir en todo este sucio embrollo. ¿Le pertenecían absolutamente a "Luis el Cabrón", o eran cuentas compartidas?
Ser tesorero de una mafia política durante más de veinte años acredita sus riesgos. Podría atestiguarlo el banquero Roberto Calvi, traficante de una logia y la mafia vaticana si no le hubiesen colgado de un puente, endilgándole suicidio. Hay muchos otros ejemplos de ajustes de cuentas y revanchas sanguinarias entre bandas organizadas que amparan las altas esferas. Países enteros los brindan cotidianamente. España aún no figura entre ellos, pero la corrupción, el privilegio, la miseria generalizada y los procedimientos criminales van de la mano, cavando tumbas propias y ajenas.
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