Mariano Rajoy Brey es un kamikaze. Con la
guerra perdida, se niega a rendir armas, embistiendo su aparato contra
la mayoría de los españoles y, lo que es peor, contra el país mismo.
Parte de la idea de que "la vida es resistir",
no por coraje. Sabemos que le falta valor para casi todo, menos para obedecer órdenes que mandan pagar la deuda exterior a cualquier costo.
Es la temeridad suicida ante el pavor de verse
deshonrado ante el mundo que lo embarga, con parte de la manta al descubierto alzada
por su ex tesorero y los confortantes SMS dirigidos al mismo en
comprometedora instancia, los factores que decide la torpe estrategia de
blindarse en falso, al tiempo que intenta proteger entre espesos
silencios y algún rebuzno, a la cúpula del partido y su propio Gobierno.
Desde el frente interno le apoyan por esa razón. No por que le consideren un héroe imposible. Pero cuando
treinta años de corruptela e ilegalidades comprometedoras ven la luz, ya
no es posible cortar la corriente con blindajes y silencios.
Eso
de "que alguien te ayude", apostilla agregada por el personaje a la
resistencia temeraria, apunta a los suyos, y otros poderes económicos.
Son los que representan él, sus secuaces, y también aquellos cómplices
objetivos a los que faltan valor y principios en la emergencia.
Aún
cree el abstruso mandatario que su Ama, frau Merkel, haciendo piña con
los banqueros y empresarios locales van a salvarle, cuando ya perdió
toda credibilidad, y el Partido Popular, por más que aguante y mientan de continuo
sus jerarcas y voceros, se hunde más y más, cuando para colmo de males
el señor Bárcenas no alzó la manta del todo.
Sin embargo, ya lo he
dicho, el problema mayor para este país no es que ellos se hundan, sino
que, desde la pretendida mayoría absoluta continúen hundiéndonos cada
día más a nosotros.
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