Supongo
que la pérdida de "amigos" en los últimos tiempos lo debo a mi claridad
en la exposición de varios temas. Entre ellos, la postura ante el
independentismo catalán.
Ya lo dije muchas veces. Desde mi
proverbial universalismo,vengo a ser un catalán de España, no un español
de Catalunya. El leve matiz comprende ciertas peculiaridades
regionales, que parten de mi nacimiento
en el barrio de la Sagrada Familia, y 30 años de retorno y estancia en
el pago, tras 33 abriles vividos a orillas del Plata.
Por ello,
también se me puede considerar un argentino de España, o el
latinoamericano que acredita orígenes mediterráneos, percibiéndose parte
del mundo.
Mi rechazo por el independentismo local conoce una raíz social.
Soy un humilde al que nada separará de los humildes, y todo de los
poderosos. No es esa la filosofía dominante en CiU, ERC, ICV o el CUP,
impulsores del reajuste territorial. Menos aún me interesan "Ciudadanos"
o la pavorosa versión local del PP.
Otras bajas en este espacio,
responden seguramente a mis críticas para con el PSOE. Un partido que de
socialista tiene poco y nada, a estas críticas alturas.
Señoras y
señores, mi riqueza única radica en esta noción del hormiguero humano.
Por tradición y cultura abrazo la defensa del espacio público, el Estado
de Derecho, las forma republicana de Estado y el liberalismo social, no
el nacionalsocialista que se practica en España o la Europa actual.
Con la mirada puesta en gente que me interesa agregar en los espacios que dejan otros, apuesto por la libertad de disentir.
Yo disiento con un montón de cosas. La diferencia con otros, comporta
en que las detallo, valiéndome de la reflexión, el esfuerzo y un
criterio independiente, liberado de los medios de prensa, de derecha a
izquierda; aunque acuerde con los últimos en la mayoría de los casos.
Prefiero esta cierta soledad de alma extraviada en un territorio, a muchísimas compañías.
Esa es mi independencia, generosa en la entrega, e inconmovible en las razones que le brindan su aliento.
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