AQUELLO DE LO QUE DEBEMOS INDEPENDIZARNOS

Que me expliquen los independentistas aquello que separa a un parado, el desahuciado catalán, o el estafado de las Preferentes, de un sevillano, extremeño, vasco, Asturiano o Canario en la misma situación.
Son millones los damnificados hoy en España por estos males y muchos otros. También deberán explicarnos, por qué nada distancia la corrupción y enriquecimiento de las élites, realizada a costa de la pobreza creciente en cualquier franja del territorio, desde las ciénagas de CiU, el PP y el PSOE.
Debemos señores, independizarnos de los malos políticos en general, no tan sólo de los españoles. La propaganda catalanista de los gobiernos del enriquecido Pujol, y después el Tripartit, ha escamoteado la posibilidad de reflexionar sobre el tema. Hasta incluso la sucursal del PP opera en esa dirección. Por eso la señora Sánchez Camacho abre las fauces de cualquier perorata, dirigiéndose a "los catalanes y catalanas"
Saben que hay que dividir para vencer, y durante años lo consiguieron.
En lo que a mi respecta, no me gusta la España del PP/PSOE/UPyD, ni la Catalunya que pregonan CiU y ERC. Son modelos asociales y destructivos. La sangrante crisis actual lo ha demostrado, porque ni unos ni otros enfrentan la encrucijada europea desde otra perspectiva que el paneuropeísmo de Merkel, Draghi, el Bundesbank, el BCA y cuándo no...los monos sabios del FMI, o los de la famosa Troika.
Ahora salen los improvisados carcas de ERC publicitando a Kosovo, como modelo de futuro. De los recortes y el pago constitucional de la deuda, nada. Son hoy aliados objetivos de Mas y su Generalitat, pujolista y reaccionaria, en la perspectiva de pactar con otra fortaleza desde la mayoría relativa.
Sobre el tan agitado Referéndum, no tengo nada que decir, salvo si los catalanes y el resto de los españoles lo señalan favorable, mediante otra previa consulta a pie de urna.
Me interesa el Estado social, no el Estado Catalán. Ni siquiera acuerdo con el que padecemos, y da lugar a que gobiernen el PP y el señor Rajoy, con la prescindente complicidad de los socialistas, y otras malas yerbas.