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jueves, 20 de febrero de 2014

LA SOSTENIDA EROSIÓN DE UNA MURALLA


El Caso Granados reitera en versión jibarizada el escándalo Bárcenas. Sin embargo, la distancia entre ambos confluye en la Trama Gürtel y su localización madrileña, comprometiendo a Esperanza Aguirre. El  desvelado chorizo fue uno de sus protegées junto a Aberto López Viejo e Ignacio González, presidente actual de la villa. Los dos últimos están imputados o cuestionados por beneficiarse de la Trama. La Aguirre, fichada en la actualidad por una empresa cazatalentos y jefa simultánea del PP local, tiene un instinto especial descubriendo gentes aptas para su  manipulación politica y financiera. En tal sentido, utiliza lo peor de sus subordinados. Esto es, las ambiciones desmedidas y el ansia de lujo, confort y seguridad financiera. Dama de fortuna, título nobiliario y ansiosa de poderes supremos, la superficialmente ilustrada Esperanza Aguirre Gil de Biedma, no precisa robar; sí en cambio conceder derechos de pernada, ante a los que mira para otro lado. Con esa providencia los controla uno a uno, entre sonrisas y veladas amenazas. Sus artes en la intriga y el chantaje son parejas a los dones del soborno. Tal es su noción del mando, en la política y en la vida. Su ascenso a la presidencia comunitaria nació del que compró para el voto a dos diputados socialistas. En adelante, sus manejos con Blesa, López Viejo y otros peones dóciles a su capricho, durante y después de Caja Madrid, arrojaron catastróficos resultados para las finanzas públicas.
Por lo que muchos advirtieron antes de que Suiza dejase a Granados con el culo al aire, es que el sujeto era una suerte de apestado tras ser desplazado por Gonzalez en las preferencias de Aguirre. El rencoroso Rajoy tampoco amparó en la desgracia al exfavorito, expatriado a las tertulias radiales y televisivas en la defensa de la derecha que hoy manda en España, mientras desde el senado-así lo ha dicho en su descargo-, se remitía a apretar el botón de la obediencia partidaria.
Si bien el nuevo escándalo perjudica globalmente el PP y su gobierno, taxativamente compromete a la manifiesta disidente y crítica, en ocasiones furibunda. De ser Granados imputado, y reaccionando contra alguien, al estilo Bácenas, será ella la perjudicada en lo inmediato por los lazos comunes del pasado en la trama madrileña.
De momento, el país helvético jugó otra mala pasada al PP y su delegación en La Moncloa, con independencia de los ajustes de cuenta internos y los pródigos navajazos que se destinan sus mafias internas. Es que cuando los asuntos públicos van de mal en peor y las encuestas de voto se desploman, con justa razón, los viejos y nuevos rencores tienen piedra libre, arrancada por unos y otros con desesperación, desde un amullaramiento que se sacude y tambalea desde hace veintisésis meses

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