EL OMBLIGO Y LA VIDA SOCIAL

Los atentados contra la salud, la educación y el bienestar ciudadano prosiguen a diario en tierra española, sin que sus promotores, los que ocupan el poder y sus cómplices, pasivos y activos, no sean depuestos y juzgados por traición a la patria y sus valores sociales.
Hasta cuándo la mayoría de los españoles aceptarán verse reflejados en el espejo de la vergüenza? No basta con enviar alimentos a las ONG y Caritas para ser solidarios con los millones de parados, o de quienes carecen ya de prestación por desempleo, junto a los cientos de miles sin techo que malviven en precariedad del desempleo y la resignación. La España que está amaneciendo desde hace poco más de dos años es paradigma de la injusticia y la brutalidad de los poderosos. Ellos no sólo enarbolan restaurados símbolos del pasado; lo ejecutan, como en los mejores tiempos de la dictadura.
Basarse en el bienestar sectorial de un empleo jerárquico no garantiza evitar una brusca caída libre. Menos todavía cuando se dispara la precarización del empleo fijo. Debieran asimilarlo, quienes aún se miran el ombligo como si fuera el centro del críptico universo, y no la señal primigenia del vínculo con la vida social en la tierra de todos, que algunos creen de unos pocos.