Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 18 de marzo de 2008

UNA BREVE APOSTILLA

Es la que resume el triunfo del PSOE, en base a dos comunidades donde retrocede objetivamente el nacionalismo tradicionalista.

Esto és, Catalunya y el País Vasco.

En otro post comenté la derrota de la extrema derecha limitando desde dentro los votos del PP.

Sin embargo, que el PSC y los socialistas vascos hayan arrasado en la votación, dejando atrás los votos de CiU, ERC o el PNV proyecta un notable giro españolista en estas comunidades. Es decir que, otorgando el mazo de las barajas a las colaterales del PSOE (aunque estén influenciadas por el correspondiente nacionalismo vernáculo) los votantes han reducido el antiguo poder de los soberanistas y separatistas en ambas comunidades. Al hacerlo, coinciden parcialmente con muchos votantes del PP.

Sin duda éstos desearían un franco retroceso autonómico en beneficio del centralismo español, mayoritario en el concierto estatal. Siendo otra la intención del reelegido ZP, la misma conserva el ponderante objetivo de equilibrar las comunidades, concediendo aquello que juzga posible a catalanes y vascos.

Ahora, a Rajoy se le plantea otro problema. Si se centra apartando de sí a los ultras -como parece- avanzará hacia un programa semejante al gubernamental. De conservarlos, volverá a fracasar, por las mismas razones que pifió el 9M en la conquista del Estado.

Quizá lo único que pueda otorgar ventajas a una estrategia opositora centrista sea una mala resolución de la crisis económica en ciernes.

De fallar Solbes en la receta curativa, se amplían las perspectivas de la derecha.

De momento pueden jactarse de haber crecido más o menos proporcionalmente sus papeletas en relación con las del PSOE en las pasadas generales. También -pese a que directamente no fueran responsables- del sostenido retroceso catalanista y los planes de Ibarretxe.

La parcial coincidencia entre los votantes centristas de sociatas y peperos en la cuestión autonómica y el papel de España totalizando esfuerzos, sugiere la consecución de ciertos pactos, ya anunciados entre las dos grandes formaciones.

La consigna de "si tu no vas ellos vuelven" fue explícita. El 9M desempeñó un importante papel definiendo un humor electoral equivalente, quizá, al de los votantes que, recordando el 23 F votaron al PSOE y sus moderados cambios prometidos entonces.

Fue una muestra pública de sensatez.

La de esta otra compulsa revalidó un criterio semejante. Su diferencia (alejada por completo de una imposible amenaza golpista; no de una crispación clamorosa) estribó en percibir que el Estado de las Autonomías no podía ser jaqueado todos los días por nacionalistas de uno u otro signo.
Los periféricos acentuando sus exigencias; los centralistas negando de plano la existencia de naciones en el concierto estatal.

De ahí los escaños menguantes en las alborotadas quintas de Carod e Ibarretxte; y pese a los esfuerzos denodados de Durán i Lleida por centrar la coalición en CiU.

El simétrico retroceso de los involucionistas y sus escribidores o susurrantes en los foros del PP cobra idéntico valor. Intentaron aprovechar sin suerte el desconcierto inicial de Rajoy y la cúpula popular, en pos de proseguir desarrollando una estrategia sin chances de establecer alianzas -decisivas para gobernar- con el refuerzo clave de vascos y catalanes.

Por ahora el polo más fortalecido tras las elecciones generales son la formación gobernante y su líder.

El poder de Rajoy, arañado en el último instante de la consiguente capa caída, es precario e inestable. Todo depende del congreso juniano; aunque hoy le respalden cautamente tirios y troyanos (mientas los de siempre prosiguen hostigándole desde las usinas de rigor) .

Lo cierto es que, por ahora y visto el panorama el escribano -salvando al fiel Paco Marhuenda- no tiene quien le escriba.

Las columnas económicas de los periódicos de la jornada auguran que, escribir desde el timón del Estado la ciencia numérica contra los temblores que presagia esta debacle financiera mundial, no dependerá de nuestros bolígrafos. Mandan los de la globalización.

Francamente señores, lo único que se me ocurre decir ante la que se viene es: ¡Socorro!












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