Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 5 de marzo de 2008

EL PAPEL HIGIÉNICO

Es, junto al bidé, lo más indicado para adecentar el trasero tras una micción.

A don Manuel Fraga parece darle lo mismo. Al declarar que usaría las páginas del misterioso Libro Blanco -mencionado por ZP durante el último debate- como papel higiénico, ha delatado su secreta afición de pasarse por allí las opiniones de la competencia.

Más allá del símbolo, le advierto por si las dudas sobre la conveniencia de volver a lo menos riesgoso. Con la edad, los tejidos del cuerpo se ablandan tornándose más vulnerables.

La sola declaración delata que los del cerebro han sufrido el impacto. Los pertenecientes al hemisferio ecuatorial, donde la humedad celular es pulposa, son especialmente delicados. Las hojas de un libro son poco recomendables a tal fin, por dos razones. Una es el mal ejemplo. Los libros se leen o no. Destrozarlos para enmerdarlos invita a la ignorancia.
Otra, radica en la extrema sensibilidad de las partes pudibundas que ostenta alguien con los tacos de Fraga.

Tampoco la pulpa de libros y periódicos son el medio indicado para despejar el recto de heces y microbios. Sólo en caso de extrema necesidad -y no de ideas extremas- cabe echar mano de semejante procedimiento.

Menos cabe aún, si el sujeto en cuestión ha redactado a lo largo de su vida cantidad de textos, artículos, decretos y decretazos.

En realidad, mi preocupación en señalar este error de uso es más bien sanitaria. El respeto para con la tercera edad me dispone piadoso con sus ejemplares; así se trate del pacífico abuelo que juega con los nietos en el parque; el anciano símil de Jack El Destripador; o hasta si cabe, el ofuscado Fraga Iribarne.

Me temo que de no rectificar, en vez de aparecérsenos con las manos manchadas de sangre -según le ve aún hoy el apocalíptico diputado Tardá- deban pasearle forzosamente en ambulancia, camino a las urgencias y con el culo en pena.

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