Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 22 de marzo de 2008

EL JARRÓN CHINO

No es una historia policial clásica, de ésas que protagonizaba Charlie Chan.
Más o menos así definió Montserrat Nebrera a José María Aznar.

El objeto en cuestión retrataría el magno retiro de un ex presidente. Vale cuando es magno y es retiro. Pero aunque Aznar cumplimentó formalmente un retiro anunciado, desde entonces no abandonó la política ni dejó de tallar en la táctica y la estrategia del Partido Popular. A tal efecto comanda la FAES, recabando apoyos significativos. Sus tesis son las de Rouco Varela, la COPE; Libertad Digital (desde la TV y la Red) y sus opinantes de nómina. Los mismos que redactan sus conferencias y el último libro (hechura de José María Marco).

Pese a la suave crítica que le destinó El Mundo, los bandos del periódico continúan sosteniendo la responsabilidad de ETA en la masacre del 11M y la falaz teoría de la conspiración.

Las giras y conferencias de Aznar, vinculadas al prestigio del que goza en los círculos más reaccionarios del establishment occidental, demuestran por otra parte que sigue siendo un gallo de riña, dispuesto a picotear rivales y rematarlos con su espolón.

La conocida enemistad con el terrorismo etarra o yihadista es cuestionable desde su proclamado liberalismo, al promover otros terrores, activados por la administración Bush en Irak, los integristas israelíes en Palestina, los oligarcas gobernantes de Colombia, y la oposición golpista en Venezuela.

Allí dónde exista una causa injusta, surja de gobiernos u opositores, está él para aplaudirla en nombre de la libertad y una cruzada liberal propia de la Inquisición.

¿Tiene éso algo qué ver con lo qué se espera de un jarrón chino? ¿De verdad cree esta perspicaz dama, ex convergente integrada por el defenestrado Piqué a la formación, que Aznar va a quedarse quietecito ante sus contemporáneos?

En su guerra con el ineficaz Daniel Sirera, la Nebrera procura respaldar desde Catalunya la cruzada de Rajoy centrando (definámoslo con generosidad) al Partido Popular. De paso tienta resguardar en jade la figura del ex presidente.

Un señor que no lamenta el millón de víctimas en esa guerra que promovió junto a Bush, Blair y Duráo Barroso en la merienda de las Azores (reiterando que volvería a respaldar esa invasión) es un político peligroso, y en activo. Ante todo por la autoridad ganada en una formación que le debe en gran medida su razón de ser, y dos gobiernos.

Nebrera y otros creen que todo es agua pasada y se equivocan. Aznar refundó con decisión y habilidad el instrumento de poder político de la derecha española. Primero la centró. Desde el poder y obteniendo a base de paciencia y pactos una posterior mayoría absoluta procedió a descentrarla. Era lo que les pedía el cuerpo.

Lo de Irak -resuelto sin consultar al parlamento- fue la culminación de otros desaciertos. Una vez perdido el poder a manos de la izquierda, no ha cambiado el criterio; lo extremó aún más, respaldado por sus camaradas y votantes.

Empero, de celebrarse hoy nuevas elecciones la ventaja del PSOE sería mayor que la del 9M. El belicoso padrino lo sabe, por esa razón suelta prenda ahora en busca de pendencia con el ingrato Rajoy y su incipiente tropa.

Hay una importante diferencia entre el retiro pospresidencial de Felipe González y el de este otro ex.

Con todo lo abominables que hayan resultado la atmósfera de corrupción o el GAL en la estimación del periodo final en la gestión socialista de los años ´90, no pueden compararse a lo de Irak, la mentira del 9M y las miserias posteriores que desplegaron los halcones del PP y sus conseglieres, llevando a España a una crispación política desconocida hasta entonces.

Tampoco González se inmiscuyó -al menos significativamente- en el posterior derrotero del Partido y ZP (nuevo líder que por otra parte no designó).

Por contra, es Rajoy, ex ministro del último gobierno popular, un valido del prócer pepero.

Falta ver hasta dónde el muñeco se rebela contra el ventrílocuo.

Pues eso mismo fue Aznar; al menos hasta la jornada de derrota electoral.

A menudo se le sindica actuando desde la sombra. Yo mismo lo he escrito, y en realidad comporta un error de apreciación que sus recientes declaraciones se ocupan de redefinir con mayor claridad.

Por contraste la sombra, corpórea y amenazante, es él.

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