Nada es lo que parece. El PSOE se precia de constituir una formación de izquierdas, y en realidad acredita un centro pendular con una marcada tendencia a enfangarse en cualquier momento. No voy a repetir lo que fueron los últimos años del periodo González, pues son de dominio público aunque algunos miren para otro lado.
ZP pertenece a otra generación, a la que supervisan figuras del pasado como la Vicepresidenta y el titular de Interior. Empezó bien saliendo de Irak. Siguió en línea intentando desarmar por las buenas a una maltrecha ETA. Contrariamente de aquello que las huestes de Aznar señalan arrostrándole traición, considero su intento lógico y meritorio. Actuó con la Ley en la mano y valientemente contra la marea y el viento que desataron con tan malas artes sus rivales de la derecha.
Si el plan de paz falló no fue culpa propia, sino la de los terroristas y sus canallescas colaterales. El auxilio indirecto que les prestó el PP quebrando el frente democrático de negociación, y manipulando incluso a los familiares de las víctimas, hizo lo suyo.
El posterior contragolpe gubernamental encarcelando a la rama política de la izquierda abertzale, y la caza y captura de los pistoleros de la banda, fue una respuesta acertada. La mayoría de los vascos no apoya el resurgimiento de la violencia, de ahí el marcado debilitamiento del terrorismo y su actual impotencia operativa.
El Presidente no asumió la validez de su actitud en ambos casos, ni reaccionó con energía afirmando sus tesis. Y Rajoy, junto a la comparsa que le ataca con prisa sin pausa, aprovechó esa cierta falta de principios.
Durante la legislatura, el primero le ganó al otro el pulso económico. La implementación de las últimas medidas sociales tradujo la bonanza. También se distanció claramente del racismo pepero y sus fobias antinacionalistas para con la periferia; aquella que esgrime el chauvinismo español más descarado.
Con todo, continuó advirtiéndose temulencia en ZP. Sus vacilaciones y faltas de réplica en ciertos instantes vuelve a desnudar la doble naturaleza del socialismo. Está en el centro y presume de avanzado, cuando el gasto social en España es uno de los más bajos de Europa; mientras los sueldos y pensiones dejan que desear.
Si el centrismo pendular caracteriza la política del socialismo actual, el derechismo contumaz preside las maniobras del PP, situándolo en los límites mismos de la democracia.
El peso abrumador de personajes como Jiménez Losantos o Pedro J. Ramírez y su hoja en la marcha política y organizativa de la formación, a los que se suman el ex Presidente Aznar y sus manejos, presagian un derrotero semejante durante la próxima legislatura; gane o no ZP.
De momento Rouco Varela se ha impuesto entre los obispos, quebrando la tradición repetitiva en la presidencia episcopal, hasta ayer en manos de Blázquez. La medida refuerza la tropa reaccionaria ante los futuros combates.
No tomo en serio la finta sociata de ajustar las clavijas del obispado una vez relegido ZP. El PSOE no posee la claridad política ni cuenta con la energía necesaria para quebrar el concordato y laicizar este Estado, tibiamente aconfesional.
Por fortuna, a la hora de votar la opción PP-PSOE contamos con alternativas sociales o nacionalistas muy afincadas en el voto.
El último debate (sectorial y por ende arbitrario al suprimir de hecho otras opciones) ha proyectado líderes débiles en ambas formaciones. Si de poco valió a Rajoy su mayor experiencia política y contundencia en la carga, tampoco el candidato socialista desveló la seguridad en el futuro que se requiere de un líder.
Sus argumentos triunfaron por ser más plausibles y acreditados por los hechos. Eso fue todo.
Oponerles programas que contemplen reformas económicas y autonómicas que autoricen un desarrollo social más equilibrado y coherente, es posible hoy.
También, que de triunfar en escaños el PSOE y sus colaterales autonomicos, sin alcanzar la tan nefasta mayoría absoluta, deba pactar con IU/IC, CiU, PNV, BNG o ERC. Y aquí nos encontramos con partidos, programas y líderes más coherentes; tanto en la izquierda como en el centro y la derecha.
Me basta comparar mediante un par de ejemplos las dos caras reversibles de ZP, con los discursos sólidos de Joan Herrera (IU/IC) o Durán y Mas (CIU), para identificar con claridad desde la realidad catalana, a la izquierda o el centro derecha constructivos.
Establecer equivalencias regionales de este país para el PP de hoy, resulta imposible. Vive de fantasmas y niñas de porcelana, menos guapas y creíbles que las de nuestras madres y abuelas.
Rajoy, que en los mitines termina hablando de sí mismo y la niña en tercera persona (como la impresentable Aída Nízar del GH), pertenece a lo peor del pasado; y éso no es ni alcanzar siquiera la pálida memoria de Alianza Popular; que por lo menos contaba con Manuel Fraga; coartífice por entonces de la famosa Transición Democrática.
Lo de Rajoy y su ventrilocuo, es regresión pura, situada a corta distancia del lepenismo galo. Por ello es le corbeau Rouco Varela quien horas atrás triunfó, y hoy desplaza en el presente drama la legendaria figura del Cardenal Tarancón.
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