Le aventajo en horas y puedo demostrarlo.
En la tarde de ayer mencioné la radiobasura; hoy me encuentro con que este taquígrafo reproduce el término muy suelto de cuerpo. Cree que por dirigir un periódico que pocos digieren, le cabe derecho de pernada. Total, un blogger inconnu, es un feriante más de Internet.
En cambio, a él le imprimen... (con pena y sin gloria).
Hace unos días le observé detenidamente en un panel de la TV. Creo que era en el carrousel de directores periodísticos de 59 segundos.
Allí brilló por su insignificancia, algo lúgubre.
Hoy demuestra una vez más que las ideas son patrimonio de pocos. Con cualquiera de las que no se le ocurren, se monta un artículo con su foto delante; para que el burro no se espante.
En este Blog he criticado a Ramírez y Ansón por hacer lo mismo. La diferencia es que el primero se probó empresario capaz, tras haberse jugado el tipo tras su despido de Diario 16 a causa de arremeter con valentía, antes y después del cese, contra el crimen y la corrupción de un gobierno.
Mi hija, que entonces cumplía doce años y leía periódicos desde los ocho (siguiendo la tradición paterna) decía ante la foto de Pedro J.
"Éste es uno de mis héroes".
Ya no es el mismo; eso agrega pólvora a una crítica que Mariana, cercana ya a cumplir los treinta, respalda ampliamente.
En cuanto a Anson, de largo ejercicio periodístico (y a quien también envié un ejemplar de Perón), queda demostrada su capacidad para dirigir el ABC llevándolo a su instante de mayor brillo. Luego creó La Razón, cabecera que ya no dirige, pero que su aliento sin duda inspiró.
Tampoco Luís María es el de antes. Y se nota...
En cambio, Escolar, sin hazañas o acciones meritorias de por medio, nace arropado por manta gubernamental, y capitales que surgen del negocio futbolero y la televisión de favor.
Hasta hoy, aparte de competir con otras hojas a mitad de precio, no demostro casi nada. Digo casi, pues en súbito rapto de imaginación (y verdadero acto fallido del subconsciente), ha descubierto casi en simultáneo, la prensabasura.
Una cosa lleva a la otra (incursa en mi artículo original). Por ello, sigue sin revelarnos mayores habilidades. Pues si alguien dice: ¡cataplín!, es lógico que otro diga: ¡cataplero!
O tal vez sí demuestre, por ejemplo, que inspirarse en el trabajo intelectual del prójimo sigue siendo un negocio en este gremio de tramas tan oscuras.
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