Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 15 de enero de 2008

MENTIRAS Y VOTOS

En el combate electoral que se avecina, servido para favorecer a los dos grandes partidos políticos nacionales, las primeras desencadenan el reparto final de los segundos, en un sentido u otro.

Vamos por partes. Tomamos conocimiento de la inmediata, gracias a la confesión de su perpetrador, el Presidente José Luís Rodríguez Zapatero, durante el maratónico reportaje que Ramírez le editó finalmente, en dos números de su hoja.

Mintió, en efecto, al declarar luego del penúltimo atentado sangriento de ETA, que tras sus dos víctimas el Gobierno no negociaba. Tal vez siguió negociando por que las dos víctimas no eran dos españoles sinó inmigrantes ecuatorianos, a cuyo velatorio este predicador de unión universal ni siquiera acudió.

Las previas mentiras de sus rivales -partidarios o mediáticos- resultaban clamorosas. En primer lugar destacó el entonces Presidente Aznar, plegándose al mentiroso Bush, y su historia del armamento nuclear husseiniano; sibilino pretexto con el que justificó la brutal invasión de Irak.

El malestar de los ciudadanos con Aznar llegó al paroxismo tras la tremenda masacre yihadista, atribuida por su gabinete a ETA en un primer momento.

Era otra mentira y ésta, sumada a la otra, aparte de hundir para siempre su carrera política la pagó con intereses el valido Mariano Rajoy, en las generales.

Así, de gobernar con mayoría absoluta, el PP quedó relegado en votos y pasó a la oposición.

Siguiendo la tradición impuesta por González desde el PSOE, no hubo autocrítica en el Partido. Tampoco se observó en principio una reacción vigorosa. No era de recibo. Habían mentido en graves asuntos dos veces seguidas. Una poniendo en peligro la vida de los soldados enviados a Irak; la otra señalando a una banda criminal local, mientras procuraban desviar que el atentado era una clara represalia montada en el exterior por la alianza con George Bush, y su aventura bélica sedienta de petróleo.

Sin embargo, sus ideólogos no oficiales desplegaron velozmente su aparato de propaganda desde dos medios: la COPE y el diario El Mundo.

Posicionados en el éter y el papel, la bifrontal campaña mediática orquestó una supuesta conspiración, organizada en las entrañas del PSOE, destinada a culpar al PP del asesinato de 200 españoles y las heridas causadas a más de 1.500, para retomar el poder perdido en medio de robos y escándalos.
De paso, señalaban a los votantes que dieron el triunfo a los socialistas y la izquierda, como una partida de imbéciles, a los que se puede manipular a voluntad.

El reciente fallo del TC ha despejado cualquier duda al respecto. Fué una célula yihadista, y punto.

Ahora se acusa a Zapatero de haber favorecido a ETA en una negociación que, según ellos nunca debió emprenderse.

Fue un intento más, de los que antes hicieron los previos mandatarios. Con la diferencia del mayor debilitamiento de la banda criminal en esta última instancia.

La entente fracasó. En contrapartida, las diversas concesiones a las máscaras políticas de la banda vienen siendo anuladas una a una; mientras las fuerzas de seguridad y la judicatura redoblan esfuerzos que nunca -en una forma u otra- abandonaron.

Pese a ello, ni los oficiosos auxiliares del PP ni la Iglesia, han dejado de atacar al gobierno actual por un motivo u otro. Si no es por la fallida negociación, será por las concesiones a los nacionalistas catalanes, el respaldo al combate del cambio climático (que el PP considera una tontería), o la iniciativa sobre la Alianza de Civilizaciones.

La única alianza que defienden las huestes de Rajoy, Acebes y Zaplana, son las habidas con la Conferencia Episcopal y los EEUU de Bush.

En el promocionado reportaje de Ramírez, fue éste y no el Presidente -una suerte de Pantera Rosa all´uso nostro- quien quedó malparado.

Malparado como el Inspector Clouseau; aunque bastante menos divertido que Peter Sellers.

Basta observar la imagen de ambos caminando por los jardines de La Moncloa para captar la crispación del primero.

Intentaba desacreditar al nieto del Capitán Lozano restándole votos y probablemente pierda (o siga perdiendo) lectores. Por eso las amigas y amiguitos de Cristina López salieron a gimotear y plañir ayer "contra el Presidente malo" y en defensa de "Pedro J." desde el programa de las tardes. arguyendo, entre otras memeces que el melón con sal nunca existió.

Y perdió el envite por una razón que exceden las habilísimas respuestas del último a sus trampas: la falta de credibilidad de un empresario periodístico empeñado en falsear la realidad, favoreciendo a quienes históricamente siempre favoreció, primero de hecho y luego de intención: el Partido Popular, y en el presente a su actual dirección, claramente involucionista.
Zapatero se lo dijo.

La pinza entre Ramírez, Rouco Varela, y sus discursantes falderos de las mañanas, las tardes y las noches está servida. Pero lejos de cobrar algún viso de realidad, la mentada ruptura de España es otra mentira, agrandada en bola de nieve cuesta abajo, por la supuesta disolución de la familia y la descalificación del aborto.

Estas machacantes falsedades y exigencias retrógradas no apuntan, es cierto, a provocar golpe de Estado alguno. Nuestra democracia y el Estado de derecho son inamovibles.

Hoy, las malas artes van destinadas a acaparar votos y recuperar el poder.

Y no es que el PSOE y Zapatero merezcan detentarlo en pleno derecho ético otra legislatura. Al aparato partidario le faltan talentos y le sobran caciques. Por ello, la semejanza de su Secretario General con el dibujo animado de La Pantera también está lejos de hacernos gracia.

Los unos y el otro mienten e improvisan a menudo. Por razones puramente electorales, ultimamente viven entregados al soborno de los futuros votantes.

Sin embargo, se impone una vez más la teoría de la relatividad, y ella les favorece ante los que hicieron del mentir e incordiar (descalificando nuestra calidad democrática), la continua práctica opositora en los últimos tres años de esta agitada legislatura.
Parecen considerarse iluminados, para guiar nuestra inmadurez hasta un luminoso porvenir bendecido por Dios, Ratzinger, y el ala reaccionaria de los obispos.
Sobre esa base nada bueno puede edificarse cuando la democracia funciona.
Por éso mismo; aunque el nivel actual de su pulso esté lejos de ser avanzado, perderá las elecciones el Partido Popular.










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