Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 1 de enero de 2008

UN CLÁSICO

Esto es, ni más ni menos el nuevo libro del hispanista Henry Kamen: Los Desheredados.

Su ya reseñada intervención destacando nuestra catástrofe cultural del presente mediante cierto artículo despertó mi interés, y sin vacilar fui hasta la "Index" de la Pepi (una joya de local bien surtido de novedades en Vilassar de Mar), y salí orondo y ansioso con mi ejemplar.

Devorarlo es un placer. Kamen une a una importante experiencia en este campo, la prosa indicada: segura, precisa y desdramatizada.

Las emociones correrán por cuenta de la sensiblidad e interés del lector. Lejos de constituir un defecto, comporta la virtud de su estilo, poco académico y especialmente centrado en divulgar conocimientos de cara a un sector de público culto, que va, desde el previamente interesado al neófito.

El texto arranca el análisis de los avatares de los artistas e intelectuales españoles, partiendo desde 1492, año del descubrimiento, hasta poco más allá de 1939. A las tribulaciones de los tantos reseñados se unen antecedentes, influencias de tumultuosas épocas, vínculos y obra.

En la barca de Kamen nadie queda sin navegar junto al interés del lector; ni siquiera los genios científicos, expatriados o no. Creo que hoy por hoy muy pocos ensayistas pueden acopiar tanto accidente y dolor; vida, muerte y legados en diez capítulos, resueltos en tan sólo 516 páginas.

Esta concienzuda y sólida labor narra la peripecia constante de una saga dolorosa, en la que a menudo la creación y la independencia de criterio de los pensadores y grandes imagineros, padece exilios y tragedias que, en el fondo y para nuestro mal, constituyen una sola y larga catástrofe nacional.

El permanente desencuentro entre una política rezagada y las artes -muy en especial las que corresponden al género literario-, jalonan los episodios. En ellos, los datos que un enjundioso experto agrega de cada personaje, no hacen más que estimular nuestro interés, renglón a renglón.

Confieso que soy exigente a la hora de escarbar biografías o ensayos. Hasta hoy, los míos enfocando el cinematógrafo norteamericano de la edad de oro y la Historia Americana en la primera mitad del siglo XX no fueron plenamente reconocidos, pese a que la técnica que utilizo establezca objetivos puntos de contacto con la de este notable autor.

Cuando Kamen refiere las experiencias del exilio como fenómeno frecuente -en tanto que extrañamiento- da de lleno en mi problemática y la de tantos españoles o americanos de los dos hemisferios.

El exilio es de hecho una implícita condena, de resultados no siempre infructuosos. Sin duda la fuga de talentos empobrece la continuidad cultural de un país; y ese es uno de los graves problemas que hoy afrontamos aquí y ahora, pero al mismo tiempo dota a los implicados de una universalidad que beneficia en principio a otras culturas, y con el tiempo -aunque sea largo y parezca eterno- a la originaria.
El desarrollo de movimientos artísticos en el ´98 novecentista, y el ´27 del siguiente son explorados desde la perspectiva individual, plasmada por sus integrantes, con sus instantes liberales o conservadores, y la dictadura de Miguel Primo de Rivera o el derrumbe de la monarquía seguida del parto republicano, con sus convulsas secuencias.

En la página 225, despega el sexto capítulo, y con él se van desgranando instancias cruciales que convergen en el estallido de la Guerra Civil y sus alternativas, detallando con igual precisión la barbarie que domina la contienda en ambos bandos, y el posicionamiento de los creadores; al tiempo que precisa, eso sí, que las atrocidades del campo republicano escapaban al control del gobierno; contrariamente a las del bando nacional, sujetas al férreo control de los militares insurgentes.

La precisión, documentada e imparcial en la crónica, aleja al autor del revisionismo pro nacional de estudiosos serios (aunque de discutible enfoque), como César Vidal o Justino Sinova; y desde luego, de las parcialidades grotescas perpetradas en estos días por el chabolista Pio Moá.

Con todo, hay algo que echo en falta, y es la crónica social. Os he confesado mi admiración por Paul Johnson; aunque adolece de un fallo semejante. Menos se nota en Kamen, por causa de la mayor atención prestada a las emociones de sus actores reseñados; casi siempre referidas a la sociedad, pese a no reflejarse la densidad de movimiento alguno.
Tampoco fue, y el autor lo aclara, el menester de su labor.
En última instancia, la estructura cultural o la política, son superestructuras de una realidad social de base.
Y la extrema polarización del cuerpo social español es la que proyecta comportamientos e ideas ayer y hoy, en sus varios segmentos.

No obstante, la conclusión globalizadora del investigador, centrada en sus personajes, es explícita, y no deja lugar a dudas sobre la actitud censora que se abate sobre la mayoría de los artistas e intelectuales de las previas generaciones, ante los acontecimientos que precedieron al estallido de la guerra fratricida y sus terribles consecuencias.

Desde el exilio exterior o interior, los pensadores, poetas, novelistas, filósofos y artistas de España y sus regiones vieron frustradas o brutalmente reconvertidas buena parte de sus ilusiones.

El vacío que dejaron en la cultura, y el agregado de la tenaza franquista, han privado a España de acreditar sostenidamente una elite culta y diversificada. Bajo el terror y sin polémicas públicas no hay crecimiento intelectual. Es por eso que la huella de una larga tiranía va mucho más allá de su colapso.

La democracia, disfrutada a pleno por vez primera en la Historia junto a la armonía social de las clases, y la transformación del país en potencia mundial, no han resuelto aún lo que la fatalidad precipitó en siglos de atraso y cuatro décadas de virtual silencio absoluto.
Quizá por que la velocidad de los avances tecnológicos y el consumo de bienes materiales hayan favorecido, de hecho y por omisión, la versión presente de la vieja disfunción cultural. Maquillada pero vieja al fin.
Hoy se impone la omisión pública; no el garrote estatal ante el talento creador. Al imponer sus leyes naturales un mercado en estado de franca mediatización, el acoso y la consiguente frustración en muchos creadores han cobrado otras formas, aunque el resultado equivalga en proporción. Por eso entre nos, ante la insuficiencia de los contenidos literarios, se hunde la crítica, tal como el autor de Los Desheredados apuntaba en el artículo que reseñé en un cercano post.
Mediante los previos capítulos que desarrolla Kamen, observábamos penurias semejantes en el apartado; de las que apenas se libró Francisco de Goya i Lucienes, dejándonos una obra crítica y universal como pocas.

No es el único grande que aborda en detalle el libro. Este profesor de varias universidades inglesas, norteamericanas y españolas, antiguo miembro además, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Barcelona, ha volcado su ciencia y conciencia en este aporte multibiogáfico de referencia obligada y conclusiones sociológicas que no deben obviarse.

Por de pronto, creo que esta rica reflexión hecha texto debiera figurar como material de lectura recomendada en los seminarios secundarios de literatura hispana y en las universidades.

Os advierto que la crónica de esta gema cultural no termina en un primer post. Cuando se impone la riqueza molecular de un texto semejante, es preciso volver a él para nutrir la cabeza y el corazón.
Además de ser brillante y útil a cualquier lector universal, se ocupa de nosotros. Los que aquí vivimos aquello que otros nos procuraron, resistiendo entre otros valores, los de la pasión y el talento de los creadores.

Para superar esta época actual de baja marea, que nos hunde en el fango del consumismo fácil y la ignorancia supina, hay que prestar suma atención a este bien exploratorio.
Por mi parte, pienso agenciarme de los cinco libros precedentes que el providencial empeño hispanista de Henry Kamen nos ha regalado.




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