Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 24 de enero de 2008

CHARLOT Y EL PAVO REAL

Ya os he referido el afán copista del señor Ramírez. Hoy le toca a Luís María Anson, su pavo real. El que en materia de disfraces faltó a su colorido suplemento semanal de los dos previos domingos en el apartado de 1808, sin requerir camuflaje alguno.

Para ello nos basta su foto, con doble mentón y sonrisa marcada por el dedo índice; por si alguien dudara de su buen humor.

Habiendo repasado a fondo mi homenaje a Charlot, publicado el 26/12/07, este fláccido miembro de la Real Academia ha procedido a inspirarse en el mismo, poniendo a prueba su genio.

El pavo real puede volar; aunque no rebase la altura de un árbol de rama baja y accesible. Y Anson, haciendo honor a la especie, encabeza los sopores del El Cultural de este jueves, soltando un huevo que, entrometiendo a realezas poco interesantes, desdibuja la plenitud del personaje en cuestión.

El aviaceo aglomera datos siguiendo la sucinta guía fílmica del post, e intenta en vano emparejar mis ímpetus, sin rozar los apuntados contrastes de un ser excepcional. Por ello, el pálido retrato carece de emoción. De paso, ventila su contacto personal con la realeza y Geraldine, la hija actriz (y mediocre comedianta) del genio; refiriendo además que él mismo en cierta ocasión lo escuchó en persona.

El detalle narcisista de autobombo social, no refrenda que haya interpretado cabalmente lo que dijo.

No me va ni me viene inspirar plumas mundanas de esta clase. Por otra parte, El Mundo y los mundundis me tienen acostumbrado al menester. Para colmo de males, lo que en mí es inspiración verdadera, en ellos es comercio o figuración.

Y se nota, pues el estilo es el hombre. Y dónde éste se desdibuja en la mala imitación, la carnadura humana está ausente

Los bufones ejecutan las piruetas y bromas que ordena el dueño del circo. Así es en el Espectáculo y en la vida, por más vueltas que se dé a la tortilla.
A sabiendas, él insiste agregando un suelto a pie de página sobre Walter Lippman; otro personaje que le queda grande.
No se puede imitar a Pavarotti con los rudimentos de José Guardiola. Ni conmover con grandezas ajenas si se es pequeño, negado, o las dos cosas.

Mal que bien, Anson fue. Ahora nos queda esto, algún que otro artículo calenturiento sobre jóvenes damas de las que podría ser cuando menos abuelo, y un suplemento cultural digno de las fábulas de Esopo.

Analizando el personaje, me viene a la mente el sobrecogedor espectáculo de un pavo real de zoológico; en Buenos Aires.
Yo era un niño entonces, pero el pobre era viejo, y a más de cojear, sus plumas azules, menguadas por la tiranía del tiempo, arrastraban envases vacíos de cacahuetes y palomitas.

Pavo crístatus de la familia phasianidae, rezaba el cartel, tras la verja.

Aún le recuerdo, con ojos de niño y una pena de adulto que por este otro no siento.

Quien al cobijo de una mala conciencia perpetra cualquier asesinato, por pequeño que sea, merece mi absoluto desprecio.
Cargos y honores no le protegerán de la íntima vergüenza.

En consecuencia, ni un gramo de lástima destinaré al que sustrae aquello que su imaginación no puede concebir, sin citar la fuente.

Lo apunto al detalle, para que algunos comparen hasta dónde la sinceridad impresa en el humilde Blog de un escritor, supera el falso mérito del decadente taquígrafo al que aún respetan los del cementerio de elefantes.

Y que conste, no es problema de inhabilidad, de falta de imaginación o edad, sino de honestidad.

Para mí, lo más importante del mundo.
Para otros, na de na...

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