El conquistador añejo era un extremeño cruel. A él se debe la destrucción inicial del imperio incaico, y el ajusticiamiento del prisionero Inca Atahualpa, tras brirlarle bajo falsas promesas de libertad, una habitación llena de oro.
En cambio, este otro Pizarro, bautizado Manuel, es un enjundioso abogado del Estado, jugosamente indemnizado al abandonar la gerencia de ENDESA. O sea que, sin agenciarse del oro por la fuerza ni asesinar a nadie, se forró for ever.
Son las ventajas financieras y de movilidad social que ofrece la vida moderna, sin necesidad de incursionar peligrosos territorios ni padecer el efecto de las tormentas marinas, cruzando el Océano, prolongadas en tierra firme por masivas emboscadas, plagas diversas de difícil cura, picaduras de serpientes venenosas, mosquitos que traen fiebres complejas, y el vuelo de flechas o lanzas de filosa punta e impacto destructor.
Dicen que el dinero llama al dinero y es cierto, aunque no del todo si nos atenemos a su ejemplo. Para el señor Pizarro, una vez llena la bolsa cabe alcanzar la suprema meta de the power and the glory, aplastando al PSOE mediante la oferta pública de un proyecto económico ultraliberal, con tratamiento de shock en puerta.
El vehículo ajustado a tal fin es el Partido Popular.
Su inclusión como número dos en la lista de Rajoy (que tampoco es la de Schlinder) desbancando a Alberto Ruíz Gallardón, da el carpetazo a la coexistencia entre el ala centrista de esa formación y la derecha en estado puro; definiendo de una vez por todas la naturaleza actual de una partida de caza en la que José María Aznar nunca dejó de impartir directivas.
Este refuerzo de prestigio económico en época de crisis se acrisola mediante el respaldo de la Curia y los conocidos de siempre. A ellos el PP les debe una cohesión ideológica de la que carecía en los primeros tiempos, ya remotos, de acuerdo a la presente estrategia.
Ahora, el partido responsable de la complicidad con Bush y la sarta de mentiras y agresiones contra las reivindicaciones autonómicas, propaladas por su staff mediático o algunos caciques de su plana mayor, ha definido claramente su nacional catolicismo, junto a la férrea decisión inmovilista.
Es probable que obtengan buena parte del voto católico conservador. A cambio, perderán clientes de centro, que migrarán al PSOE territorial, o al PNV o CIU.
De momento, los cabezas de esta última formación han definido a Pizarro como anticatalanista.
Ya lo era el partido al que se adhirió por arriba mucho antes de contar con él.
Ahora, los perfiles de cada cual están definidos. El duelo que se avecina se realizará entre la ya cohesionada derecha nacional católica, contra la izquierda centrista del PSOE, sus aliados menos centristas y los mayores nacionalismos regionales; decisivos sumando escaños.
Lo malo para el PP radica en su aislamiento. Ruíz Gallardón, dilecto alumno de Manuel Fraga, popular en los madriles y cercano al moderado Javier Arenas, lo relativizaba un poco, entreabriendo una puerta al cambio. La decisiva intervención de Esperanza Aguirre, una Presidenta comunitaria que lo superaba en votos e influencias, selló inicialmente su destino.
La equivalencia política y personal de Aguirre con María Teresa Fernández de la Vega en el Gobierno y el PSOE actual, equiparan fuerzas, en los inicios de un siglo donde el liderazgo femenino occidental avanza con gran vigor en partidos y gobiernos.
Ahora, caídas las máscaras y desnudados los propósitos de unos y de otros, la justa electoral se dirimirá a golpe de votos, en previa y rumorosa campaña, de voces que ya amenazan con el Apocalipsis si gana el otro, o nos ofrecen por cuenta propia las mieles del paraíso.
Viejo influyente actualizado por su abandono de la sombra, este otro Pizarro simbolizará uno u otro estado de cosas, superando en vigor y carisma al temulento Rajoy.
Reemplaza en realidad a Rodrigo Rato, entregado de lleno a los negocios, tras su paso por la vicepresidencia y el FMI. El nuevo y tardío imán del PP guarda sin embargo grandes distancias del otro; economista de alta escuela (cómo Pedro Solbes) y con enorme prestigio internacional; del que carece esta pálida réplica que perece brotar de las rebajas.
Algo es menos que nada, pensarán quienes le ficharon ayer.
Seguramente. Pero alcanzar el poder en la España actual requiere menos conformismo y mucha más imaginación...
No hay comentarios:
Publicar un comentario