Me las brinda esta mañana en la Ribera del Sió uno de los profesores más brillantes de Catalunya, aún no repuesto del todo por la pérdida de su vecino y amigo, el gran Josep María Guinovart.
-Era un artista integral, comprometido con su tiempo. Un rebelde.
-Quizá el último- señalo.
-Eso creo- acota este catedrático que enseña Historia del Arte y Antiguas Civilizaciones.
De Guinovart saltamos a comentar el lamentable estado de la enseñanza y las ocurrencias de Ernest Maragall.
-Son funcionarios. No saben qué es la educación. Por eso a este señor se le ocurren soluciones tan poco prácticas como los colegios especiales para inmigrantes.
Le digo que no es su peor ideota, y asintiendo a medias, me explica por qué esta otra es tardía e innecesaria.
-En éste y todos los Institutos de Catalunya tenemos una o más aulas que se ocupan de los jóvenes recién llegados. A medida que cogen carrerilla con el idioma los integramos a las clases normales. Los rumanos son quienes se adaptan con mayor rapidez. Los magrebíes y latinoamericanos son algo más tardones. Pero el sistema de descenso suave funciona como fórmula de integración escolar.
-¿Y si os vierais desbordados?
-Pues abrimos más aulas especiales. Tenemos el personal adecuado.
Maragall y sus cófrades, nuevos inventores de la pólvora, no lo saben. Imparten órdenes en un campo de batalla fabricado desde los despachos funcionariales. Su capacidad para poner pié en la realidad es más qué dudosa. Por eso restan -ya lo he dicho- horas a los idiomas y la humanística.
Lo humano, que es interpretar el mundo y la vida se les escapa, y en consecuencia diluyen la lengua junto a los contenidos que afirman valores. En los mismos, la comunicación desempeña un rol central; aunque periférico para estos caballeros.
De paso atentan contra quienes resisten con denuedo el avance de la corrosión en el campo educativo, mientras el grueso de maestros y profesores cae en el desánimo.
Prueba de ello, es que la mayoría apenas repasa los periódicos o lee algún libro.
Ayer, otro profesor de los que brillan, me dijo.
-No sólo estos funcionarios afectan la lengua castellana (que él imparte); arrasan con todo. Como los tanques en Tiananmen. Y no hay muchos dispuestos a imitar al joven chino que los detuvo entonces. Aunque le reconozcamos héroe, junto a los tantos que murieron en el intento.
Él a su modo resiste, con el valor del catedrático de Historia y Arte amigo de Guinovart.
Son los héroes de hoy en Catalunya y no están solos. Hay muchos más en colegios e institutos de aquí y allá; donde el mapa abre nuevos escenarios en la tarea de extirpar la ignorancia.
Entre tanto, los titulares de El Periódico del día 28 anuncian lo que conocíamos de sobras: LA MITAD DE LOS ESCOLARES NO SE EXPRESAN BIEN POR ESCRITO.
La detección de los problemas, producto de una encuesta que complementa cierta laguna del informe PISA, afectan el aprendizaje del catalán y el castellano en centros públicos y privados.
La base del drama no es achacable a los profesores sino a la sociedad y sus representantes políticos. La primera por descartar el diálogo familiar y la lectura. Los segundos por el mismo pecado, trasladado en paralelo a su función.
En ella no hay la menor preocupación por investigar qué ocurre en los colegios e institutos. Seguro. Tampoco leen libros; aunque sí los periódicos por miedo o angustia ante lo que comenten sobre ellos.
Es debido a esta fatal dejación, anclaje subsidiario de la pasión por mirarse el ombligo, que de pronto brotan las señales de humo. Ellas dicen que fabricamos burros al por mayor; gentes sin opinión ni criterio para enfrentar los desafíos del futuro.
Parece que vivir el presente levitando entre bienes de consumo y supuestas fórmulas infalibles que nada remedian, es más placentero.
Si muchos padres envían a sus hijos al colegio o el instituto no será para que se eduquen. Quieren sacárselos de encima encajándoselos a los tutores gratuitos que facilita el Estado.
En las alturas, los que deciden proyectan su menester de pastores de ovejas en los enseñantes. Así fueron educados y así perpetúan el sistema educativo. La noción de disciplina supera al cometido de enseñar, en vez de complementarlo. Maestros y profesores se ven relegados a un oficio pedestre, equivalente al de forzado sargento en la ya inexistente mili; vivificada hoy en la perversidad de la inadecuada función.
La consecuencia es una palpable frustración del colectivo, sometido a la presión de padres descontentos carentes de toda autocrítica; a menudo soberbios e intemperantes en la exigencia al enseñante.
Los funcionarios, de ministerios y consejerías para abajo, les han echado a los pies de los caballos.
Después hablan de capacitar al profesorado, en vez de trabajar a conciencia para no desanimarlo.
Esto es, respetar su experiencia procurando optimizarla con programas sensatos y medios materiales a su alcance, a la vez que se promueve su pública consideración.
No me fue necesario inquirir a este par de buenos amigos y servidores públicos sobre la intención de los que hoy mandan. Es evidente que les preocupan los votos, y todo aquello que no mejore la cultura ciudadana. Pues de mejorar, la inmensa mayoría de las señorías y los señorones tendrían que buscarse otro curro.
Ya lo recomienda con cierta lucidez el señor José María Aznar en su reciente panfleto dirigido al joven español.
"Sacad adelante una carrera. La política es un oficio inestable".
Eso es una parte de la verdad. La otra radica en su intención de eternizar el oficio a costa de la salud cultural del prójimo. Entregados a la labor, quienes le han precedido y lo sucedieron se empeñan en cambiar todo para que nada cambie.
Y a primera vista, parece que lo están consiguiendo...
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