Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 16 de enero de 2008

LA MAR EN COCHE

Repaso en Libertad Digital un artículo del argentino Marcelo Birmajer sobre la Colombia de Uribe. Veo que le entusiasma. Sin embargo, durante un reciente viaje por esos pagos, confiesa que los colombianos no sabían que responderle ante sus preguntas sobre Uribe y las FARC.

¿De verdad no lo sabían?...

Convalido la opinión que me hice del fulano tiempo atrás.

Ante un cuestionario del diario La Nación de Buenos Aires acerca de Jorge Luís Borges, sostuvo Birmajer muy suelto de cuerpo que "Los escritores argentinos somos sus hijos literarios".

¿En serio?

Excelente escritor, Borges era un reaccionario que odiaba a los pobres, y más aún si eran peronistas o gentes de izquierda. Su respaldo a los asesinos del Proceso le privó del Nobel literario con justa razón. Murió en Suiza, sólo y xodido. En realidad siempre lo estuvo y fue.

Parece evidente que Birnmajer no es pobre, ni de izquierdas. Es tan sólo un mediocre escritor de zonzeras; un mero reflejo del declive cultural argentino del presente y la desintegración de la clase media. No sé si los colombianos lo intuyeron. Pero si eran humildes lo pescaron al vuelo y más o menos enmudecieron.

No cabe gastar pólvora en chimangos, se habrán dicho.

Yo estuve en los socavones mineros de Bolivia en el 68, y en Lima, más o menos por esa época. Los cholos y los mestizos callaban frente al blanco, porque desconfiaban de él. Por entonces era un militante de izquierdas salido de las fábricas textiles y del metal, que vestía y hablaba sencillo, y ellos se sinceraron.

A los políticos y sus lacayos les decían -y siguen diciendo- "comemierdas". Es su lenguaje de toda la vida y les nace de la experiencia. Los blancos les han timado y explotado de contínuo.

Por eso hoy gobierna en Bolivia Evo Morales.

En Colombia es peor, por razones que ya son de dominio público. Algo escribí sobre el asunto.

Birmajer no es político, pero es lacayuno con los poderosos. Por eso colabora en Libertad Digital. Se siente hijo de Borges y con toda la cara nos mete en su misma bolsa.
Te lo digo en criollo:No m´hijo, nada que ver con vos y los de tu especie...

La mayoría de los colombianos no saben quién es Borges, pero le vieron el percal y no soltaron prenda.
¡Bien por ellos!


El Mundo es como una mina para el ojo crítico. Leo las escatologías de Martín Prieto sobre el voto morboso a una mujer o un negro en los EEUU, y concluyo lo que da de sí una pluma exhausta, tan corroída por el desengaño. Cuando se unen el escepticismo y la ausencia de fulgor, la vejez de un escritor es el vivo retrato de la niebla.

En menor grado resulta penoso Del Pozo. Ha tenido ideales y hoy quedan cenizas, en las que caben la escatología y el desengaño ante los rebeldes. El problema no está en ellos; le acompaña como un fúnebre manto en este declive indetenible, que no compensa en forma alguna el homenaje casero del amo y sus sirvientes.

La excepción ante la marea baja es el frescor en la ola de espuma que nos depara Cuartango y su bellísimo artículo sobre el Moscú sitiado por los nazis.

Confieso mi precipitación al haberle incluido en la partida de mundundis, y me retracto. En este notable cronista la pasión se une a la objetividad en su vivo pantallazo de aquellas jornadas heroicas, que Stalin intentó patrimonializar y la Historia puso en su sitio.

En ocasiones, con pocas palabras se retrata la intensidad de un drama lleno de coraje.

Arcadi Espada no significa nada fuera del bando antinacionalista. Tampoco mucho cuando echa mano de él. Pero en cualquier caso, su falta total de sentimientos resulta apabullante. Su mención de pensadores, literatos y políticos es pura estadística, generalmente sombría.


Observo en Público que Espido Freire recoje una queja de Juan Manuel De Prada sobre la crítica que algunos hacen de sus malas palabras en los artículos que pergeña (uso un término suyo, enredadoramente familiar) para el ABC.

Él repasa mis renglones en silencio, y sabe que soy uno de ellos.

Yo justifico las palabras en función de un relato. No hay malas ni buenas. Hay las que sirven y las que no. Y a De Prada pertenece el don especial de que las malas palabras sean, sencillamente gratuitas. Suenan mal y son realmente pésimas por éso.

En verdad, para entender lo que explico tendría que nacer de nuevo y ser otro.

Pero...¡Qué se le va a hacer!

En cuanto a la diligente Espido, estimo lógico que se solidarice con él. No por compartir tertulia en una emisora. Les parece original el lenguaje soez. Igual que a Martín Prieto y más suavemente a Del Pozo. La diferencia es que ellos son jóvenes.

Claro que, no siempre la juventud es un divino tesoro...

Cuando Hitchcoock perpetraba un crimen en la pantalla, lo sugería. Salvo en Psicosis, Cortina Rasgada y en especial Frenesí (donde no se privó de nada) solía emplear esa técnica. Es la que le dio presencia de genio en el cinematógrafo.

Si escribimos hay que sugerir. Las malas palabras deben, en lo posible, brotar de los labios del lector; que putea a nuestras entramadas criaturas, o bien...a nosotros.








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