Fue invocada en sustitución de España por Antoni Bassas en su reportaje a Dolors Nadal, Vicesecretaria General del PP catalán y cabeza de lista en las venideras elecciones de marzo.
Frente al tema linguístico y la campaña del partido argumentando la inconstitucionalidad de la inmersión, en tanto vulneraría, a su entender, los derechos de educar en el idioma que deseen a los hijos de padres que opten por la lengua castellana, Bassas contraatacó preguntando a Dolors si entonces debiéramos permitir que las familias chinas residentes escolarizacen a sus hijos en ese idioma.
La dama respondió civilizadamente a tan salvaje provocación. Yo, catalán y orgulloso de serlo, hubiera sido menos cortés ante el petardo.
A leguas de distancia de un Josep Cuní o cualquier otro comunicador sensato (que los tenemos), para este cronista deportivo venido a más, al que queda grande el micrófono de Catalunya Radio (pese a los premios que le brindaron sus amigos), puso a España al nivel emocional que podemos sentir por China; país al que respetamos, aunque no pertenezcamos a su territorio o a sus costumbres, ni nos vincule siquiera un remoto pasado.
Vivimos en el mapa español circunscrito a Catalunya. Siendo un país genérico sin Estado propio como no sea el autonómico, sujeto a la Constitución, se ha nutrido de migrantes internos durante décadas. La fusión de sangres y sudores nos hizo poderosos en el concierto Estatal.
Ahora, los que llegan son inmigrantes de países en crisis. Muchos de ellos (por ejemplo los magrebíes u orientales y los provenientes de Europa del Este), ni siquiera hablan castellano.
Aquí praticamos el bilinguismo, y lleva razón Dolors mencionando la riqueza enorme que nos depara el valor.
El chinés no es la nostra llingua alternativa, senyor Bassas.
A menos que a usted le resulte España tan distante como China.
"China Popular", dijo hace poco Carod Rovira en aquella penosa comparecencia televisada, separándola de la otra de Taiwán; un islote donde sí impera el Estado de derecho; pese a figurar como República común y corriente.
En otros post, sostuve que las Folclóricas Coperas y las otras exaltan una España imaginaria, y de hecho prepotente con las naciones que la habitan.
Pero la prepotencia es un valor universal, no unidireccional. De manera que chapotea en todas partes, salpicándonos con aguas servidas, aunque ahora los que andan por aquí sostengan haberlas bendecido.
En Catalunya, ciertas especies propensas al comisariado político vigente en los predios totalitarios, nos venden otro país que no existe. El que mirándose el obligo obsesivamente, se cierra al mundo.
Carod & Cía son los heraldos de esa postura claustrofóbica. Están enfadados e insatisfechos consigo mismos, y esa inseguridad, proyectada agresivamente les conduce a bunquerizarse. Por eso insisten en afirmar una identidad despótica, que a la vez es materia personal. El manto patriótico procura camuflar esa patología, lanzada a capturar adeptos, sobre todo entre la juventud y sectores de la Catalunya profunda. Sin duda también existe, facilitada por nuestro pavoroso retroceso cultural.
Los códigos de comportamiento y el ritual patriótico de esta partida poco tienen que envidiar al integrismo.
Si no te educas en catalán y besas la senyera antes de irte a dormir, corres el peligro de que desde ahora un patriota como Bassas te compare con algún chino.
Pues no señor. Chino será usted. Y no lo insulto. Estando aquí, permanece lejos de la sensatez, de forma tal que le cabe medrar con el prójimo desde cualquier rincón oscuro del planeta. Creo incluso que, de residir en aquel país, integraría la nomenklatura que oprime a sus ciudadanos. Probablemente desde la radio, que es su medio.
La intemperancia, en cualquier parte tiene esa característica. Apiña a los compulsivamente autoritarios. Y Bassas, que nunca debió abandonar las transmisiones futboleras, es otro pájaro de éstos, empeñado en restar concierto a nuestra tolerancia.
Después, estos nazionalistas de ópera bufa se quejan. Dicen:"Los del PP son fascistas".
La culpa la tiene el otro. Siempre. (Allí está el mal, fuera de mi pura intención).
Pues bien señor, esta mañana de reportaje futbolero a una dirigente de esa formación, el fascismo lo observé en usted, pura y exclusivamente.
¿Lo entiende?
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