La razón de esta previa inclusión de las bellezas que el avance tecnológico y You Tube nos permiten rescatar del olvido, es la nostalgia en movimiento puro.
Este capítulo 7 del primer serial de Flash Gordon, rodado en 1936, es uno de los más trepidantes. Visioné el espectáculo alrededor de 1950 en el cine "Cervantes", de Quilmes. Ya entonces me fascinaba el comic original de Alex Raymond, publicado en colores y en tamaño tabloide durante diez exactos años, en la sección dominical de los periódicos norteamericanos.
En España lo reestrenó en su primera página "El Aventurero", semanario infantil que leía todo el mundo, hasta que el curso de la Guerra Civil lo permitió. En la Argentina le toco en suerte el diario "Crítica" primero, y después "Pif Paf" y "Patoruzito", que eran dos revistas de historietas muy populares.
Producido por la compañía Universal (experta en los terrores de Bela Lugosi y Baris Karloff), a esta entrega en 13 episodios la seguirían otras dos, de menor impacto.
Inicialmente se habían invertido 600.000 dólares de la época; una cifra fabulosa.
Durante el casting triunfó el nadador olímpico Larry "Buster" Crabbe, venciendo a Jon Hall (posterior galán de María Montez en esas pioneras películas de tetas y arena). Procurando fidelidad al personaje, debieron teñirle y ondularle el penacho; haciendo juego con el de Jean Rogers (Dale Arden, que en el comic es morena), una belleza de orígen sueco-americano que no llegó lejos en su carrera posterior.
Quizá por no ser fiel como amante part time del viejo Louis B. Mayer, patrón de la MGM.
Las imágenes de este clip nos presentan a Priscilla Lawson encarnando a la Princesa Aura, hija de Ming el cruel, y a John Lipton como Vultan, el Rey Halcón (con alas de cartón).
Lawson quedó más tarde fuera de juego entre las bellezas del corral, al perder su pierna derecha en un accidente de automóvil.
De recursos limitados, el ventrudo Lipton se remitía a soltar estúpidas risotadas, mientras la bella Jean ensayaba ensordecedores alaridos de espanto.
Por lo general era el parlamento favorito destinado a las damas de compañía en los seriales.
Las imágenes que cierran el fragmento nos remiten al milagroso salvataje del torturado Flash, consumado por Aura (consumida a su vez por las obvias calenturas) y el sabio Zharkov, fielmente caracterizado por el actor irlandés Frank Shannon, del Abbey Thatre.
A continuación podéis visionar otro clip de la página, en el que disfrutaréis de la excelente caracterización que de Ming realiza Charles Middleton. Un frecuente malvado todoterreno del género y los productos B.
En esta otra secuencia, perteneciente al despegue del serial, se puede apreciar un modelo de nave espacial de miniatura agigantada, y la corte de cartón piedra del reino del planeta Mongo.
Con todo, se respetaron hasta las vestimentas originales de todos en las primeras páginas del bellísimo comic creado por Raymond, incluyendo la chaqueta a cuadros de Dale, los lienzos de Flash, el aire retorcido de Ming y el modesto overol de Zharkov.
No asoma el testuz el fornido actor Richard Alexander encarnando al príncipe Barin, amigo de Flash y enemigo de Ming; un Real demócrata que anticipa en años a Juan Carlos I.
Alexander fue un malvado frecuente en filmes B y algunos seriales de nota, como "El Zorro cabalga de nuevo", junto al insoportable John Carroll, o "SOS Guardacostas", con Ralph Byrd.
Visto ahora (en mi vault privada atesoro los tres seriales completos), el producto es mucho menos fascinante del que me deslumbró entonces. Los ojos de un niño de la época se conformaban con poco; transformándolo en mucho gracias a la imaginación, y a las ilusiones de antaño. No obstante, las imágenes aún conservan cierto encanto.
Larry "Buster" Crabbe representó un Flash convincente gracias a su apostura y juventud. Previamente había interpretado uno de los Tarzanes de la serie B, desfavorecidos por Johnny Weissmüller y los medios materiales de la MGM. También a "Kaspa, el hombre león", alternando las lianas y las correrías en taparrabos por las polvaredes del western.
Hoy se lo puede ver como segundo galán en algunos DVD del Randolph Scott joven; cabeza de reparto en los dramas rurales escritos por Zane Grey, que la Paramount produjo en los iniciales ´30.
Entre Flash y un par de héroes menos refulgentes (Red Barry; Buck Rogers) que el serial arrebató al comic, Crabbe figuró en el reparto de algunas cintas menores. Luego retornó al Oeste, interpretando mediante entregas de 60 minutos a un idealizado Billy The kid (junto a "Fuzzy" StJohn) por encargo de la PRC pictures, la más humilde factoría del llamado Poverty Row. También encarnó a un intrépido capitán de barcaza y al selvático de las cavernas "Thunda", creado para los comics de diez céntimos de dolar por el extraordinario ilustrador Frank Frazetta.
Luego pasó, como tantos héroes de bajo presupuesto, a los predios de la TV junto a su hijo pequeño, componiendo al legionario Capitán Gallant. Tras breves asomos en paisajes del wild west, se montó un gimnasio.
Lo recordamos por Flash Gordon. No es que el resto nos sobre. Crabbe era un hombre apreciado por sus colegas y venerado por los fans del cine de aventuras y el comic.
He leído entrevistas que le hicieron en sus últimos años. Todas rezuman humildad, templanza, amor por el deporte, y ante todo por su familia. Es lo menos parecido a un divo; aunque lo fuese un tiempo del cine barato.
Incluso, diré que los exiliados que frecuenté siendo niño en el Centro Catalán de Quilmes; gentes que habían intervenido en la Guerra Civil, recordaban vivamente a "Buster" Crabbe y sus encarnaciones heroicas, De forma tal, que quizá su popularidad en España fuese muy superior a la observada en un país cinéfilo como Argentina.
La fusión de este tipo de cine -poco visto y virtualmente olvidado-, con mis delirios infantiles hacen que no lo olvide. Me enseñó a contar y a fugarme de malos momentos. También a estimar la justicia y el valor.
Los chavales odiábamos al emperador Ming, y nos sentíamos Flash Gordon.
Hoy, los pataleos y las ovaciones que desencadenábamos en la sala de cine cuando empezaba el serial de los miércoles por la tarde, fueron reemplazados por la sonrisa y cierta emoción. Es lo que queda.
¡Y que nos dure!
1 comentario:
"Humildad, templanza... amor a la familia" Ya podrían aprender muchos y ver que deben dar ejemplo. Muchas gracias por este bien informado artículo.
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