Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 5 de diciembre de 2007

LA DEBACLE

La más destacada radica en las cifras de la enseñanza.


Ya lo dije en otros artículos. Estamos fatal. Lo peor es que nuestra sociedad lee o se ilustra poquísimo. Lo advierto en gente supuestamente leída o ilustrada. No encuentran el espacio adecuado en sus vidas para tomarse el trabajo de respirarse cada día unos cuantos renglones de novela o ensayo y anoticiarse de la marcha del mundo que les rodea.

Apenas los titulares de periódicos al alcance, si están. De manera que sus hijos no les imitan. Por que en gran medida, de éso se trata. Los mayores nos estimulan o alejan del aprendizaje cultural que forma nuestro carácter. Y en la mayoría de los casos se impone lo menos conveniente. Una de las razones es la ausencia de diálogo entre las partes. En teoría, debieran los adultos crear ese espacio.

Hay niños o jóvenes que ante la dejación parental y el vacío familiar se alejan del estudio y la lectura. Otros en cambio se interesan por ambos. Pero la cultura como refugio o evasión no elimina la desocialización originaria, ni su futura proyección hacia el prójimo.

El fenómeno se observa en muchos académicos. Saben y no transmiten. Se lo guardan. Aprendieron para sentirse menos desguarecidos, no para guarecer a los demás.

El síndrome de la torre de marfil los persigue, implacable. Por este motivo los textos académicos suelen ser muy poco estimulantes.

Por un Pierre Vilar o un Paul Johnson (cito a dos con visiones opuestas de la materia) hay cientos de historiadores que se estudian sufriendo. Ellos han memorizado y hacen que memoricemos, sin captar lo esencial de cada acontecimiento. Muchos enseñantes siguen este derrotero. Originariamente, Gombrich había escrito su extraordinaria Historia del Arte para los niños.

Su genio, aplicado a la pasión por transmitir lo que sabía, la había realizado polivalente.

Lo mismo ocurre en las ciencias. En la astronomía por ejemplo. Carl Sagan, fallecido hace tiempo, no encontró un discípulo en el área divulgativa. Cosmos continúa siendo un clásico. Stephen Hawking lo será a otro nivel.

Tampoco hallaron muchos sucesores el naturalista Konrad Lorenz o el científico submarinista Jacques Ives Costeau.

Por fortuna, hay muchos más talentos que se fueron legándonos lo mejor de sí. También entre las nuevas generaciones hay otros en activo. Pero en nuestro caso, las posibilidades de aprovecharlos se reducen considerablemente.

Esta orfandad se agudiza en el campo de la enseñanza. Y más cuando el mismo atraviesa por un retraso de estas proporciones.

Si el aprendizaje parte de la soledad, ésta se instala en los pliegues del conocimiento. por eso los textos académicos son, en su mayoría, poco estimulantes.

Uno de los graves problemas que aqueja nuestra educación, no es la falta de gente que aprendió su ciencia, sino la falta de capacidad para comunicar lo aprehendido.

La sociedad no comunica, y sus enseñantes, poco estimulados por bajas pagas y falta de prestigio social, son factor clave en ella.

Desde el lenguaje cotidiano no surgen metáforas, y apenas se gestualiza. No se trata de montar en clase y desde el púlpito una obra teatral. El placer y la pasión por enseñar, no la necesita.

Debemos transformar el conocimiento, y por ende el estudio, en una cosa viva; fundida a los seres humanos.

La caída del comunismo y los tropiezos y mutaciones socialistas han cedido el cetro del devenir histórico a la economía. Es un hecho positivo, en tanto y cuanto no perdamos de vista que no somos una cifra a la que se nos quiere reducir, sino entes sociales integrados a la evolución de una humanidad que aún no superó grandes desigualdades

Cada año mueren por hambre y enfermedades, o explotación y abusos, veinte millones de niños.

No sigo con otros guarismos aterradores en varios apartados, para no fatigar al personal.

La cierta estolidez conceptual y vivencial del hombre medio en nuestro mapa consumista (con casi diez millones de ciudadanos viviendo en niveles de pobreza), resume el meollo de los problemas educativos del presente.

Si Finlandia y nosotros tenemos el mismo presupuesto en la enseñanza; triunfando unos y fracasando otros, es porque no comunicamos o lo hacemos mal.

Otro factor son los estímulos de comunicar y aprender, en aquellos que deben formarse para luchar por la vida en las mejores condiciones.

El problema está en los programas y la forma de implementarlos. Si fallan el impulso educativo y
la jerarquización de la cultura como supremo valor social, de poco valdrán los planes educativos.

Hemos necesitado de unas cifras que todo el mundo presentía, para reconocernos ignorantes.
Hablábamos de ello pero esquivábamos hacernos cargo. Como si fuera otra de las alternancias del clima. Es una de las taras propias del hábito inmovilista.

El problema está en ser ignorante y no reconocerlo, cogiendo el toro por las bañas.

La crisis de la enseñanza media, provocada por el desencuentro entre padres, hijos y profesores, hay que resolverla, y rápido.

No es por cierto un drama exclusivo del sector. Lo llevamos en las alforjas hace décadas. Y ya no es cuestión señores, de seguirle echando la culpa a la Guerra Civil y el franquismo para enfrentar este serio déficit de una vez por todas.
Nuestra democracia ya lleva 30 años vivita y coleando.

El refuerzo de la humanística en los planes de estudio es fundamental: porque pensar y sentir; liberando las emociones en la enseñanza y el aprendizaje, comportan las grandes bazas que refuerzan de verdad el conocimiento.
La virtud es sentirse hormiga, sin perder de vista el hormiguero. Desde esta perspectiva el sueño de la aldea global no esta tan lejos de este mundo globalizado; tan, pero tan perfectible.

Lo demás son peces de colores.










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