Las ocho chavalas catalanas nos han llenado de orgullo. Ésa es la refundación nacional que precisamos. El que mira el mundo y sale a manifestarse por la libertad allá donde el grito es necesario.
No habían viajado para apiadarse de la miseria cubana y beberse unos daiquiris en las playas de mar azul cielo, o ligar con los cubanitos.
Intervenían en el Movimiento de las Damas de Blanco, manifestándose el pasado domingo por la liberación de sus familiares presos. Nuestras solidarias heredaban sin duda la valentía de las milicianas del ´36, sin otras amas que la voluntad. Dos de ellas son concejalas. Todas pertenecen a Convergencia i Unió.
La dictadura movió ficha encerrándolas en su hotel.
Dos años atrás hizo otro tanto con el convergente Jordi Xuclá.
El embajador de España intervino como de rayo, y este otro incidente no pasó a mayores. De todas formas, fueron expulsadas.
Aunque los hermanos Castro y sus secuaces repitan una y otra vez el procedimiento, volverán otras u otros hasta que la dictadura no pueda expulsar a nadie.
Algunos relativizarán la importancia del hecho. Para nosotros tiene mucha.
Los militantes de la izquierda debieran prestar atención. Las jóvenes de otra formación que ellos juzgan derechista les ganaron de mano en el internacionalismo militante por las libertades democráticas.
No fue a propósito.
Lo hicieron por convicción, y por que es necesario...
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