Se nos acusa a los catalanistas de haber realizado un reclame electoral, con el pretexto de manifestar nuestro veto a la ministra de Transportes, señalándose el oportunismo de Convergencia i Unió en la persona de su líder, Artur Mas.
Ha sido una demanda de respeto, y al vigor de Mas y su formación se deben. Si algunos llamaron a independizarse de España, es cosa de ellos. Si otros se sumaron a la iniciativa, también.
En esto los catalanes somos democráticos. También en otras cosas. Nuestro seny lo autoriza, y no es un intangible. Existe y está comprobado.
Haz negocios o pacta cualquier variante en otras regiones y hallarás la diferencia en el sabor.
Tal vez, señores míos, seamos más democráticos que las cacatúas que nos acusan de arrogancia.
La coalición de CIU es bastante democrática. Quizá el cierto ostracismo de estos años acentúe prácticas que un largo poder desdibuja. En cualquier caso permite que Convergencia Democrática y Unió discrepen, por ejemplo, en una serie de puntos, sin romper la coalición.
¿Es tan transparente la relación en el interior del Govern Tripartit?
Quién lo afirme hará un claro ejercicio de hipocresía.
En el ejercicio del poder, cada cuál opera según conveniencias sin importarle un pimiento de lo que el otro opine.
Olfateamos la atmósfera tribal y las ganivetades.
Acusan a CIU de no haber prestado atención a los males que aquejan a nuestro sistema vial, olvidando que el Tripartit lleva cinco años de ejercicio en la Generalitat. Uno es suficiente para alzar la voz y poner las cosas en su sitio. O al menos montar un cirio.
Por eso creo, son muchos años y además recientes las ocasiones para señalar lo que renquea.
Considero que la manifestación catalanista fue un éxito. Si hubo propósito electoral en la intención de sus promotores, me parece lógico. También la recepción de voces independentistas.
¿Qué busca una causa y qué una formación que pretende encarnarla, sino papeletas de urna que la convaliden?
Los partidos están para representar los deseos de la sociedad que los determina e impulsa. Tan luego, dependen de los votos, no de los periodistas que analizan estrategias de poder.
A muchos les molesta que CIU y Mas hayan tomado la delantera exigiendo un respeto a los catalanes. Menos españoles en la consideración de Madrid.
Me decía un amigo que no vota esta formación: "Por fin se mueve alguien".
Desde hace años debo apagar el despertador a las cinco en punto para cruzar antes de las 6 AM las rodalías, si quiero llegar sobre las 8 a Lleida o Tarragona.
No hablemos de las historias cercanas al terror, tan frecuentes en la 340, ni de otros accesos difíciles, como el Nus de la Trinitat, si no administramos la previsión horaria esforzada.
Todo ello insume un desgaste humano enorme y una pérdida de competitividad. Mis horas, traducidas a producción y calidad de vida, son importantes para mi salud y la del hormiguero. Porque un hormiguero es la suma de todos los esfuerzos.
Si demoro hora y media en atravesar Barcelona por las Rondas, líbreme Dios.
Magdalena Álvarez es responsable del follón de Cercanías y de todo lo ateniente a las comunicaciones. Para eso es Ministra. Yo no lo soy. Ella lo aceptó; luego cabe mi protesta.
Es de destacar la compra de votos del PNV y el BNG por parte del gobierno socialista, salvando a la arrogante y desvergonzada señora Álvarez, ante la recusación congresual.
En post anteriores, sostuve que no teníamos un Ibarretxte.
Ni falta que nos hace. Éste, por unos garbanzos vende a la madre. Ni qué decir de los nacionalistas gallegos, comprados por el lacón con grelos cocinado en Madrid.
Ante el pucherazo que salvó de la pira a la dama ¿cabe el Estado federal?
En vista del ombliguismo que nos aqueja, no sé si hay o no que independizarse. Sí sé que habrán de respetarnos.
Per collons.
Y para eso sirvió la manifestación.
Si Franco no nos doblegó, tampoco lo hará Madrid hoy. Aunque tengamos que levantarnos a las cinco de la mañana para amanecer en un futuro incierto, con nuestro horizonte luminoso, alejado de túneles y tandas.
Se trata del libre y cómodo acceso a nuestra tierra.
E iremos por él. Mal que os pese, caballeros.
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