Me interesan las vidas. En especial la de aquellos que viven de la apariencia. Los actores del cine, la política o cualquier función pública hacen de su oficio una apariencia. En ello estoy curtido. Vendiendo en la calle desde los 12 años, conozco a fondo las artes de la representación.
En Close Up. Vidas, estrellato y sexo en Hollywood retrato tres vidas de intérpretes: Gary Cooper, Joan Crawford y Ramón Novarro.
Desde la pantalla, los tres nos han fascinado, o aburrido en ocasiones.
El tratamiento, ya realizado en otros personajes, documentan sus películas reseñando a un tiempo la impresión que nos causaron a nosotros, y las circunstancias que ellos vivían entonces; partiendo de orígenes sociales diversos.
Llevo ya publicados cuatro textos sobre el medio y sus protagonistas, situándolo en la época de oro de los grandes Estudios.
La crítica les destinó elogios, pero en ningún caso destacó la urdiembre compleja que hizo de mi empeño un hecho diferenciador, respecto de otros biógrafos entregados al cine.
Cuando leo reseñas que abordan el tránsito de los viejos ídolos me encuentro -en general- con labores poco inspiradas.
Leed cualquier suplemento cultural o las revistas especializadas, y lo comprobaréis. Van sobrados de datos que se amontonan como pedruscos en el container; pinceladas de brocha gorda que intentan remedar el genio de Cezzane, Rubens, Modigliani, Frida Khalo o Picasso; machimbrados por fechas y manideros.
Los que editaron mis dos primeros textos (Clark Gable; La Piel de los Dioses) no entendían nada. La superficie de las cosas y el pegado de fotos procuran reemplazar el talento, sin suerte. Su apartado nacional de autores -encabezados por el editor- son el paradigma de la medianía.
El tratamiento literario del cine no viene siendo muy afortunado en los medios. Tampoco en los fondos editoriales. Creo que en mis empeños hay pasión, conocimiento y mucha sinceridad.
El interés por las personas desborda con creces la afición por el Séptimo Arte. En los tres intérpretes reseñados en Close Up he puesto lo que en todos mis libros.
Tengo referencias de los que edité. Los dos primeros se siguen vendiendo, sin que sus editores se dignen a brindarme cifras ni saldarlas.
Las imagino mirando el futuro, sin dejar de observar la cancelación que el desafortunado contrato firmado en su oportunidad, me autorice ediciones acordes con mi creatividad.
Close Up me pertenece por entero.
Os invito a leerlo.
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