¡Qué buen consejo el del conejo!
Estos socialistas se lo tenían tan bien guardado bajo la manga, como los magos de feria en la galera.
Con su carne bien sazonada se pueden fabricar razonables menús. Pero justificar la brutal alza del costo de la vida remitiéndonos al ejemplar en las fiestas de final de año, me parece patético. E insolente el llamado de Solbes a valorizar el €uro a la hora de gastarlo.
Debemos"interiorizarlo" ha dicho, empleando un término de uso frecuente en sicología. Quizá su analista le esté influyendo. Con las jugarretas que le hace Rodríguez Zapatero mondándole presupuestos no tiene más remedio que recurrir al diván para continuar en el cargo.
Ahora desde el cargo intenta culpabilizarnos de nuestros males.
Eso en el lenguaje de su analista, se llama "proyección".
Nada indica que gastar €uros sin ton ni son sea el capricho favorito de los españoles. Desprenderse de dinero gusta a los que le poseen en abundancia. Quizá los amigos de Solbes. Hay excepciones, sin duda alguna, pero no modifican la regla.
Los ricos y acomodados siempre fueron una minoría.
Hace ya tiempo que somos conscientes de lo que cuesta ganar un €uro y de lo fácil que es gastarlo, ateniéndose a los previos emolumentos en pesetas. Es un comentario falso e interesado que no traduzcamos valores. El endeudamiento público revela que intentamos conservar niveles de vida y compromisos adquiridos en mejores tiempos con un euribor bajo.
Los de hoy son francamente malos. Y el gobierno no lo asume. Éso, que ya llevan cuatro años mandando.
Ya lo dije en previos post. Lo que antes costaba 100 pesetas, nos resta 1 €. La proporción se ajusta al alza en todos los bienes. En los durables y no. Ahora el disparadero del petróleo y otros factores asociados, junto al encarecimientos de la energía y las malas cosechas, nos deparan aumentos generalizados en todos los rubros. O en casi todos.
No por cierto, en el conejo.
Por eso debemos apreciarle más en adelante. Y de ser posible, salir a cazar liebres si cabe, para conservar nuestros escasos €uros; en tanto y cuanto podamos calibrar lo que nos costará el carburante para el viaje y los perdigones de la escopeta. Otra salida es criarse conejos en el lavadero o la cocina. Se reproducen como moscas. Lo malo es que más de uno se encariñará con ellos. Son mansos y hasta dulces. Pero pueden convertirte el piso o la casita en un cagadero.
Si uno detesta criarles con todo lo que significa, o cazar parientes cercanos (tal es mi caso), queda la caña de pescar. Matar un pez es menos doloroso que trozar conejos y liebres (o gatos, como hacen en Cuba).
Por fortuna estoy a tres calles del Mediterráneo, no del Caribe; de manera que si está cargadito y hay suerte, a lo mejor desenfundo la caña y me hago de esos pececillos tan sabrosos con un buen rebozado o puñaditos de sal, crepitando entre el aceite de oliva, convenientemente reciclado.
Con la fruta por las nubes habrá que echarse al monte. O si tienes un patio de tierra, puedes empezar a abonarla para el crecimiento de alguna legumbre. Comprando una maceta que ocupe parte del balcón o el ático, puedes remediar la falta de tierra firme.
Empiezo a estudiarlo seriamente.
Estoy seguro de que mis dineros nuevos, tan volátiles, rendirán más si en vez de hacerme un cafelito con dos cucharadillas de soluble, lo compro molido y voy colándolo despacito, para saborearlo bien aguado, con un lejano toque de aroma colombiano o brasilero.
El recuerdo del aroma intenso refuerza la sensación presente. La memoria es gratis. El pan, por ejemplo, no. Aunque para racionarlo están las dietas ¡qué caray!
En cuanto al agua: la del grifo. Algunos cuestionarán su potabilidad. Pero si manducamos conejo para estalviar los calés, no veo por qué el agua fresca, combinada con algún cubo de hielo y algunas gotas de vino garrafero, ha de frustrar nuestra buena digestión.
Eso sí. Recordemos que los embalses no están sobrados del líquido elemento. Y que la sed debe moderarse. Igual providencia debemos conservar a la hora de bañarnos o hacer pipí.
La suba del costo de la vida impone la prudencia, y con la que expresamente se nos pide, el consiguiente retorno a la sociedad pastoril. El ministro Solbes nos lo recuerda en plan paternal, como si fuéramos bobos. Nada más bobo que soltarnos el salmo ministerial. Desde hace años sabíamos que éramos más pobres. A partir del entierro de la peseta lo sabemos mucho más.
Creo que hasta la lloramos como si fuera de la familia.
Nuestra tradicional moderación salarial es hoy una catástrofe y la pela otro recuerdo, tan grato como el aroma del buen café. No del café que beben los que se permiten dejar un €uro de propina en el bar. A esos no les hacen falta el conejo ni los consejos.
Yo agradecería al gobierno y su vicepresidente económico el paternal consejo y lo del conejo, si no les pagáramos el sueldo. Los que cobran el Presidente (otro acreditado inventor de los precios), los ministros, diputados, senadores, gobernadores, alcaldes y etc, etc, etc, no promedian los del currante corriente y moliente.
El beneficio de los bancos en el curso de este año ha batido récords históricos: 16.000 millones de €uros, señores. Son una consecuencia parcial de los créditos al consumo; hoy imprescindibles para que no te embarguen el piso y comer todos los días.
Altos cargos y accionistas se forraron.
¿Estas gentes de Dios, comerán conejo y cuidarán el €uro, cómo según Solbes debemos cuidarlo nosotros?
Sin despreciar al conejo, creo que el consejo y la cara dura sobran.
Casi tanto como la probada ineficiencia de nuestros gobernantes.
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