Con Joan Crawford hubo una relación intermitente desde 1931, interrumpida desde 1936 hasta 1942, cuando falleció Lombard. Podemos hablar de complicidad y un gran atractivo sexual entre dos almas poco sentimentales; aunque con gran sentido de la camaradería.
No obstante, fue Crawford, junto a Jean Harlow, una de las dos grandes hembras de Gable en algunas cintas casi memorables.
El poder de la MGM en el cénito de su poderío lo hicieron posible.
En la cumbre de la fama hizo el mejor y más eléctrico truhán de la historia del cine norteamericano. Entre Clark y Vivien Leigh mandaba una cierta repulsión. Ella se quejó del aroma que desprendían sus dientes postizos. Él detestaba a las divas inglesas del cine; demasiado remilgadas y frías para su gusto. En 1946 lo manifestó de nuevo con Greer Garson al rodar Aventura. Y ella con él.
La instantánea que lo proyecta junto a Carole Lombard no representa la época del romance verdadero. En 1932, apenas hubo un leve revolcón durante el rodaje de Casada por azar.
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